«Entre todos los homenajes que podemos tributar a María no hay ninguno tan grato al Corazón de nuestra Madre como el implorar con frecuencia su maternal protección, rogándole que nos asista en todas nuestras necesidades particulares, como al dar o recibir un consejo, en los peligros, en las tribulaciones, en las tentaciones... Esta buena Madre nos librará ciertamente de los peligros, con solo rezar la antífona Sub tuum praesidium (“Nos acogemos bajo tu protección, Santa Madre de Dios: no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestra necesidad, antes bien sálvanos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita“) o el Avemaría, o con solo invocar su santo Nombre ...»
San Alfonso Mª de Ligorio, Las glorias de María, III, 9
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ResponderEliminar¡Gracias Magda!
Un beso