Señor, alabado seas por tu grandeza infinita y por tu inagotable misericordia. Gracias porque eres justo, porque sanas los corazones heridos, fortaleces a los humildes y sostienes a quienes caminamos con dudas o cansancio. Ayúdame a reconocer tu presencia en cada instante de mi vida, a escuchar tu voz en medio del ruido del mundo y a confiar plenamente en que tus planes son siempre perfectos, aunque a veces no los comprenda. Que mis ojos vean tus maravillas, que mis oídos perciban tu guía, que mis palabras y gestos reflejen tu amor, y que mi corazón permanezca abierto a recibir tus gracias.
Haz que mi vida sea un reflejo de tu cuidado constante, que cada pensamiento, acción y decisión estén impregnados de tu bondad, paz y sabiduría. Inspírame a vivir con fe profunda, esperanza firme y gratitud sincera, compartiendo generosamente lo que tengo y sembrando alegría donde haya tristeza. Que cada día sea para mí una oportunidad de crecer en santidad, en servicio y en amor hacia Ti y hacia los demás, confiando siempre en tu divina providencia y en tu cuidado sin medida.
Fuente:Fe y más FE.
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