Dios de bondad, alabado sea tu Santo Nombre
Eres el Dios de lo imposible. Cuando todo parece estar perdido y sin solución, la esperanza renace y el milagro sucede
Cuando pienso que no me queda nada, que no tiene solución y que no soy merecedor de atención, Tú me miras y me garantizas que soy amado, digno de salvación, me garantizas que viniste a este mundo para mostrarme que soy amado por el Padre eterno, que quiere hacerme hijo suyo y que el cielo es para mí.
Gracias, Dios mío. Sólo me queda agradecer, diciendo cada día: “El Señor me miró y me salvó”.
Hoy puedo decir: soy Hijo de Dios, por la gracia divina, por su misericordia, por su amor. Soy eterno y eterna será mi felicidad: “He aquí lo que el Señor ha hecho por mí”.
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