Dejémonos "contagiar" por este silencio. Nos es muy necesario, en un mundo ruidoso, que no favorece el recogimiento y la escucha de la voz de Dios. | |
Desde luego, la función de san José no puede reducirse a un aspecto legal. Es modelo del hombre "justo" (Mt 1, 19), que en perfecta sintonía con su esposa acoge al Hijo de Dios hecho hombre y vela por su crecimiento humano. Por eso, en los días que preceden a la Navidad, es muy oportuno entablar una especie de coloquio espiritual con san José, para que él nos ayude a vivir en plenitud este gran misterio de la fe. El amado Papa Juan Pablo II, que era muy devoto de san José, nos ha dejado una admirable meditación dedicada a él en la exhortación apostólica Redemptoris Custos, "Custodio del Redentor". Entre los muchos aspectos que pone de relieve, pondera en especial el silencio de san José. Su silencio estaba impregnado de contemplación del misterio de Dios, con una actitud de total disponibilidad a la voluntad divina. En otras palabras, el silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino, al contrario, la plenitud de fe que lleva en su corazón y que guía todos sus pensamientos y todos sus actos. Un silencio gracias al cual san José, al unísono con María, guarda la palabra de Dios, conocida a través de las sagradas Escrituras, confrontándola continuamente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración constante, oración de bendición del Señor, de adoración de su santísima voluntad y de confianza sin reservas en su providencia. No se exagera si se piensa que, precisamente de su "padre" José, Jesús aprendió, en el plano humano, la fuerte interioridad que es presupuesto de la auténtica justicia, la "justicia superior", que él un día enseñará a sus discípulos (cf. Mt 5, 20). Dejémonos "contagiar" por el silencio de san José. Nos es muy necesario, en un mundo a menudo demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento y la escucha de la voz de Dios. En este tiempo de preparación para la Navidad cultivemos el recogimiento interior, para acoger y tener siempre a Jesús en nuestra vida. Meditación del Ángelus. Domingo 18 de diciembre de 2005 utor: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net |
sábado, 18 de diciembre de 2010
El silencio de San José
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Hola Magda...muy bello lo que has escrito justo lo que necesitamos ya que se nos acerca cada día mas la navidad...feliz fin de semana recibe un abrazo....aqui te dejo mi direccion de nuevo por si tienes problemas para entrar a mi blogs
ResponderEliminarhttp://almadulceamor.blogspot.com/
Querida Magda qué lindo que es retirarse por unos minutos de la prisa diaria y encontrarse con nuestro Señor a través de la oración. Es cargarse de Su amor. Se ve todo mejor.
ResponderEliminarDeseo para vos una Feliz Semana Navideña y especialmente una Feliz Navidad, con mucho amor, en compañía de quienes amas.
¡Paz en la tierra!
Un abrazo.
Alicia, amiga del alma que lindas palabras... de deseo lo mismo de todo corazón para vos y toda tu familia,..
ResponderEliminarFELIZ NOCHE BUENA... FELIZ NAVIDAD!!!
ABRAZOS.