Hoy celebramos la fiesta de Santiago Apóstol, hijo de Zebedeo y hermano de Juan. Uno de los primeros llamados por Jesús. Uno de los más cercanos al Corazón de Cristo. Uno de los primeros en entregar la vida por Él.
1.
Santiago era pescador, pero no cualquier pescador: fue elegido para ser “pescador de hombres” (Mt 4,19). Junto a Pedro y Juan, forma parte del “círculo íntimo” de Jesús. Estuvo en la Transfiguración y en Getsemaní. Vio la gloria… y el sudor de sangre.
2.
Su temperamento era ardiente, de ahí el apodo que Jesús le dio: “Boanerges, hijos del trueno” (Mc 3,17). Santiago no era tibio. Ni a medias. Amaba con intensidad. Servía con generosidad. Y por eso, fue el primer apóstol mártir (Hch 12,2).
3.
Santiago supo pasar de la ambición (quería estar a la derecha del Reino: cf. Mt 20,21) a la entrega total. Y lo hizo bebiendo el cáliz de Cristo, como el Señor le anunció. Es el ejemplo de cómo Jesús transforma el corazón y lo llena de fuego divino.
4.
La Tradición sostiene que evangelizó Hispania, y que la Virgen María se le apareció en Zaragoza, sobre un pilar. Por eso es patrono de España. Nos lo recuerda cada año el Camino de Santiago, que lleva a tantos a Cristo a través de su intercesión.
5.
En Compostela descansan sus restos. No es sólo un símbolo nacional, sino una llamada constante a la conversión. Un apóstol que nos grita desde la eternidad: “¡deja tu red, sigue al Maestro, y no temas dar la vida por Él!”.
6.
Que Santiago nos consiga de Dios ese fuego que lo quemaba por dentro: el celo por la gloria de Cristo, por el Reino, por las almas. Y que su intercesión despierte a nuestra Iglesia para que, como él, camine, anuncie, y abrace la cruz.
7.
Y si hoy te sientes cansado, perdido o débil en la fe… piensa en aquel Apóstol que cruzó el mundo hasta el fin de la tierra por amor a Jesús. Tu alma vale más que todas sus fatigas. Por ti también murió. Y por ti también sigue rezando.
¡Santiago Apóstol, ruega por nosotros!
¡Danos, Señor, apóstoles con su fuego!
¡Patrono de España, defiende nuestra fe!
Fuente: Sacerdos in æternum
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