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Alegría sin nostalgias |
El mensaje en Navidad no puede ser otro que éste: Alegría, alegría, alegría.
Alegría para los niños que acaban de nacer, y para los ancianos que en estos días se preguntan si llegarán a las navidades del año que viene.
Alegría para los que tienen esperanza y para los que ya la han perdido.
Alegría para los abandonados por todos y para las monjas de clausura que estas noches bailarán como si se hubieran vuelto repentinamente locas.
Alegría para las madres de familia que en estos días estarán más cansadas de lo habitual y para esos hombres que a lo mejor en estos días se olvidan un poquito de ganar dinero y descubren que hay cosas mejores en el mundo.
¡Alegría, alegría para todos!
Alegría, porque Dios se ha vuelto loco y ha plantado su tienda en medio de nosotros.
Alegría, porque Él, en Navidad, trae alegría suficiente para todos.
Con frecuencia oigo a algunos amigos que me dicen que a ellos no les gusta la Navidad, que la Navidad les pone tristes. Y, mirada la cosa con ojos humanos, lo entiendo un poco. La Navidad es el tiempo de la ternura y la familia y, desgraciadamente, todos los que tenemos una cierta edad, vemos cómo en estos días sube a los recuerdos la imagen de los seres queridos que se fueron. Uno recuerda las navidades que pasó con sus padres, con sus hermanos, con los que se fueron, y parece que dolieran más esos huecos que hay en la mesa familiar.
Sin embargo, creo que mirando la Navidad con ojos cristianos son infinitamente más las razones para la alegría que esos rastros de tristeza que se nos meten por las rendijas del corazón. Por de pronto en Navidad descubrimos más que en otras épocas del año que Dios nos ama.
La verdad es que para descubrir ese amor de Dios hacia nosotros en cualquier fecha del año basta con tener los ojos limpios y el corazón abierto. Pero también es verdad que en Navidad el amor de Dios se vuelve tan apabullante que haría falta muchísima ceguera para no descubrirlo. Y es que en Navidad Dios deja la inmensidad de su gloria y se hace bebé para estar cerca de nosotros.
Se ha dicho que los hombres podemos admirar y adorar las cosas grandes, pero que amarlas, lo que se dice amarlas, sólo podemos amar aquello que podemos abrazar. Por eso al Dios de los cielos podemos adorarle, al pequeño Dios de Belén nos es fácil amarle, porque nos muestra lo mejor que Dios tiene, su pequeñez, su capacidad de hacerse pequeño por amor a los pequeños.
Y éste sí que es un motivo de alegría: un Dios hermano nuestro, un Dios digerible, un Dios vuelto calderilla, un hermoso tipo de Dios que los hombres nunca hubiéramos podido imaginar si Él mismo no nos lo hubiera revelado y descubierto. Y si en Navidad descubrimos que Dios nos ama y que podemos amarle, podemos también descubrir cómo podemos amarnos los unos a los otros.
Lo mejor de la Navidad es que en esos días todos nos volvemos un poco niños y, consiguientemente, se nos limpian a todos los ojos. Durante el resto del año todos miramos con los ojos cubiertos por las telarañas del egoísmo. Nuestros prójimos se vuelven nuestros competidores. Y vemos en ellos, no al hermano, sino al enemigo potencial o real.
Pero ¿quién es capaz de odiar en Navidad? Habría que tener muy corrompido el corazón para hacerlo. La Navidad nos achica, nos quita nuestras falsas importancias y, por lo mismo, nos acerca a los demás. ¿Y qué mayor alegría que redescubrir juntos la fraternidad?
Por eso, amigos míos, déjenme que les pida que en estos días no se refugien ustedes en la nostalgia. No miren hacia atrás. Contemplen el presente. Descubran que a su lado hay gente que les ama y que necesita su amor. Si lo hacen, el amor de Dios no será inútil. Y también en sus corazones será Navidad.
Autor: José Luis Martín Descalzo | Fuente: Días grandes de Jesús
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Una Fe desgarradora me llega desde tus palabras: "Dios ha plantado su tienda en medio de nosotros".
ResponderEliminarUn beso.
Hola Magda, me gusta la temática de tu blog, sobre todo la entrada referente a la Virgen de Guadalupe. Es hermoso leerte!
ResponderEliminarGracias por pasarte por mi blog, en serio
Te cuento que acá en mi tierra pertenezco a Hogares Nuevos, un grupo que cuida mucho la Familia.
Bueno, te dejo un saludo inmenso. Diego.
Hola Magda...el leer tu escrito me ha llenado de paz...me gusta mucho lo que tienes en tu blog...tienes a mi virgencita morena madre y protectora nuestra...desde hoy me hago tu seguidora te invito a mi blog siempre seras bien recibida...recibe un abrazo desde Colima México...DIOS TE BENDIGA
ResponderEliminarGracias Magda por recordarnos a Martín Descalzo, nuestras monjas no hay quien no tengo un libro de él.
ResponderEliminarPor desgracia hemos de contar con la nostalgia, la tristeza y la soledad en estos días de Navidad.
Mi correo es un supermercado de lamentos, tristezas de personas necesitadas de calor humano, y suelen estar enenistadas con su pareja o parte de la familia.
Ya que muchos nos sentimos felices por esos días en que celebramos el natalio del Redentor, tengamos presentes en nuestras oraciones a nuestros hermanos que no se seinten con fuerzas para ni tan siquiera sonreír.
Ayudanme con vuestras oraciones.
Recibe mi ternura
Sor.Cecilia
Hola, buenos días... muchas gracias por visitar mi blog... Yuria,Diego, Alma enamorada.., Bienvenidos!...que bueno que les guste las publicaciones, soy nuevita todavia en el tema pero voy aprendiendo, me encanta visitarlos, y poder contactar con ustedes a travez de éste medio..
ResponderEliminarSor Cecilia, cuente con mi granito de arena... Bendiciones, Bendiciones, Bendiciones.....
Hola Magda buenos días...gracias por visitarme y quedarte conmigo...puedes tomar lo que te gustes de mi blog amiga que para eso es para compartirlo ...me da mucho gusto que quieras hacerlo es para mi un honor compartis contigo y con todo el que entre en mi casita virtual..recibe un abrazo deseandote un bello día
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