Señor, el día de mañana lo tienes preparado
para mí desde toda la eternidad, con todos
sus pormenores, sus problemas, sus gozos.
es providencia sobre mí, nada ocurrirá
al azar, Tú estás en todo.
Señor, tú quieres redimir, salvar y santificar
el mundo por mi intermedio; soy tu instrumento;
pero como instrumento tuyo debo estar
vitalmente unido a ti por medio de la gracia
y hacer contigo todas las cosas.
Entonces, Señor, mi día no será mío, sino tuyo.
Convivimos en la misma casa, compartimos
la misma vida, las mismas cruces, el mismo
deber diario; sólo así es real mi vida y sólo así
el día pertenece a la eternidad, sólo así mi vida
tiene proyección de eternidad y no queda
limitada por el paréntesis del tiempo.
Si siento que mi vida es una vida frustrada,
surge en mi espíritu la amargura, la decepción,
la falta de ilusión, y todo queda amargo,
sin sentido, sin una suficiente razón de ser;
todo queda en la penumbra, en la tristeza
de la soledad y de la inacción.
Pero con esa luz allá en el horizonte, el camino
se ilumina, se ve por dónde se va y, sobre todo,
se ve hacia dónde debo ir.
Aquella exclamación del filósofo francés:
"No sé de dónde vengo y no sé adónde voy",
es el grito de un alma torturada, de un espíritu
amargado, de un hombre que vivió sin saber
para qué se le había dado la vida y que llega
a descubrir esa ignorancia precisamente cuando
ya la vida se le estaba yendo de las manos.
La fe es realmente una luz que ilumina la senda
y que nos ilumina a nosotros mismos en nuestro
propio interior.
Por eso Jesús dice que Él es la Luz, que quien
lo sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá
la luz de la vida.
celebrandolavida.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma