¡Nunca, nunca, nunca te des por vencido!
Esta frase hizo como que mi corazón saltara dentro de mi, y recordara también mi estudio bíblico de la noche pasada, perteneciente a 1 Corintios 1,9-10: “Pues hemos tenido sobre nosotros mismos la sentencia de muerte, para que no pongamos nuestra confianza en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. Él nos libró de tan mortal peligro, y nos librará; en él esperamos que nos seguirá librando..“
En estos versos estoy leyendo a San Pablo aún sobre-exaltado acerca de lo que sucedió con él en Asia, donde si no fuera por Dios ellos estarían ya definitivamente muertos, como dice en el verso 8: “la tribulación sufrida en Asia nos abrumó hasta el extremo, por encima de nuestras fuerzas, que perdimos la esperanza de conservar la vida”; como que su taquicardia aún no terminó y en su asombro de salir con vida, escribe con una fuerza de gracia sobrenatural pero con un cansancio físico extremo.
Tal vez en este instante tú estás a punto de darte por vencido en alguna dificultad o tribulación, y por alguna razón te encontrarás leyendo este artículo. Así como San Pablo renunció a su propio pensamiento negativo para decir “¡tú puedes salvarme, Señor!”, yo te invito a hacer una pequeña oración conmigo:
Señor, así como guardaste a tu siervo San Pablo de la muerte, yo necesito que me rescates de esta oscuridad que estoy pasando. Quiero darme por vencido, mi cuerpo y mente me lo piden, pero hoy quiero renunciar a lo que tengo para decir y proclamar que tú, Señor, vencerás en mi vida, sea cual fuere la dificultad. No quiero, Señor, darme por vencido…yo quiero vencer en este día tan precioso que me regalaste. ¡Así sea!, Amén.
Ánimo, hermano/a…nunca te des por vencido, aún cuando te encuentres en desventaja dile a tu problema: ¡mira que grande es mi Dios!.
Dios te bendice
Canción Nueva Paraguay
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