Con la ayuda de la Virgen María, terminemos este rato de meditación con un propósito concreto, que nos moverá a realizar nuestro quehacer con más perfección, y que nos facilitará acordarnos con más frecuencia del Señor: «Ahí, desde ese lugar de trabajo, haz que tu corazón se escape al Señor, junto al Sagrario, para decirle, sin hacer cosas raras: Jesús mío, te amo»
Forja 747. Jm Escrivá
Imagen cortesía de Antonio Cerezuela Palacios
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