Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

domingo, 30 de abril de 2017

Tenemos dos vidas.




Los hombres tenemos dos vidas. La vida del cuerpo, y la vida del alma. 

Quizás hasta ahora hemos dado mucha importancia a la primera, y muy poca o ninguna a la segunda. 

La vida del cuerpo se cuida con el alimento material cotidiano. En cambio la vida del alma necesita de alimento espiritual, necesita de la oración, la meditación, los sacramentos, la gracia en definitiva. 

Estamos vivos en el cuerpo si nuestra alma está unida al cuerpo. 

Estamos vivos en el alma si estamos en gracia de Dios, en amistad con el Señor.
En cambio estamos muertos en el alma si vivimos en pecado mortal, si hemos perdido la gracia. 

A veces cuidamos tanto la vida del cuerpo, le dedicamos a ella todos los cuidados y lisonjas, hacemos gimnasia, elegimos qué comer y la dieta correcta; pero tenemos que reconocer que para la vida del alma hacemos muy poco. ¡Y sin embargo la vida del alma es la más importante, porque es la que sobrevivirá más allá de la muerte corporal! 

Efectivamente si la muerte corporal nos encuentra en pecado mortal, estamos muertos en el alma, y nuestro destino es morir para siempre, la Muerte eterna en el Infierno. 

En realidad lo más importante es la vida del alma, como bien lo ha dicho el Señor en el Evangelio, no teman a los que matan el cuerpo, sino más bien teman a los que matan el alma, es decir a los pecados, a los vicios, al mal. 

Estamos a tiempo todavía, Dios no nos ha llamado a su tribunal. 

Miremos nuestra alma y comprobemos si estamos vivos espiritualmente, si estamos en gracia de Dios. Y si no lo estamos, es tiempo de resucitar con una completa y sincera confesión. Y luego cuidemos y alimentemos esa vida de la gracia, para que nunca más muramos en el alma por el pecado.


sábado, 29 de abril de 2017

Sea alabado Jesucristo crucificado, hijo de la gloriosa Virgen María.



A ti, queridísimo y amadísimo hermano, comprado con la preciosa sangre del Hijo de Dios, como yo, yo, indigna Catalina, escribo obligada por Cristo crucificado y por su dulce Madre María, que os suplique y urja que debéis salir y abandonar la dureza y la tenebrosa incredulidad, y que debéis someteros y recibir la gracia del santo bautismo: pues sin el bautismo no podéis tener la gracia de Dios. Quien se encuentra sin bautismo no participa del fruto de la santa Iglesia, sino que, como miembro podrido y arrancado de la comunidad de los fieles cristianos, pasa de la muerte temporal a la muerte eterna, y recibe justamente pena y tinieblas, pues no ha querido lavarse en el agua del santo bautismo, y ha despreciado la sangre del Hijo de Dios, que derramó con tanto amor.
Oh, queridísimo hermano en Jesucristo, abre el ojo del entendimiento para contemplar su inestimable caridad, que te manda mediante invitación con las inspiraciones santas que han surgido en tu corazón; y que por sus siervos te pide y te invita, pues quiere hacer las paces contigo, sin fijarse en la prolongada guerra e injuria que ha recibido de ti por tu incredulidad. Pero cuánto es dulce y bondadoso nuestro Dios puesto que, ya que vino la ley del amor, y el Hijo de Dios vino de la Virgen María, y derramó la abundancia de su sangre sobre el árbol de la santísima cruz, podemos recibir la abundancia de la misericordia divina.
Por lo que, puesto que la ley de Moisés estaba fundada sobre la justicia y el castigo, así la nueva ley dada por Cristo crucificado, vida evangélica, está fundada en el amor y la misericordia. Puesto que Él es dulce y benigno, siempre que el hombre vuelva a Él humilde y creyente, y creyendo por Cristo se tiene la vida eterna. Y parece que no quiere recordar las ofensas que nosotros le hacemos; y que no quiere condenarnos eternamente, sino que siempre quiere ser misericordioso. Por eso levántate, hermano mío, en tanto en cuanto quieras estar unido a Cristo; y no duermas ya en tanta ceguera, porque ni Dios quiere, ni yo lo quiero, que la hora de la muerte te encuentre ciego; sino que mi alma desea el verte acercándote a la luz del santo bautismo, como el ciervo desea, cuando tiene hambre, el agua viva. Por lo tanto, ya no te resistas al Espíritu Santo que te llama, y no desprecies el amor que te tiene María, ni las lágrimas y oraciones que se hacen por ti; porque entonces te resultaría demasiado pesado el juicio. Permanece en el santo y dulce amor de Dios; y yo le pido a Él, que es la Verdad suma, que nos ilumine y nos llene con su santísima gracia, y que satisfaga mi deseo respecto de ti, Consejo.
Esta te es dada, Consejo, de parte de Jesucristo. Sea alabado Cristo crucificado, y su dulcísima Madre, la gloriosa Virgen y Madre Santa María. Jesús dulce, Jesús amor."
Santa Catalina de Siena: Carta n. 15.
 

Oración:
Señor Dios, Tú has creado todos los pueblos y los has redimido por medio de la sangre de tu divino Hijo. Te pedimos, por intercesión de santa Catalina, la gracia de vivir coherentemente nuestra fe, como ella, y de adoptar una actitud de caridad y de respeto hacia nuestros hermanos mayores, herederos de la promesa. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.


 De Ateneo Pontificio "Regina Apostolorum" 


viernes, 28 de abril de 2017

Las alas del Espíritu Santo



Dame, Espíritu Santo, tus alas de SABIDURIA.
Para apreciar, no tanto las letras con las que se es poderoso
en la tierra, cuanto el deseo de ver a Dios en las pequeñas
cosas de cada jornada. No es sabio quien sabe sino aquel,
que es consciente de que sabe poco.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de INTELIGENCIA.
Para que pueda descubrir tantos secretos escondidos que,
aparentemente, son inapreciables a mi vista.
Que te vea en lo invisible.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de CONSEJO.
Para que pueda conducir lo que digo y hago, lo que me dicen
y lo que me hacen, hacia la voluntad de Dios.
Que no me equivoque ni equivoque.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de FORTALEZA.
Para que, en las dificultades en el vuelo de mi existencia cristiana,
me sienta protegido y arropado por la mano poderosa de Dios.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de CIENCIA.
Para no anteponer la fe a la cultura, para iluminar
los acontecimientos del mundo con la transparencia de la fe.
Que no me acobarde cuando no me entiendan ni comprendan
mis planteamientos cristianos.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de PIEDAD.
Para que nunca me olvide del Señor que habita en el cielo y,
por otro lado, para que no viva de espaldas a los sufrimientos
de los que viven en la tierra.

Dame, Espíritu Santo, tus alas de TEMOR DE DIOS.
Para que pueda huir de mi vanidad y egocentrismo y, en cambio,
sepa valorar la presencia de un Dios que –al final de mis días-
me espera. Que, sabiendo que Dios me aguarda, camine
en la tierra con la sensación de que no puedo permitir aquello
que me distancia de Él.

P. Javier Leoz
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