viernes, 2 de febrero de 2018
La obediencia es la mayor humildad
Consagrarse a Dios nunca es perder. Ni preocuparse de más. Preocuparte de más es asumir que Dios no sabe lo que está haciendo. Dame, Padre, el desprendimiento de corazón de María y de José y la alegría de Ana y de Simeón, porque a quien espera en fidelidad, Dios se hará el encontradizo. Nunca dejemos que nos maten a Dios en el alma. Antes, sacrifiquemos lo nuestro. María y José son Maestros de la espiritualidad de la ofrenda. Y de la Luz. Entregar lo nuestro nunca es perder. Es encontrar el sentido, la alegría, a Dios. CONSAGRARSE A DIOS ES OBEDECER. ES LO MISMO QUE AMAR. La obediencia es la mayor humildad. Es la santa candela que arde sin apagarse y que ilumina el camino a Dios para transitarlo con su Victoria. FELIZ JORNADA DE LA CANDELARIA, MIS BUENOS HERMANOS!
Enrique Álvarez Moro
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