San José no fue ni mucho menos un hombre de inteligencia simple y ordinaria. Estaba destinado a conversar con Jesús y con María, y nada más pensarlo nos permite entrever la abismal profundidad de su inteligencia y su saber teológico. ¿Y qué decir de los dones sobrenaturales que recibió? Enseña Santo Tomás que cuanto más se acerca uno a la fuente de la santidad más se recibe la gracia en abundancia (Summa Theologiae, 3, q. 25, a. 5).
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