“A mí, hijos míos, regálenme el Rosario, esas rosas que tanto amo. Mis rosas son sus oraciones dichas con el corazón y no solo recitadas con los labios. Mis rosas son sus obras de oración, de fe y de amor. Cuando mi Hijo era pequeño, me decía que mis hijos serían numerosos y me traerían muchas rosas. Yo no lo comprendía. Ahora sé que esos hijos son ustedes, que me traen rosas cuando aman a mi Hijo sobre todas las cosas, cuando oran con el corazón, cuando ayudan a los más pobres. ¡Esas son mis rosas!”.
Me consuela pensar que, cuando el Niño Jesús, le aseguraba a Su Madre una estirpe numerosa, que tendría muchos hijos que la amarían y que le ofrecerían rosas de amor, pensaba en cada uno de nosotros.
¿Cómo vamos a negarle a la Madre de Dios el regalo que nos pide, esas rosas que tanto ama: su Santísimo Rosario, rezado completo y con amor (con el corazón) cada día, ¡Todos los días!
Mensaje del día 2 de diciembre de 2017
Medjugorje
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