Que temo quedarme en la oscuridad,
cuando sé que Tú eres el Señor de la luz perpetua,
que me pierdo mucho, si Tú no estás,
y tan sólo gano encerrarme en mi mismo.
Necesito que te detengas, Señor;
Tú sabes que mi voz no siempre es escuchada.
Que mi vida es indiferente a muchas personas.
Que valgo poco o nada y que, en muchos momentos,
prefiero la tiniebla a la luz.
¿Te detendrás, Señor?
¿Me concederás un minuto de tu eterno tiempo?
¿Me hablarás con palabras de amor?
¿Me enseñarás el sendero que lleva a tu presencia?
¡No pases de largo, Señor!
Me pondré en pie, para que veas.
Gritaré, para que me escuches.
Insistiré, para que me respondas.
Hace tiempo, Señor, que me siento así:
Buscándote para hablarte de lo mío.
Preguntando por Ti, para saber más de Ti.
Queriendo salir de muchos rincones oscuros.
Queriendo ver, con los ojos del Evangelio.
¡No pases de largo, Señor!
Acércate y, pronto sabrás, que soy un pobre hombre.
Que, creyendo ver, me falta descubrir lo más importante.
Que, pensando en todo, a veces se me escapa lo esencial.
Que, creyendo amar, lo hago a mi manera.
Que, estando seguro de mi mismo, soy barco a la deriva.
Por eso, como Bartimeo, Señor, te digo:
¡Ten compasión de mí!
Ten un poco de pasión por mi vida,
para que sea un poco más radiante y sencilla,
iluminada por la verdad y asentada en la justicia.
Ten un poco de pasión por mi alma, Señor,
y desaparezca de ella todo pliegue o arruga.
Ten un poco de pasión por mi voz, Señor,
y que sea fuerte y firme para proclamar
que, sólo Tú Señor, eres quien atiende a la humanidad,
quien escucha a la humanidad,
como Dios manda.
Amén.
P. Javier Leoz
celebrandolavida.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma