Padre Javier Sergio Hernández
En un exorcismo, los demonios dijeron que el Infierno lo habían creado ellos, no Dios. El Purgatorio debe ser fruto de la misericordia del Padre Celestial. En mi experiencia de exorcista, he tenido mucho contacto con las almas del Purgatorio. Créame que es impresionantísimo. Desde entonces oro constantemente por ellas. Lo que les comunico lo hago con toda sencillez y humildad porque creo que es importante que nosotros renovemos nuestro amor por ellas. Me dirán: «¿Y Ud. ve a las almas del Purgatorio?» No, nunca he visto con mis ojos a las almas del Purgatorio durante los exorcismos. Solamente las oigo hablar cuando emergen de las personas afectadas por entes maléficos o durante las oraciones que hacemos por personas que sufren. En el equipo de liberación con el que trabajo, hay personas a quienes el Señor les ha dado el carisma de ver y escuchar a las almas del Purgatorio. Todo esto es muy misterioso. Yo no logro comprender muchas cosas. Mi interés es transmitirles a ustedes varias ideas que puedan ayudarles a mejorar su percepción sobre lo que está más allá de la muerte y sobre todo a AMAR GRANDEMENTE A LOS DIFUNTOS. A mi manera de ver, hay que erradicar la creencia de que las almas cuando mueren “ya están gozando de Dios”. Se les hace su novenario de misas y “ya cumplimos”; al año su otra misa, y santas pascuas. “Ya está en el Cielo”. Todo eso es falso. Cuántas veces oigo decir: “Pobrecito, sufrió tanto antes de morir; ahora ya está descansando, contemplando a Dios”. No y No y No. Muy pocas almas van directamente al Cielo. La inmensa mayoría entra en un estado de purificación propio que se caracteriza por grandes sufrimientos. Oscuridad, soledad, tristeza, dolor infinito en el alma. Y pasan largos años, muchos años en ese estado. Piden oraciones: Misas, Rosarios, Viacrucis. Yo tengo una larga lista de personas que han dado su nombre, apellido, año en que murieron, han dicho sus pecados, han pedido cosas, han pedido que les perdone sus pecados. La inmensa mayoría de los que vienen a mí son mis parientes difuntos. La inmensa mayoría yo no los conocía. He tenido que ir a buscarlos a los árboles genealógicos y allí los he encontrado. Exactamente como ellos lo dicen. Nombres y apellidos exactos. Edad, fecha de muerte, circunstancias de la muerte exactas. Yo me quedo “helado”. Todos se presentan llorando, llorando, llorando. Vestidos de gris la mayoría. Ellos solamente hablan lo que Dios les permite decir. Yo no les pregunto más que lo mínimo para verificar si no se trata de un engaño diabólico. El demonio no pide perdón, no se confiesa, no reconoce sus pecados, no ora, no es humilde, no reconoce a Jesucristo como a su Señor y su Dios.
Las almas del Purgatorio son prioridad para la Iglesia. Deben ser prioridad para todos nosotros. El ayuno estricto, los sacrificios, las limosnas, las buenas obras, las oraciones y sobre todo las misas y comuniones ofrecidas por los difuntos les ayudan enormemente. Siempre piden misas. El protestantismo ha hecho un daño inmenso a las almas del Purgatorio. Los pastores evangélicos enseñan que no hay Purgatorio. Eso es un gravísimo error. Han echado a la basura las indulgencias, cuando éstas son un inmenso auxilio para los difuntos. Hay almas de pastores evangélicos que aparecen durante las oraciones de exorcismos y siempre lloran y piden perdón por haber enseñado errores. En este párrafo Jesús nos enseña el gran valor de la oración por los difuntos. Recordemos que esas almas por las que oramos nos ayudan. Ellas no pueden obtener nada para ellas mismas, pero sí pueden interceder por nosotros. En consecuencia debemos evitar hasta el más mínimo pecado para no manchar el alma y no “ganar” purgatorio. Debemos hacer muchas obras de caridad para disminuir nuestro purgatorio. Aprovechemos para ganar el mayor número de indulgencias, parciales y plenarias.
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