¡𝐎𝐡, 𝐕𝐢𝐫𝐠𝐞𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐑𝐨𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨,
mi madre adorada, en tu mirada tierna
mi alma se arrodilla, eres mi luz en la
noche, mi estrella callada, mi refugio
en la tormenta, mi paz que destila.
Con tu rosario en mis manos, te hablo
en silencio, cada cuenta es un latido,
un susurro del alma, te cuento mis
temores, mi frágil anhelo, y tú, Madre,
me abrazas con tu amor que no engaña.
Recuerdo cuando niña, en tu altar me
postré, con flores torpes tejidas,
mi fe te ofrecí, tú sonreíste en mi pecho,
y allí te quedé, mi Virgen del Rosario,
mi fuerza y raíz.
En los días oscuros, cuando el alma se
quiebra, tu manto me cobija, tu voz
me sostiene, me tomas de la mano, mi
llanto celebras, conviertes mis heridas
en cantos que elevan.
Oh, Madre, tus misterios son faros de
vida, en ellos veo a tu Hijo, su cruz y su
amor, me enseñas a llevar mi cruz
agradecida, siguiendo tus pisadas
con fe y devoción.
Hoy te traigo mi corazón, mi risa y mi
llanto, mi Virgen del Rosario, mi guía y mi
hogar, te canto con el alma, te amo con
encanto, prometo siempre amarte y
nunca callar.
¡Oh, Madre, mi rosario es mi lazo contigo,
guíame a tu Hijo, mi Virgen,
mi amor eterno!
𝐀𝐌é𝐍.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma