Virgen Inmaculada, Madre del Amor
hermoso: ya ves que el mundo se escapa de Jesús, que la familia cristiana se está disgregando, que se infieren tantas ofensas al Señor por parte de esta civilización nuestra.
Ten piedad de las almas que el pecado ha hecho egoístas, y yacen incapaces de levantar el corazón para decirte "Madre nuestra" y para decir a tu Hijo: "¡Aquí estamos!"
Muévelas -y muévenos-, para que nos decidamos a seguir a Jesús por el camino estrecho de la abnegación, que debemos recorrer aunque nos cueste trabajo.
Recuérdanos que la Cruz del Señor no es pesada, porque nuestro Cirineo es Él, Jesús, que la lleva con nosotros y que murió por nuestra salvación.
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