Vas a recibir una vestimenta que no es perecedera sino espiritual. Vas a ser plantado en el paraíso místico, vas a recibir un nombre nuevo que anteriormente no tenías. Eras catecúmeno, ahora serás llamado fiel. Serás trasplantado entre los olivos místicos, injerto de olivo salvaje transformado en olivo franco, los pecados darán lugar a la justicia, las manchas a la pureza. Devienes partícipe de la viña santa. Si permaneces en la viña, crecerás como un sarmiento fértil; si no permaneces, serás consumido por el fuego. Portemos entonces los buenos frutos.
Tengamos cuidado de no hacer cómo la higuera estéril, para que Jesús no repita sus palabras contra su esterilidad. Al contrario, que todos seamos capaces de pronunciar esta palabra: “Para mí, como un olivo fértil en la casa de Dios, he puesto una confianza eterna en la misericordia de Dios” (Sal 51,10). Olivo no material sino místico, portador de luz. Dios planta y riega y tú debes portar fruto. Dios otorga la gracia, tú debes recibirla y cuidarla. Cuando hayas recibido la gracia, cuídala con esmero.
San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal 1,4 (Les catéchèses, coll. Les Pères dans la foi 53-54, Migne, 1993), trad. sc©evangelizo.org
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