jueves, 31 de diciembre de 2009
Oración de Fin de Año
Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI.
Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.
Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios
nuevamente te pido perdón.
En este día iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días
que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.
Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.
Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.
Cólmame de bondad y de alegría para que, cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poquito de TI.
Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad . Amén
http://webcatolicod ejavier.org/ campanadas. html
viernes, 25 de diciembre de 2009
Hoy, Nace...
Hoy Nace, el sol divinidad
de la Virgen sin mancilla.
Hoy, el verbo se humilla
y se hace hombre mortal.
Hoy la Reina Celestial
pare del rey del firmamento
sin recibir detrimento
su pureza virginal
Adórate Verbo eterno
hijo del muy alto Padre
Nacido de pobre madre
en la yema del invierno
Gracias te doy niño tierno,
pues con tu divinidad
juntaste mi humanidad
para librarme del mal.
Siembra_Amor
http://www.mediafir e.com/file/ hftygqyumlm/ Hoy_Nace. pps
FELIZ NAVIDAD!!!
lunes, 21 de diciembre de 2009
NAVIDAD
No es el tiempo en el que más se reza, sino en el que más se compra.
No es el tiempo en el que más nos arrodillamos, sino en el que más nos adornamos y nos divertimos.
No es el tiempo en el que vivimos pendientes de la señal de la estrella para encontrar al niño Dios, sino pendientes de los anuncios de la televisión y la propaganda para encontrar lo que deseamos adquirir y lo que queremos estrenar.
¡Qué alteración de vida, qué frenesí en las calles, qué tumulto en la tiendas! ¡Cuánta vanidad, compromisos, felicitaciones y endeudamientos!
¡Cuanta sofocación y cuántos movimientos llenan la tierra! ¡Y qué soledad, qué desolación, qué intima paz llenan la gruta de Belén!
Las tiendas se abarrotan porque todos quieren "cosas". Y la gruta está vacía porque pocos quieren fe.
Todos están adorando su dinero y desperdiciando la riqueza de su salvación.
¡Qué contagio colectivo produce la sed insaciable de "tener"! Y qué lejos de todo parecen los preocupados por "ser", por entrar en su Navidad interior y ofrecer amor.
Hay culto de comercio, no adoración de Dios.
Hay religión de banquetes, no fuego de pesebre.
Hay fe de postalitas, no de espíritu divino.
Hay luces de foquitos, no de corazones encendidos.
Se abren las puertas para Dios ¡y entra el mundo! Abren los salones para los ricos y se olvidan de los pobres y de los tristes. Se pregona la gran verdad y parece una gran mentira. Suenan las campanas, se prenden los arbolitos, se aturden los hombres, todos comprometidos con la sociedad pero desprevenidos del Salvador del Mundo.
Vivimos con sentido porque Cristo nace. Ahí comienza nuestra salvación. Creemos con seguridad porque se hizo hombre para traer una doctrina. Caminamos con dirección porque desde su nacimiento nos trajo luz para mirar y eje para sostenernos.
Pero nuestro afán es de mucho supermercado y poco templo, muchas vidrieras y pocas "figuras", muchos festejos? y poca reflexión. Mucho trono, pero muy poco rey, mucho buscar y buscar sin encontrar con qué llenarse.
Como si el alma fuera un patético con moño de regalo, y el corazón, un ornamento de vitrina, y Dios, una bonita historia sin trascendencia en nuestra vida.
Todos se apresuran a cumplir las órdenes de la moda y de la sociedad, y pocos se detienen a meditar en el mandamiento del amor y en el sentido del misterio. Todos, en una doble Navidad, en un doble ramaje, una doble cara, una doble postura, una doble antena. Como si Cristo y el mundo moderno se pudieran encasillar juntos para pasar la Navidad.
Hay cosas que no pueden fundirse ni empatarse, ni confundirse. Cosas que se excluyen.
Porque no puedes arrodillarte y a la vez desenfrenarte. No puedes rezar en la iglesia y a la vez aplaudir el vicio fuera de ella; mirar el cielo y enlodar la tierra; pararte en el mundo y disfrazarte de lo que te convenza.
No puedes decir que nace Cristo mientras tú te diviertes, te insensibilizas, te disipas, te duermes. Cristo estableció el amor. Cristo cambió las costumbres por la conversión de la vida, y planeó la libertad del cristiano y la luminosidad de la vida.
No hay más que una Navidad y un Nacimiento para llenar los rincones de tu alma. No hay más que un niño Dios para llevar la luz al fondo de tu corazón. No hay más que una estrella para cuidar tus pasos.
Y si quieres proteger tu vida, no hay más que esa gruta para resguardarte.
Hoy es el día de los niños, de las tradiciones, de los pobres, de los desamparados. Del perdón espontáneo, de la plegaria tibia, del corazón fuera del pecho, de vaciar las alforjas, de pedir perdón?
¡Y lucirse en la caridad del Señor!
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Libro: Con las Alas Abiertas
No es el tiempo en el que más se reza, sino en el que más se compra.
No es el tiempo en el que más nos arrodillamos, sino en el que más nos adornamos y nos divertimos.
No es el tiempo en el que vivimos pendientes de la señal de la estrella para encontrar al niño Dios, sino pendientes de los anuncios de la televisión y la propaganda para encontrar lo que deseamos adquirir y lo que queremos estrenar.
¡Qué alteración de vida, qué frenesí en las calles, qué tumulto en la tiendas! ¡Cuánta vanidad, compromisos, felicitaciones y endeudamientos!
¡Cuanta sofocación y cuántos movimientos llenan la tierra! ¡Y qué soledad, qué desolación, qué intima paz llenan la gruta de Belén!
Las tiendas se abarrotan porque todos quieren "cosas". Y la gruta está vacía porque pocos quieren fe.
Todos están adorando su dinero y desperdiciando la riqueza de su salvación.
¡Qué contagio colectivo produce la sed insaciable de "tener"! Y qué lejos de todo parecen los preocupados por "ser", por entrar en su Navidad interior y ofrecer amor.
Hay culto de comercio, no adoración de Dios.
Hay religión de banquetes, no fuego de pesebre.
Hay fe de postalitas, no de espíritu divino.
Hay luces de foquitos, no de corazones encendidos.
Se abren las puertas para Dios ¡y entra el mundo! Abren los salones para los ricos y se olvidan de los pobres y de los tristes. Se pregona la gran verdad y parece una gran mentira. Suenan las campanas, se prenden los arbolitos, se aturden los hombres, todos comprometidos con la sociedad pero desprevenidos del Salvador del Mundo.
Vivimos con sentido porque Cristo nace. Ahí comienza nuestra salvación. Creemos con seguridad porque se hizo hombre para traer una doctrina. Caminamos con dirección porque desde su nacimiento nos trajo luz para mirar y eje para sostenernos.
Pero nuestro afán es de mucho supermercado y poco templo, muchas vidrieras y pocas "figuras", muchos festejos? y poca reflexión. Mucho trono, pero muy poco rey, mucho buscar y buscar sin encontrar con qué llenarse.
Como si el alma fuera un patético con moño de regalo, y el corazón, un ornamento de vitrina, y Dios, una bonita historia sin trascendencia en nuestra vida.
Todos se apresuran a cumplir las órdenes de la moda y de la sociedad, y pocos se detienen a meditar en el mandamiento del amor y en el sentido del misterio. Todos, en una doble Navidad, en un doble ramaje, una doble cara, una doble postura, una doble antena. Como si Cristo y el mundo moderno se pudieran encasillar juntos para pasar la Navidad.
Hay cosas que no pueden fundirse ni empatarse, ni confundirse. Cosas que se excluyen.
Porque no puedes arrodillarte y a la vez desenfrenarte. No puedes rezar en la iglesia y a la vez aplaudir el vicio fuera de ella; mirar el cielo y enlodar la tierra; pararte en el mundo y disfrazarte de lo que te convenza.
No puedes decir que nace Cristo mientras tú te diviertes, te insensibilizas, te disipas, te duermes. Cristo estableció el amor. Cristo cambió las costumbres por la conversión de la vida, y planeó la libertad del cristiano y la luminosidad de la vida.
No hay más que una Navidad y un Nacimiento para llenar los rincones de tu alma. No hay más que un niño Dios para llevar la luz al fondo de tu corazón. No hay más que una estrella para cuidar tus pasos.
Y si quieres proteger tu vida, no hay más que esa gruta para resguardarte.
Hoy es el día de los niños, de las tradiciones, de los pobres, de los desamparados. Del perdón espontáneo, de la plegaria tibia, del corazón fuera del pecho, de vaciar las alforjas, de pedir perdón?
¡Y lucirse en la caridad del Señor!
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Libro: Con las Alas Abiertas
sábado, 12 de diciembre de 2009
Ya te falta poco para nacer....Oh Señor de la historia
Ya te falta poco para nacer....Oh Señor de la historia
Es el momento de pensar, de "bucear" en nuestro interior para ver si nos hace falta cambiar nuestro modo de ser, cambiar nuestra vida... para poder "regalarle" algo al Hijo de Dios.
¡YA TE FALTA POCO PARA QUE APAREZCAS.... OH, SEÑOR DE LA HISTORIA!
En la mitad del ADVIENTO... ¿Cómo estás nuestros caminos?
Todos sabemos que falta poco para que llegue la Navidad....y ahí andamos corriendo, hasta hemos hecho una lista para que no se nos olviden las "cosas" que tenemos que hacer, regalos, alimentos para la cena de Nochebuena o la comida de Navidad.... ¡y los turrones!, ah, eso si no nos pueden faltar y los vinos....otra cosa importante para brindar....
Cada quién, según sus posibilidades, trataremos que esa noche o día, se pueda celebrar lo mejor posible y sobre todo, si es que llega a ser en nuestra casa, quedar con el mejor de los éxitos....
Todo esto está muy bien, pero.... ¿Cómo están nuestros caminos? Los "caminos" de nuestro interior, los "caminos" de nuestro corazón....
Hace muchísimos años, Juan, comenzó a predicar la penitencia, un bautismo para el perdón de los pecados y su arrepentimiento, es tiempo de mortificación por eso vemos que los sacerdotes visten de color morado al celebrar la misa, y todavía muchos miles de años antes, podemos leer al profeta Isaías: "Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, toda montaña y colina, rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios".
Es ahora cuando ha llegado nuestro tiempo... ¿Cómo preparamos esos "caminos"... sin allanar las crestas de nuestra soberbia, de nuestra altanería... sin poner rectos nuestros deseos de ambición cambiándolos por generosidad, sin suavizar esa aspereza pidiendo perdón o dándolo con un gesto de amor....?
Es el momento de pensar, de "bucear" en nuestro interior para ver si nos hace falta cambiar nuestro modo de ser, cambiar nuestra vida... para poder ofrecer "algo", para poder "regalarle" algo al Hijo de Dios que ya no tarda en llegar, que ya no tarda en aparecer en nuestra Historia, siendo El el Señor y Dueño de la misma, y sin embargo
lo vamos a ver naciendo en la más profunda humildad y solo ý únicamente por amor.
Es tiempo de regalar. y de recibir regalos..., todo está bien.
Pero El solo vino a buscar mi corazón para que lo ame.... ¿se lo daré?......
Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
martes, 1 de diciembre de 2009
Vino a cumplir la voluntad del Padre
La vida de una persona se puede edificar sobre muy diferentes cimientos: sobre roca, sobre barro, sobre humo, sobre aire...
El cristiano sólo tiene un fundamento firme en el que apoyarse con seguridad: el Señor es la Roca permanente (Isaías, 26, 5).
Nuestra vida sólo puede ser edificada sobre Cristo mismo, nuestra única esperanza y fundamento.
Y esto quiere decir en primer lugar, que procuramos identificar nuestra voluntad con la suya. No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, leemos en el Evangelio (Mateo 7,21).
La voluntad de Dios es la brújula que nos indica el camino que nos lleva a Él, y es al mismo tiempo, el sendero de nuestra propia felicidad.
El cumplimiento amoroso de la voluntad de Dios es a la vez, la cima de toda santidad. El Señor nos la muestra a través de los Mandamientos, de las indicaciones de la Iglesia, y de las obligaciones que conlleva nuestra vocación y estado.
La voluntad de Dios se nos manifiesta también a través de aquellas personas a quienes debemos obediencia, y a través de los consejos recibidos en la dirección espiritual.
La obediencia no tiene fundamento último en las cualidades del que manda. Jesús superaba infinitamente -era Dios- a María y a José, y les obedecía (Lucas 2, 51).
Cristo obedece por amor, por cumplir la voluntad del Padre, y hemos de considerar que el Señor se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2, 8).
Nosotros para obedecer debemos ser humildes, pues el espíritu de obediencia no cabe en un alma dominada por la soberbia.
La humildad da paz y alegría para realizar lo mandado hasta en los menores detalles. En el apostolado, la obediencia se hace indispensable:
“Dios no necesita de nuestros trabajos, sino de nuestra obediencia” (San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo). Dios no exige que tengamos éxito, sino que le seamos fieles.
La voluntad de Dios también se manifiesta en aquellas cosas que Él permite y que no resultan como esperábamos, o son incluso totalmente contrarias a lo que deseábamos o habíamos pedido con insistencia en la oración.
Es ese el momento de aumentar nuestra oración y fijarnos mejor en Jesucristo. Especialmente cuando nos resulten muy duros y difíciles los acontecimientos: la enfermedad, la muerte de un ser querido, el dolor de los que más queremos. Dios sabe más.
El Señor nos consolará de todos nuestros pesares y quedarán santificados. Todo contribuye al bien de los que aman a Dios (Romanos 8, 28).
Pidámosle a la Virgen que en todo momento nos identifiquemos con la voluntad del Padre.
www.adorasi.com
sábado, 21 de noviembre de 2009
“Es tiempo de esperanza”
21 de noviembre de 2009
“Es tiempo de esperanza”
“Es tiempo de esperanza, y vivo de este tesoro. No es una frase, Padre –me dices–, es una realidad”. Entonces..., el mundo entero, todos los valores humanos que te atraen con una fuerza enorme –amistad, arte, ciencia, filosofía, teología, deporte, naturaleza, cultura, almas...–, todo eso deposítalo en la esperanza: en la esperanza de Cristo. (Surco, 293)
Allí donde nos encontremos, nos exhorta el Señor: ¡vela! Alimentemos en nuestras conciencias, ante esa petición de Dios, los deseos esperanzados de santidad, con obras. Dame, hijo mío, tu corazón, nos sugiere al oído. Déjate de construir castillos con la fantasía, decídete a abrir tu alma a Dios, pues exclusivamente en el Señor hallarás fundamento real para tu esperanza y para hacer el bien a los demás. Cuando no se lucha consigo mismo, cuando no se rechazan terminantemente los enemigos que están dentro de la ciudadela interior -el orgullo, la envidia, la concupiscencia de la carne y de los ojos, la autosuficiencia, la alocada avidez de libertinaje-, cuando no existe esa pelea interior, los más nobles ideales se agostan como la flor del heno, que al salir el sol ardiente, se seca la hierba, cae la flor, y se acaba su vistosa hermosura. Después, en el menor resquicio brotarán el desaliento y la tristeza, como una planta dañina e invasora.
No se conforma Jesús con un asentimiento titubeante. Pretende, tiene derecho a que caminemos con entereza, sin concesiones ante las dificultades. Exige pasos firmes, concretos; pues, de ordinario, los propósitos generales sirven para poco. Esos propósitos tan poco delineados me parecen ilusiones falaces, que intentan acallar las llamadas divinas que percibe el corazón; fuegos fatuos, que no queman ni dan calor, y que desaparecen con la misma fugacidad con que han surgido.
Por eso, me convenceré de que tus intenciones para alcanzar la meta son sinceras, si te veo marchar con determinación. Obra el bien, revisando tus actitudes ordinarias ante la ocupación de cada instante; practica la justicia, precisamente en los ámbitos que frecuentas, aunque te dobles por la fatiga; fomenta la felicidad de los que te rodean, sirviendo a los otros con alegría en el lugar de tu trabajo, con esfuerzo para acabarlo con la mayor perfección posible, con tu comprensión, con tu sonrisa, con tu actitud cristiana. Y todo, por Dios, con el pensamiento en su gloria, con la mirada alta, anhelando la Patria definitiva, que sólo ese fin merece la pena. (Amigos de Dios, 211)
http://www.opusdei.es/art.php?p=18265
miércoles, 18 de noviembre de 2009
En el corazón del cristianismo: la alegría
El cristiano vive con una alegría profunda, porque sabe que Dios nos ofrece un don inmenso,nos ha abierto las puertas de los cielos.
La fe católica arranca desde una experiencia, desde un encuentro, desde una certeza: Dios ha intervenido en la historia humana, Cristo es el Salvador del mundo.
No somos defensores de un sistema ético más o menos perfecto. No somos herederos de tradiciones humanas, con sus luces y con sus sombras. No somos simples evocadores de una doctrina surgida desde el judaísmo y plasmada a lo largo de los siglos en el Credo y en los concilios.
Somos seguidores de Jesús de Nazaret, verdadero Dios y verdadero Hombre, Señor y Salvador del mundo.
Hay, en el corazón del cristianismo, una certeza profunda: Dios ha intervenido en la historia humana, Dios ha enviado al Mesías, Dios ha abierto las puertas de los cielos, Dios ha ofrecido el perdón a los pecadores, Dios nos invita a ser hijos en el Hijo.
Por eso el cristiano vive con una alegría profunda, porque sabe que Dios nos ofrece un don inmenso.
Benedicto XVI lo explicaba así: “dentro de nosotros debería surgir nuevamente la alegría por el hecho de que Dios nos haya mostrado gratuitamente su rostro, su voluntad, a sí mismo. Si esta alegría resurge entre nosotros, tocará también el corazón de los no creyentes” (Benedicto XVI, homilía, 30 de agosto de 2009).
Se trata de una alegría que hace a los católicos convincentes y misioneros, como subrayaba el Papa en la homilía antes citada: “donde esta alegría está presente, ésta -aun sin querer- posee una fuerza misionera. Suscita, de hecho, en los hombres la pregunta de si no está verdaderamente aquí el camino, si esta alegría no lleve efectivamente a las huellas del mismo Dios”.
Los hombres necesitan descubrir la gran verdad cristiana: Cristo ya vino al mundo. Nos toca a los bautizados testimoniarlo, desde la alegría humilde de quienes acogen y viven un don maravilloso y transformante.
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
lunes, 16 de noviembre de 2009
SAN ROQUE GONZALEZ DE SANTA CRUZ
Roque González de Santa Cruz, Santo
Mártir
Noviembre 16
El primer santo paraguayo, Roque González de Santa Cruz, nació en Asunción en el año 1576. Durante los primeros años de su vida aprendió a hablar el guaraní y a trabajar el campo. Ambas cualidades le fueron de gran utilidad en su ulterior labor evangelizadora. A los 23 años recibió la ordenación sacerdotal siendo uno de los primeros sacerdotes diocesanos ordenados en la región de Río de la Plata.
Al inicio, su labor pastoral se centró en la atención a los indígenas, a quienes amaba entrañablemente. Ocho años más tarde fue nombrado párroco de la catedral de Asunción. Su abnegada dedicación a los demás, junto con su espíritu práctico le merecieron el cargo de provisor y vicario general de todo el obispado.
Sin embargo, en medio de estos progresos y reconocimientos, el P. Roque experimentaba una gran nostalgia por su labor con los indígenas. Así, el 9 de mayo de 1609 abandonó sus cargos y privilegios para ingresar en el noviciado de la Compañía de Jesús. La decisión -como sucede a menudo- no estuvo exenta de fricciones, especialmente con sus familiares que pertenecían a la clase privilegiada de la colonia (el hermano del P. Roque era teniente general y gobernador de Asunción).
Su ingente labor misionera comenzó en la reducción de “san Ignacio de Loyola”. En ella los aborígenes aprendían trabajos manuales y las primeras letras, y se les instruía en la doctrina católica. Los misioneros llevaban la paz de Cristo a esos territorios y, respetando las tradiciones culturales de los nativos, purificaban aquellos aspectos contrarios al mensaje de Cristo. El P. Roque era el alma de la vida litúrgica y religiosa de la reducción; pero también –sin descuidar la cura de almas- un solícito promotor de su vida económica y social. Su anhelo de llevar el evangelio a sus “nuevos hijos”, como él solía llamarlos, le llevó a emprender la fundación de 10 reducciones más.
A pesar del bien que los misioneros realizaban en la región, su labor no dejó de inquietar a los hechiceros, que veían en ellos una amenaza para sus supersticiones. En noviembre de 1628, mientras el P. Roque y otro sacerdote, el P. Alfonso Rodríguez, trabajaban en la reducción de Todos los Santos del Caaró, un hechicero llamado Nezú organizó una revuelta.
En ella los indígenas asesinaron a los misioneros con sus italaás –una especie de hacha- y entregaron sus cuerpos a las llamas.
Los asaltantes quemaron el curepo del P. Roque, pero milagrosamente, quedó intacto el corazón. Para gran asombro de los asesinos, el corazón del santo les habló haciéndoles ver lo que habían hecho e invitándoles al arrepentimiento. Proclamado santo por Juan Pablo II en el año 1988.
Mártir
Noviembre 16
El primer santo paraguayo, Roque González de Santa Cruz, nació en Asunción en el año 1576. Durante los primeros años de su vida aprendió a hablar el guaraní y a trabajar el campo. Ambas cualidades le fueron de gran utilidad en su ulterior labor evangelizadora. A los 23 años recibió la ordenación sacerdotal siendo uno de los primeros sacerdotes diocesanos ordenados en la región de Río de la Plata.
Al inicio, su labor pastoral se centró en la atención a los indígenas, a quienes amaba entrañablemente. Ocho años más tarde fue nombrado párroco de la catedral de Asunción. Su abnegada dedicación a los demás, junto con su espíritu práctico le merecieron el cargo de provisor y vicario general de todo el obispado.
Sin embargo, en medio de estos progresos y reconocimientos, el P. Roque experimentaba una gran nostalgia por su labor con los indígenas. Así, el 9 de mayo de 1609 abandonó sus cargos y privilegios para ingresar en el noviciado de la Compañía de Jesús. La decisión -como sucede a menudo- no estuvo exenta de fricciones, especialmente con sus familiares que pertenecían a la clase privilegiada de la colonia (el hermano del P. Roque era teniente general y gobernador de Asunción).
Su ingente labor misionera comenzó en la reducción de “san Ignacio de Loyola”. En ella los aborígenes aprendían trabajos manuales y las primeras letras, y se les instruía en la doctrina católica. Los misioneros llevaban la paz de Cristo a esos territorios y, respetando las tradiciones culturales de los nativos, purificaban aquellos aspectos contrarios al mensaje de Cristo. El P. Roque era el alma de la vida litúrgica y religiosa de la reducción; pero también –sin descuidar la cura de almas- un solícito promotor de su vida económica y social. Su anhelo de llevar el evangelio a sus “nuevos hijos”, como él solía llamarlos, le llevó a emprender la fundación de 10 reducciones más.
A pesar del bien que los misioneros realizaban en la región, su labor no dejó de inquietar a los hechiceros, que veían en ellos una amenaza para sus supersticiones. En noviembre de 1628, mientras el P. Roque y otro sacerdote, el P. Alfonso Rodríguez, trabajaban en la reducción de Todos los Santos del Caaró, un hechicero llamado Nezú organizó una revuelta.
En ella los indígenas asesinaron a los misioneros con sus italaás –una especie de hacha- y entregaron sus cuerpos a las llamas.
Los asaltantes quemaron el curepo del P. Roque, pero milagrosamente, quedó intacto el corazón. Para gran asombro de los asesinos, el corazón del santo les habló haciéndoles ver lo que habían hecho e invitándoles al arrepentimiento. Proclamado santo por Juan Pablo II en el año 1988.
Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
domingo, 15 de noviembre de 2009
VOLAR SOBRE EL PANTANO
Si sientes que la vida no tiene sentido, que los problemas te están machacando, hundiendo, quemando, etc. entonces te recomiendo que memorices este relato:
"Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano, se había acostumbrado a estar ahí, comía gusanos del fango y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo.
Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre, hasta que cierto día un gran ventarrón destruyó su guarida; el árbol podrido fue tragado por el cieno y él se dio cuenta de que iba a morir.
En un deseo repentino de salvarse, comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo, le costó mucho trabajo porque había olvidado cómo volar, pero enfrentó el dolor del entumecimiento hasta que logró levantarse y cruzar el ancho cielo,llegando finalmente a un bosque fértil y hermoso."
Los problemas son como el ventarrón que ha destruido tu guarida y te están obligando a elevar el vuelo o a morir.
Nunca es tarde. No importa lo que se haya vivido, no importan los errores que se hayan cometido, no importa las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad, siempre estamos a tiempo para decir BASTA, para oír la llamada de que tenemos de buscar la perfección, para sacudirnos el cieno y volar ALTO y muy lejos del pantano.
Abandona la vía segura y cómoda. Lánzate a la ruta incierta, llena de enigmas e inseguridades y hazlo solitariamente. Dios te acompañará y te dirá qué camino tomar.
sacado de: webcatolicodejavier.org
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