Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

domingo, 30 de abril de 2023

Oración

 Dios Padre Celestial, vengo humildemente ante tu Presencia, te pido que me permitas tomar refugio en el Santuario de tu Santísimo nombre.

Señor Dios todopoderoso, soy indigno de estar ante ti por causa de mi iniquidad,

te pido me perdones y me dejes estar junto a Ti.

Me arrepiento de mi pecado y te pido que me permitas sentir tu bendición y el gozo de estar en tu Presencia, te pido que me purifiques y santifiques, remueve Señor toda oscuridad que haya en mi y brilla tu luz sobre mi alma.

Te necesito Señor y quiero serte fiel, te pido que me llenes de tu Espíritu Santo, lléname de tu Sabiduría y permíteme ser siempre digno de gozar de tu compañia.

Quiero estar siempre contigo, caminar contigo y hacerlo todo contigo, para Ti,

por Ti y en Ti. Bendíceme Señor en la Santidad de tu Nombre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen



El portero del cielo

[Santa Catalina escuchó a Dios decirle:] Nadie puede entrar en la vida eterna si no es obediente. Sin la obediencia, queda afuera. La obediencia es la llave con la que fue abierta la puerta cerrada por la desobediencia de Adán.

Impulsado por mi infinita bondad, no acepté el hecho que el hombre que yo tanto amaba no volviera a mí, su fin último. Tomé la llave de la obediencia y la puse en manos del manso Verbo de amor, mi Verdad, que establecí portero del cielo. Él abre la puerta. Nadie tiene acceso sin esa llave y ese portero. Lo enseña en su Evangelio cuando dice que nadie puede ir a él si no es por mí, su Padre (cf. Jn 14,6). Cuando deja la sociedad de los hombres para retornar cerca de mí subiendo al cielo, le deja la preciosa llave de la obediencia. (…)
 
Ya te lo había dicho, esta llave abre el cielo y la ha confiado a las manos de su vicario. El vicario la da a cada uno de ustedes en el bautismo, cuando se comprometen a renunciar al demonio, al mundo, a sus pompas y placeres. Por esta promesa de sumisión cada uno recibe la llave de la obediencia, cada uno la posee para su uso propio. Es la misma llave que la llave de mi Verbo. El hombre, para abrir con esta llave la puerta del cielo se debe dejar conducir por la luz de la fe y la mano del amor. Si no, jamás entrará, aunque mi Verbo ya haya abierto la puerta.
 
Los he creado sin ustedes, pero no los salvaré sin ustedes. Tienen que llevar en la mano esta llave. No tienen que quedarse sentados, tienen que caminar. ¡Adelante! ¡Por el camino abierto por mi Verdad! ¡De pié!
 
Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
De la obediencia, 1-2, Diálogos (Le dialogue, II, Téqui, 1976), trad.sc©evangelizo.org

viernes, 28 de abril de 2023

El prodigio del amor de Dios

Mis hermanos, si consideramos todo lo que ha hecho Dios -el cielo y la tierra, el buen orden que reina en este vasto universo- todo nos anuncia una potencia infinita que ha creado todo, una sabiduría admirable que gobierna todo, una bondad suprema que provee todo con la misma facilidad que si estuviera ocupada en un solo ser. Tantos prodigios sólo pueden llenarnos de asombro y admiración.

Si hablamos del sacramento adorable de la Eucaristía, podemos decir que es la evidencia del prodigio de amor que tiene Dios por nosotros. En ella prorrumpen su poder, gracia y bondad de forma extraordinaria. Podemos afirmar que verdaderamente es el pan bajado del cielo, pan de los ángeles, que nos es dado para alimento de nuestras almas. Este pan de los fuertes nos consuela y suaviza las penas. Es el “pan de los viajeros”, mis hermanos, la llave que nos abrió el cielo.
“El que me reciba tendrá la vida eterna, el que no me reciba, morirá. El que recurra a este banquete sagrado hará nacer en él una fuente que brotará hasta la vida eterna” (cf. Jn 6,53-54), dice el Salvador. 
 
 
San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Sermón para la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d'Ars, Ste Jeanne d'Arc, 1982), trad.sc©evangelizo.org

jueves, 27 de abril de 2023




 

 "Este cáliz es la nueva alianza en mi Sangre, dice el Señor; haced esto, cada vez que lo bebáis, en memoria mía.” 


.....No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

Este pan vivo, que ha bajado del cielo; el que coma de él no morirá

“Tenía hambre, estaba desnudo, estaba desamparado. A mí me lo hicisteis” (Mt 25,40). El Pan de vida y el hambriento, pero un solo amor: solamente Jesús. Su humildad es realmente maravillosa. Puedo comprender su majestuosidad, su grandeza, porque él es Dios – pero su humildad sobrepasa mi comprensión, porque Él se convirtió en Pan de vida para que incluso un niño tan pequeño como yo pudiera comerlo y vivir.
Hace algunos días les estaba dando la santa comunión a nuestras hermanas en la Casa Madre, y de repente me di cuenta de que tenía a Dios entre los dedos. La grandeza de la humildad de Dios. Realmente “no hay amor más grande” – no hay amor más grande que el amor de Cristo (Juan 15,13) Estoy seguro de que a menudo vosotros experimentáis esta sensación de que tanto en vuestra predicación como entre vuestras manos, el pan se convierte en el cuerpo de Jesús y el vino en sangre de Jesús. ¡Qué grande debe ser vuestro amor por Cristo! No hay amor más grande que el amor de un sacerdote hacia Cristo, “su Señor y su Dios” (Juan 20,28).

 

  Santa Teresa de Calcuta (1910-1997)
fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
Carta a un sacerdote, 17/02/1978.evangelizo.org

domingo, 23 de abril de 2023

Camino de Emaús...


Camino de Emaús:

desánimo, desaliento y desesperanza, con d de diablo (con minúscula). "El que divide".

Ese era el equipaje de los apóstoles, que volvían cansados a Emaús, de vuelta de todo, tristes y confundidos. Se separaron del grupo del Cenáculo y de sus hermanos, los apóstoles. 

Como a ellos, el enemigo quiere abatirnos y dejarnos sin alegría también a nosotros, para que seamos incapaces de ver y creer la Resurrección, dando vueltas en círculo a nuestras historias antiguas.

Pero Cristo, al partir el Pan, nos recuerda que ya hemos sido comprados con el alto precio de su Sangre (con Mayúsculas), de tal modo que el maligno ya no tiene ningún poder sobre nosotros. Jesús Resucitado hace nuevas todas las cosas, verdaderamente. 

Que seamos capaces de llevar ánimo, aliento y esperanza a nuestros hermanos que deambulan arrastrando un lastre del que Jesús ya nos ha liberado, y mantengamos la unión de la Iglesia. 

Amén.

MISLopez 



sábado, 22 de abril de 2023

“Alégrate, María, 

llena de gracia, 

el Señor está contigo, 

bendita tú entre las mujeres.”  


 

Sábado de María

Muy hermosa eres, 
oh María, no hay en ti mancha alguna. 
Regocíjate, Virgen María. 
¡Regocíjate mil veces! 
 
Dios te salve, María...
 

 

viernes, 21 de abril de 2023

EN EL DESIERTO DE MI CORAZÓN

Hoy sé que mi vida es un desierto,
en el que nunca nacerá una flor, vengo a pedirte, Cristo jardinero,
por el desierto de mi corazón.

Para que nunca la amargura sea
en mi vida más fuerte que el amor, pon, Señor, una fuente de alegría
en el desierto de mi corazón.

Para que nunca ahoguen los fracasos
mis ansias de seguir siempre tu voz, pon, Señor, una fuente de esperanza en el desierto de mi corazón.

Para que nunca busque recompensa al dar la mano o al pedir perdón,
pon, Señor, una fuente de amor puro en el desierto de mi corazón.

Para que no busque a mí cuando te busco
y no sea egoísta mi oración, pon tu cuerpo, Señor, y tu Palabra
en el desierto de mi corazón.

Amén
 
 

 

miércoles, 19 de abril de 2023

Miércoles de San José

 Señálanos, Jesús, y dinos (en un poema, si pudiera ser), quién es el mejor padre terrenal, y el hombre más afortunado que jamás haya vivido.

Ahí va:

«Tú, José, en la penumbra de la historia ordinaria,
sumido en el oscuro silencio de lo íntimo,
difuminado casi en el paisaje humano
como una leve hierba en humilde pradera.

Tú, que entonabas salmos al ritmo de la azuela.
Tú, constructor de nidos en la hondura del alma
cuando tus ojos puros besaban las palabras
inquietas de la llama en el hogar sencillo.

Tú, José, de puntillas por las calles del hombre
para no enmudecer las risas de sus niños.
Tú, amigo de la estrella diminuta y perdida
cuando absorto mirabas el manto de la noche.

Tú, escondido y pequeño como esa estrella pura
que posaba en tus ojos otras estrellas niñas.
Tú mereciste ser morada de la Luz
cuando la Luz se hizo carne de nuestra carne.

La luz del ser inmenso no cabía en el brillo
de la soberbia humana que acongoja a los pobres.
La luz se deposita en los arroyos claros
para encender su cauce con estrofas serenas.»

–Rafael Matesanz Martín.

MISLopez 



martes, 18 de abril de 2023

Salvador del Mundo

 Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.

Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.

Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.

Divina Misericordia 



domingo, 16 de abril de 2023

DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA

Cuando los primeros mortales mancillaron la divina imagen con que fueron creados el corazón del Creador se conmovió al ver el llanto arrepentido de sus hijos.

Dios, invadido por una pena tan honda, se arrancó de su Alma las esencias del Amor y las vistió de consuelo.
Abandonaron el Paraíso dejando, tras de sí, la negra estela del pecado, pero el divino corazón, herido por la pena ajena, fijó su mirada sobre ellos e infundió en el ser humano ese mismo sentimiento que a Él le invadía: nació la Misericordia.
Y tan alto amor tiene Dios por el hombre, tan alta cima como es el Cielo le tiene reservada, que Él mismo se hizo la promesa de secar esas lágrimas ofreciendo las suyas, de saciar de esperanza al corazón que la perdiera, de mitigar el dolor de ese hombre inoculado por el pecado ofreciendo su propia vida, de llenar de oraciones esos vacíos del alma.
Y más allá de que sea el alma la que gima o el cuerpo el que sienta las heridas, Dios siempre tendrá dispuestas las manos para el rescate, abiertas las puertas para que, al cruzarlas, encontremos el bálsamo que las alivie: la Cruz en la que Él se inmoló.
Pero si ello no bastara, si el pensar en su sufrimiento no mitigara nuestro egoísta dolor, entonces, bastaría dejar la mirada en el Cielo, guardar silencio y escuchar esas silentes voces con las que Dios nos habla; bastaría eso para comprender que Dios también siente pena y que está dispuesto a ofrecernos su Alma, las esencias del Amor, vestirlas de consuelo y resarcir la ofensa que hicimos.
Y mientras, nos seguirá acompañando esa larga mirada que Dios dejó sobre los primeros mortales, nos invadirá el espíritu de ese Corazón que sintió pena y nunca nos abandonará esa promesa que hizo cuando vio, por primera vez, al hombre llorar.
La Misericordia de Dios, como su propia Naturaleza, es eterna; por lo tanto, siempre encontraremos en Él quién seque nuestras lágrimas.
 

Oración para ser misericordioso

“Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.

Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.

 


sábado, 15 de abril de 2023

En el corazón femenino de María, piedra angular de la Ciudad celeste

El amor redentor de Cristo sostiene la fidelidad de quienes han recibido, como la Virgen Soberana, el don del amor indiviso. “No se puede separar la pureza, que es amor, de la esencia de nuestra fe, que es caridad, estallido de amor constantemente renovado por Dios” (san Josemaría, Amigos de Dios, § 186). La castidad, en los diferentes estados de vida, hace más visible la imagen de Cristo, de la Iglesia y del Reino de los cielos definitivo. La santidad y la virginidad se besan en el corazón femenino de María, piedra angular de la Ciudad celestial.

La santidad de María, tesoro de la caridad hacia Dios y el prójimo, está asociada a su virginidad, don exclusivo de sí mismo con vistas a la encarnación del Verbo. Nuestra Señora une las dos prerrogativas en un grado “eminente y singular” (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, §63). La plenitud de la gracia de María es un dato inalienable de la fe. Además, su virginidad, primicia de la Nueva Alianza, es profesada en los símbolos antiguos.

La liturgia lo atestigua: santa porque, entre los elegidos, ella fue “la única que se elevó por debajo de Dios” (san Pedro Damián, Himno de la Asunción); virgen, porque "nunca alguien la precedió, ni habrá igual a ella en el futuro" (Caelius Sedulius, canto pascual 2, 69). Si la santidad de Nuestra Señora es honrada por varias festividades, su virginidad se destaca aún más, entre otras, en la presentación del Señor (Santa Sede, La piedad popular, §122).

Abad Fernandez

Opus Dei
 

 

Establecido sobre la roca de la fe en la resurrección

Eres establecido sobre la roca de la fe en la resurrección.
 
“Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos… Se apareció a Pedro y después a los Doce” (1 Cor 15,20.4). Si no crees en el testimonio único, he aquí doce testigos. Si no tienes fe en los doce, cree en los quinientos: “Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo” (1 Cor 15,6). (…)
Existen muchos testigos de la resurrección del Salvador. La luz de la luna llena, sexta noche de plena luna; la roca de la tumba que lo recibe (…); la piedra que corrieron que ha visto directamente al Señor, testigo directo de la resurrección y yace ahí hasta hoy. También los ángeles de Dios por su presencia son testigos de la resurrección del Hijo único.
 
Pedro, Juan y Tomás y todos los apóstoles. Los primeros porque corrieron al sepulcro y vieron los lienzos que lo habían envuelto en su sepultura, yacer en el suelo después de la resurrección. Los otros, porque palparon sus manos y pies, contemplaron el lugar de los clavos y todos juntos beneficiaron del soplo del Salvador y recibieron la fuerza del Espíritu Santo con el poder y honor de perdonar los pecados.
Otros testigos: las mujeres que se tomaron de sus pies y contemplaron la importancia del temblor de tierra, el esplendor del ángel y los lienzos que Cristo resucitado se había quitado y había dejado ahí. (…) Testigo también fue Pedro, que sin dudas había renegado tres veces pero al que tras la triple declaración, le fue propuesto apacentar a las ovejas místicas. (…)
 
Entonces, tienes cantidad de testigos
 
San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal n°14 (Les catéchèses, coll. Les Pères dans la foi n° 53-54, Migne, 1993), trad.sc©evangelizo.org
 

viernes, 14 de abril de 2023

Tira la red a estribor y encontrarás algo...

Juan 21:1-14

Reflexión sobre el cuadro

En nuestro lienzo pintado por el círculo de Jacopo Tintoretto vemos a Cristo resucitado representado a contraluz por el sol naciente a orillas del lago de Galilea. Desde la orilla se dirige a los discípulos, que pescan en su barca. Como nos dice la lectura del Evangelio de hoy, habían estado pescando toda la noche sin éxito. Cristo les dijo que echaran las redes a la derecha de la barca, donde la pesca sería abundante. Pedro, al ver a Cristo, salta al agua para nadar hasta la orilla. Desde la izquierda de nuestro cuadro, la luz del día entra, empezando a iluminar las olas y el cielo.

Que los discípulos volvieran a pescar después de la resurrección nos dice mucho sobre su mentalidad. Jesús les había llamado a abandonar su profesión unos años antes, y ahora que Jesús había muerto en la cruz, no había nada que hacer más que volver a lo que mejor sabían hacer. Estaban mirando hacia atrás, intentando volver a su pasado. Jesús, en la lectura del Evangelio, les dijo que hicieran exactamente lo contrario: ¡que miraran hacia delante y se centraran en el futuro!

El Señor resucitado los redirigió amorosamente. ¿Cómo? Simplemente los invitó: "Venid a desayunar". Compartió la comunión con ellos.

En estos días posteriores a la Pascua, también nosotros estamos invitados a echar las redes en una dirección tal vez diferente y a mirar hacia delante, hacia la misión a la que estamos llamados para el resto de este año.

by Patrick van der Vorst 
 
 

Cristo en el Mar de Galilea,
Pintado por el Círculo de Jacopo Tintoretto (1519 - 1594),
Alrededor de 1570
Óleo sobre lienzo
© National Gallery of Art, Washington

miércoles, 12 de abril de 2023

Miércoles de San José

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, …sino que su gozo es la ley del Señor. 

Dichoso el que ha puesto su morada en la casa de Jesús, María y José en Nazaret."

Allí encontrará a Dios, que convive en dimensiones humanas con los hombres sus hermanos. Y también podemos preguntarnos: ¿Quién será feliz en la vida? La respuesta será siempre: quien se complace en la ley del Señor Jesús. 

Será dichoso quien vive con Jesús, María y José en Nazaret; quien hace suyo el habitar en una casa en la cual puede convivir con Dios.

Fuente:

https://www.fsfbelley.net/los-salmos-leidos-en-nazaret/

MISLopez 



El pasado ha muerto.

Cristo ha resucitado y este es un buen momento para resucitar también nosotros, dejando nuestro pasado atrás y lanzándonos hacia adelante con esperanza.

Porque muchas veces somos como la mujer de Lot, que por volverse a mirar atrás, lo que dejaba, se convirtió en estatua de sal. Dios le había dicho que no volviera la vista atrás, pero ella no obedeció.
A nosotros también hoy el Señor nos quiere decir que miremos hacia adelante y no volvamos nunca más la mirada hacia atrás, hacia el pasado, porque el pasado ha muerto.
Si hacemos así, entonces seremos como esas mariposas que salen volando con sus espléndidas alas, sin acordarse nunca más de que fueron unos simples gusanos.
También nosotros tenemos que dejar nuestro pasado en la Misericordia de Dios, que lo ha cancelado para siempre y ya no piensa más en él, y no quiere tampoco que nosotros pensemos en él.
Dios vive en un eterno presente, y también nosotros debemos vivir bien el momento presente, confiando en la Divina Providencia que nos irá guiando y preparando todo en el camino de la vida.
Hay alguien que está muy deseoso de que nos anclemos en el pasado, y es el demonio, porque cuando queremos emprender algo o tener una iniciativa, y vivir en paz, nos trae a la memoria nuestros errores pasados, nuestras infidelidades, y nos dice: “¿Pero te acuerdas de esto y de aquello otro? ¿Tú no puedes hacer esto?”, etc. Y muchas veces el diablo consigue su cometido que es el de amilanarnos y acobardarnos, y amargarnos la vida. No le demos el gusto, y mirando solo la bondad de Dios y su misericordia, lancémonos a vivir la vida con paz y alegría, porque no hay cosa que más odie Satanás que la paz y la alegría de un alma, y por eso trata de destruir ambas cosas en los corazones.

domingo, 9 de abril de 2023

¿Conoces la oración del Regina Coeli?

 Es el nombre de una oración mariana y cristológica de la Iglesia católica en honor de la Virgen. Son las palabras latinas con que abre el himno pascual a la Santísima Virgen María, para felicitar a María por la resurrección de su Hijo.


 

FELIZ PASCUA DE RESURRECIÓN


 



 

sábado, 8 de abril de 2023

𝗢𝗥𝗔𝗖𝗜Ó𝗡 𝗔 𝗟𝗔 𝗠𝗔𝗗𝗥𝗘 𝗗𝗢𝗟𝗢𝗥𝗢𝗦𝗔

 Dulce María, Madre del verbo Divino, te acompañamos en este dolor, en este momento de silencio...


Oh, Virgen Santísima y afligida, Madre de dolores, Reina de los Mártires, que estuviste bajo la cruz, presenciando la agonía de tu Hijo moribundo, mira hacia abajo con la ternura y la piedad de una madre mientras nos arrodillamos ante ti para venerar tus 7 dolores, y colocamos nuestras peticiones, con confianza filial, en el santuario de tu corazón herido. Preséntalas en nuestro nombre a Jesús, por los méritos de su santísima Pasión y Muerte, junto con tus sufrimientos al pie de la cruz, y por la eficacia unida de ambos, consíguenos el favor que humildemente te pedimos. ¿A quién iremos en nuestras necesidades y miserias si no es a ti?

Oh Madre de Misericordia, que habiendo bebido tan profundamente del cáliz de tu Hijo, alivia con gracia los sufrimientos de los que aún suspiran en esta tierra de exilio.

Te rogamos, por los méritos de las lágrimas que derramaste en esos tiempos terribles y dolorosos, que me consigas a mí, y a todos los pecadores del mundo, la gracia de una completa sinceridad y arrepentimiento de los pecados. 

Amén

Píldoras de Fe

La muerte del Hijo y la soledad

Con exquisito realismo describe Lope de Vega la soledad de la Virgen María:

“Sin esposo, porque estaba José
de la muerte preso;
sin Padre, porque se esconde;
sin Hijo, porque está muerto;
sin luz, porque llora el sol;
sin voz, porque muere el Verbo;
sin alma, ausente la suya;
sin cuerpo, enterrado el cuerpo;
sin tierra, que todo es sangre;
sin aire, que todo es fuego;
sin fuego, que todo es agua;
sin agua, que todo es hielo”.

Cuando desaparece de la vida alguien a quien hemos amado o que ocupaba un espacio agradable en nuestra vida, nos invade una sensación de soledad, un vacío que nos sume en la tristeza. Y, si ocupaba una parte importante de nuestra vida, nos vemos perdidos y sin las referencias en las que nos apoyábamos para afrontar las dificultades. Somos seres sociales que necesitamos de los demás para cubrir la necesidad de afecto.  

También María era una mujer humana. Cuando perdió a su Hijo en Jerusalén sufrió el miedo y cuando su Hijo se despidió de ella sintió la soledad. Pero aquel sábado era distinto. Entonces... Seguir leyendo

 

Sábado Santo

 


Veo tu mano, y me admiro contemplando lo que es el amor; recuerdo tu mano y quisiera acariciarla para darle consuelo en medio de tanto dolor. Tu Mano es la mano a la que siempre quiero asir para estar contigo y decirte cuánto te admiro y amo: ¡Gracias por tu amor!

 Maronitas

Con María, vivamos el Sábado Santo en la espera

El papa Francisco pide a los bautizados que aprovechen la gracia de cada día del Triduo y en particular que “reflexionen bien sobre cómo vivió la Virgen María este Sábado Santo: en la espera”:

«El Sábado Santo es el día del silencio de Dios. Debe ser un día de silencio y debemos hacer todo lo posible para que para nosotros sea precisamente un día de silencio, como lo fue entonces: el día del silencio de Dios. Colocado en el sepulcro, Jesús comparte con toda la humanidad el drama de la muerte.

Es un silencio que habla y expresa el amor solidario con los abandonados para siempre, a los que el Hijo de Dios llega llenando el vacío que solo la misericordia infinita de Dios Padre puede colmar. Dios está en silencio, pero por amor. En este día, el amor, este amor silencioso, se convierte en la expectativa de vida en la Resurrección.

Meditemos el Sábado Santo: nos hará bien pensar en el silencio de la Virgen María, “la que creyó” y que, en silencio, esperaba la Resurrección. La Virgen María debe ser la imagen, para nosotros, de este Sábado Santo. Pensemos bien en cómo vivió la Virgen María este Sábado Santo: en la espera. Es el amor que no duda, sino que espera en la palabra del Señor para que se manifieste y resplandezca en el día de Pascua».



Catequesis del 23 de marzo de 2016, sobre el Triduo pascual y la misericordia

Adaptado de: fr.zenit.org 

 


 

viernes, 7 de abril de 2023

VIERNES SANTO

Son las tres del mediodía.
Tiembla la tierra como si le hubieran arrancado el alma o herido el corazón y lanza un estremecedor grito llamando a las sombras para que sean dueñas y roben la vida del Sol.
El aire se llena de lamentos, de confusos alaridos en los que se funde la tragedia y la desesperación.
Golpes de pecho que dejan un dolorido eco que suena a castigo mientras un furioso viento envuelve y mezcla todos esos sentimientos que nacen de una injusta tragedia.
Esa misma tierra que está saboreando la muerte abre los oscuros rincones de su vientre y resucita aquellos cuerpos y almas que esperaban la Vida.
Y en medio de este holocausto en el que unas almas aterradas huyen y otras, felices, buscan el Cielo, se dibuja en la cima del Calvario una cruz: la del Cristo Nazareno.
La cabeza, inclinada, descansa sobre un pecho que siente la soledad de un corazón muerto y la ausencia de un Alma que ha descendido a los infiernos para liberar a quienes esperaban este momento.
Su cuerpo, hace un instante tembloroso, ya descansa de su sufrimiento.
La sangre, aún caliente, resbala sobre una piel, o lo que queda de ella, que ya no siente las heridas.
Cristo ha muerto y, poco a poco, se hace el silencio.
Solo resuenan aislados llantos, pisadas que se retiran con la conciencia herida, la fría y metálica voz de las armas que recogen los romanos; hasta aquellas triunfantes sonrisas de los fariseos labios asoman dubitativas y con cierta vergüenza.
Los hay que no quieren volver la vista al cruel escenario, los hay que no ven lo que miran porque el dolor les ciega, y los hay, como María, que no apartan sus ojos del Hijo aunque una espada le esté traspasando el alma.
¡Qué lejos queda esa anunciada esperanza de la Resurrección!
En medio de ese humano dolor, no hay corazón que lo resista ni alma que vea, en el Cielo, a ese crucificado Dios; salvo la de María, aunque sea presa del materno dolor.
Pero hoy solo es día de masticar ese silencio que deja la muerte de Dios.
Sí, llegará el momento que haga olvidar, comprender esta tragedia, pero, hoy, también mi alma la ocupan las sombras y suena en ella el confuso eco de una conciencia herida, de gemidos, de lamentos, de suspiros, de tragedia, de...
Y en medio de este holocausto, se dibuja, en la cima del Calvario, una cruz: la del Cristo Nazareno.
Cristo ha muerto.
Se hace el silencio...... 
 

 

jueves, 6 de abril de 2023

«Los amó hasta el extremo»

¡Qué amor, qué caridad la de nuestro Señor Jesucristo al escoger la vigilia del día en que habían de hacerle morir para instituir un sacramento por el cual iba a quedarse entre nosotros, para ser nuestro Padre, nuestro Consolador y toda nuestra felicidad! Más felices somos nosotros que los que vivían en tiempo de su vida mortal en que él no estaba en un lugar fijo, en que era necesario desplazarse lejos para tener la dicha de verle; hoy le encontramos en todas los lugares del mundo, y esta dicha se me ha prometido ser realidad hasta que se acabe el mundo. ¡Oh amor inmenso de un Dios por sus criaturas!

No, nada puede hacerle parar cuando se trata de mostrarnos la grandeza de su amor. En este momento, dichoso para nosotros, toda Jerusalén esta ardiendo, todo el populacho hecho una furia, todos conspiran su perdición, todos quieren se derrame su sangre adorable –y es precisamente en este momento- que él les prepara, igual que a nosotros, la prueba más inefable de su amor.

San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Sermón para el Jueves Santo
evangelizo.org

«Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros».

Señor, tú tienes deseos de nosotros, de mí. 
Tú has deseado darte a nosotros en la santa Eucaristía, de unirte a nosotros. 
Señor, suscita también en nosotros el deseo de ti. Fortalécenos en la unidad contigo y entre nosotros. Da a tu Iglesia la unidad, para que el mundo crea. 
Amén.
 
Benedicto XVI
 

 

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