Sobre la Eucaristía, dad gracias así:
Primero por el cáliz:
Te damos gracias, oh Padre nuestro,
por la santa viña de David, tu siervo
que nos has revelado por Jesús, tu Hijo.
¡Gloria a ti por los siglos!
Después sobre el pan partido:
Te damos gracias, oh Padre nuestro,
por la vida y el conocimiento
que nos has revelado por Jesús, tu Hijo.
¡Gloria a ti por los siglos!
¡De la misma manera que este pan que partimos,
anteriormente diseminado por las colinas,
ha sido recogido para no hacer más que uno solo,
que así también tu Iglesia sea reunida
de los extremos de la tierra en tu Reino!
Porque tuyos son la gloria y el poder por los siglos
Después de haberos saciado, dad gracias así:
Te damos gracias, oh Padre santo,
por tu santo nombre
que has hecho habitar en nuestros corazones,
por el conocimiento, la fe y la inmortalidad
que nos has revelado por Jesús, tu Hijo.
¡Gloria a ti por los siglos!
Es a ti, Señor todopoderoso, que has creado el universo,
a la alabanza de tu nombre;
has dado gozosamente
alimento y bebida a los hijos de los hombres,
pero a nosotros, nos has hecho la gracia
de un alimento celestial
y de una bebida para la vida eterna,
por Jesús, tu Hijo.
Por encima de todo, te damos gracias
por lo poderoso que eres.
¡Gloria a ti por los siglos!
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia,
para librarla del mal,
para hacerla perfecta en tu amor.
Reúne de los cuatro vientos, esta Iglesia santificada,
en tu Reino, que tú mismo le has preparado.
Porque tuyos son el poder y la gloria por los siglos de los siglos.
“Ven Señor” (Ap 22,20) y que pase este mundo.
¡Hosanna a la casa de David!
El que sea santo que se acerque.
El que no lo es, que haga penitencia.
“¡Marana tha!” (1C 16,22).
Amén.
La Didajé (c. 60-120)
catequesis judeo-cristiana
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