Ven a nuestra casa, Señor.
Está oscura y necesita de tu luz
Se encuentra indecorosa, y necesitada de tu gracia
La hemos resquebrajado, y necesita de tu mano
Es incómoda, y necesita de tu presencia
Ven a nuestra casa, Señor.
Está vacía, necesita tu aliento
Está débil, requiere tu fuerza
Está cerrada, solicita la llave de tu amor
Está sin cimientos, necesita la roca de tu Palabra
Ven a nuestra casa, Señor.
No tardes en llegar, no sea que se arruine
No tardes en llegar, no sea que la estropeemos para siempre
No tardes en llegar, no sea que perezcamos dentro de ella
No tardes en llegar, no sea que caigamos en la desesperanza
Ven a nuestra casa, Señor.
Y, si encuentras el portón cerrado, no dudes en llamar
Y, si hallas sus ventanas cerradas, míranos a través de sus cristales
Y, ves que la chimenea no humea, calienta Tú nuestro hogar
Y, si escuchas demasiado ruido, pon calma dentro de ella
¡Sí, Señor! ¡Ven a nuestra casa!
La casa de nuestro corazón y de nuestro mundo
La casa de nuestra conciencia y de nuestros sentimientos
La casa de nuestros pensamientos y caminos
La casa de nuestra existencia y de todo lo que somos
¡Ven a nuestra casa, Señor!
¡Esperándote estamos, Señor!
P. Javier Leoz
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