La morada más digna y la más querida para el Espíritu Santo es el Corazón de Cristo. Mora en El siempre y eternamente.
El costado de Cristo ha sido traspasado y todo el misterio de Dios brota de allí. Todo el misterio de Dios ama, se entrega hasta el final, se dona hasta el final. Es el don más absoluto que existe. El don del misterio trinitario es el corazón abierto. No es una imagen, es una realidad. La realidad más profunda, la realidad del amor.
Dios es un corazón abierto. Un corazón abierto que hace posible todo.
Marie-Joseph Le Guillou
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