Es interesante cuánto se ha exaltado la figura de Simón de Cirene para los católicos. Se romantiza incluso como "ejemplo a seguir" por haber ayudado a Jesús.
Sin embargo, nunca fue oficialmente declarado santo por la Iglesia. ¿Por qué?
La clave para entender a este personaje está en un detalle que, aunque muchos leen repetidas veces, pasan desapercibido:
"Y OBLIGARON a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, a que llevara la cruz". (Mc 15,21)
Pienso profundamente que los que abrazamos la fe con amor, queremos ayudar a Cristo con ese peso de la Cruz, pero no lo hacemos POR OBLIGACIÓN.
Y creo firmemente que Dios tampoco quiere que se le siga por obligación. Es por eso que, desde que me he percatado de este detalle, no puedo contemplar a Simón de Cirene como un ejemplo a seguir.
De hecho me recuerda más a mí mismo, cuando busco cumplir con Dios a regañadientes, más que simplemente por amor. Simón de Cirene me recuerda, más bien, la actitud que no debo de tener en mi vida de fe.
Me hace ver que no tengo que esperar a que alguien me obligue a ayudar, sino dejar al Espíritu Santo actuar en mí.
Creo fielmente que es un ejemplo de las veces en que "tenemos fe o vamos a Misa" más por obligación o porque "nos lo enseñaron" (por costumbre) que porque nos nace
Y quizá ésta sea una de las razones por las cuales la Iglesia, en su sabiduría, nunca hizo una devoción extensa del cirineo, y menos aún, una canonización formal.
En la acción de Simón, no hay romanticismo alguno.
Fue un acto impuesto por los romanos, no un gesto de amor. La Iglesia lo ve claro: no basta ser parte de la Pasión si no hay voluntad.
Mateo (27,32) y Lucas (23,26) lo confirman: Simón no se ofreció. Los soldados lo forzaron. La Iglesia no lo pone en el santoral porque la santidad es entrega libre, no coerción.
Me hace pensar: ¿Qué mérito hay en lo que te imponen? De por sí todo bien es gracia.
Los Padres de la Iglesia hablaron de Simón. San Agustín, en sus sermones, lo menciona como ejemplo de cómo Dios usa incluso a los renuentes para su plan, pero no lo exalta como santo. La gracia actúa, sí, pero la libertad es clave.
San León Magno, en un sermón sobre la Pasión, ve a Simón como figura de los que cargan cruces sin entenderlas aún. No lo llama santo, sino instrumento. La Iglesia sigue esta línea: la santidad requiere un "sí" consciente.
El Martirologio Romano no incluye a Simón de Cirene. La Iglesia prefiere exaltar a quienes con un "SÍ" eligieron la cruz: María, Juan, las mujeres del Calvario. No a quien fue obligado. Tiene sentido.
En Oriente, la cosa cambia. La Iglesia Ortodoxa celebra a Simón el 1 de diciembre como santo. Lo ven como alguien transformado por la cruz, aunque fuera obligado al inicio. Es una tradición distinta, más piadosa que histórica, aunque bíblicamente no tenemos referencias.
La Iglesia Copta también lo honra, vinculándolo a la fe de sus hijos, Alejandro y Rufo, misioneros según la tradición. Oriente lo eleva por su cercanía a Jesús, pero Occidente es más cauto. Prefiero la prudencia latina, aunque se que Simón refleja mi búsqueda de conversión.
Jesús dijo: "El que quiera venir conmigo, que tome su cruz y me siga" (Mt 16,24). Es una invitación, no una orden romana. Simón no tuvo ese don de poder aceptar por voluntad, y yo que me siento invitado, quiero responder por amor, no por fuerza.
Así pues, NO QUIERO SER UN CIRINEO, o al menos no uno al estilo del cireneo bíblico. Quiero ser un amigo de Cristo, no un extraño reclutado. Que mi "sí" y tu "sí" sean libres, siempre.
Y que Dios te conceda la gracia de abrazar la Cruz con amor.
¡BENDICIONES!
Fuente:Andrés Piña
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma