Dios, de infinita misericordia, confiamos a Tu inmensa bondad a cuantos han dejado este mundo para la eternidad, donde Tú nos esperas a todos, a toda la humanidad, redimida por la Sangre preciosa de tu Hijo Jesucristo, muerto en rescate por nuestros pecados.
Te confiamos, Señor, las almas de nuestros seres queridos, y de todas las personas.. Que nadie tenga el temor de encontrarte después de la peregrinación terrenal, con la esperanza –la esperanza cierta- de ser acogidos en los brazos de Tu infinita Misericordia.
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