Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

martes, 31 de mayo de 2022

¡Bendita tú eres entre todas las mujeres!

Vuelve tus ojos a la Virgen y contempla cómo vive la virtud de la lealtad. Cuando la necesita Isabel, dice el Evangelio que acude «cum festinatione», –con prisa alegre. ¡Aprende! (Surco, 371)


Ahora, niño amigo, ya habrás aprendido a manejarte. –Acompaña con gozo a José y a Santa María... y escucharás tradiciones de la Casa de David:

Oirás hablar de Isabel y de Zacarías, te enternecerás ante el amor purísimo de José, y latirá fuertemente tu corazón cada vez que nombren al Niño que nacerá en Belén...

Caminamos apresuradamente hacia las montañas, hasta un pueblo de la tribu de Judá. (Luc., I, 39.)

Llegamos. –Es la casa donde va a nacer Juan, el Bautista. –Isabel aclama, agradecida, a la Madre de su Redentor: ¡Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre! –¿De dónde a mí tanto bien, que venga la Madre de mi Señor a visitarme? (Luc., I, 42 y 43.)

El Bautista nonnato se estremece... (Luc., I, 41.) –La humildad de María se vierte en el Magníficat... –Y tú y yo, que somos –que éramos– unos soberbios, prometemos que seremos humildes. (Santo Rosario, 2º misterio gozoso)
 


 

Proclama mi alma la grandeza del Señor

Después de veinte siglos, la fuente del gozo cristiano no ha cesado de brotar en la Iglesia, y especialmente en el corazón de los santos...En primera fila está la Virgen María, llena de gracia, la Madre del Salvador. Acogiendo el anuncio de lo alto, esclava del Señor, esposa del Espíritu Santo, madre del Hijo eterno, deja estallar su gozo ante su prima Isabel que celebra su fe: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, mi espíritu se goza en Dios mi salvador... Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada».


Ella ha captado, mejor que todas las demás criaturas, que Dios hace maravillas: su nombre es santo, muestra su misericordia, enaltece a los humildes, es fiel a sus promesas. No es que para María el desarrollo aparente de su vida salga de la trama ordinaria, sino que medita los más mínimos signos de Dios, repasándolos en su corazón (Lc 2, 19.25). No es que los sufrimientos le sean ahorrados, en absoluto: permanece de pie junto a la cruz, asociada eminentemente al sacrificio del Servidor inocente, madre de dolores. Pero está también abierta al gozo sin medida de la Resurrección; ha sido también elevada en cuerpo y alma hasta la gloria del cielo. Primera rescatada, inmaculada desde el momento de su concepción, incomparable morada del Espíritu, habitáculo purísimo del Redentor de los hombres, es al mismo tiempo la Hija muy amada de Dios y, en Cristo, la Madre universal. Es el símbolo perfecto de la Iglesia terrestre y glorificada.

 
Que resonancia tan maravillosa adquieren, en su existencia singular de Virgen de Israel, las palabras proféticas que ser refieren a la nueva Jerusalén: «Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios, porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como un novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas» (Is 61,10).

 

 San Pablo VI
papa 1963-1978
Exhortación apostólica sobre el gozo cristiano «Gaudete in Domino»

evangelizo,org
 

lunes, 30 de mayo de 2022

Escuchen el lamento de las almas en pena

"Nosotros alguna vez fuimos hombres y mujeres como ustedes - vivíamos en el mundo de Dios. Reíamos y llorábamos como ustedes - pecábamos y hacíamos nuevos propósitos como ustedes. Teníamos amigos - padres, hogares. Vimos el amanecer y la nieve - el maravilloso mundo hecho por Dios. Alguna vez fuimos cristianos como ustedes - fuimos bautizados, confirmados, comunicados - escuchamos sermones, dijimos nuestras oraciones - Pero - estamos aquí.

Tengan cuidado, tengan cuidado, para que vosotros no vengáis a este lugar de tormento."
R.H.Benson, Sermon Notes, 1917
 
 

 

En el mundo, tendréis luchas, pero tened confianza: yo he vencido al mundo

Aunque amemos la paz y tengamos esperanza en el fondo del corazón de que nuestra acción en favor de la paz no será inútil, ni vosotros ni yo podremos eludir las presiones de este tiempo.

 
Esto significa que no podemos liberarnos de la duda de que, según las leyes de la historia, algo pueda cambiar: una guerra sucede a otra guerra, y cada vez, esto es un golpe mortal para la causa de la paz. Vivimos todavía demasiado bajo la influencia de los que afirman que los que quieren la paz deben armarse para vencer la guerra...
 
Es notable de comprobar que en el curso de los siglos, brotan constantemente héroes de paz, predicadores del mensaje de paz... Encontramos a estos mensajeros, estos apóstoles de la paz en todo tiempo y en todo lugar. Y en nuestros días, por suerte, no carecemos de eso. Pero ningún mensajero de la paz, ha encontrado un eco más vasto que aquel al que llamamos el Rey de la paz (Is 9,5). Permitidme recordaros quién es este mensajero. El día de Pascua, parecía que los apóstoles habían perdido toda esperanza desde la muerte de Cristo en la cruz. Mientras que a los ojos del mundo la misión de Cristo había terminado, había fracasado, era incomprendida, él apareció en medio de sus apóstoles reunidos en el Cenáculo por temor a los enemigos, y, en lugar de declaraciones belicosas contra sus adversarios, ellos escuchan decir: "Os dejo mi paz, os doy mi paz. No os la doy como la da el mundo" (Jn 14,27)...
 
Querría repetir esta palabra, hacerla resonar en el mundo entero, sin preocuparme de quién la escuchará. Querría repetirla tan a menudo que, aunque la neguemos, lográramos escucharla hasta que todos nosotros la hayamos oído y comprendido.
 
 
San Tito Brandsma (1881-1942)
carmelita holandés, mártir
Conferencia «Paz y amor por la paz» del 11/11/1931

Oración

Oh Jesús, Redentor nuestro amabilísimo, que habiendo venido a iluminar al mundo con la doctrina y con el ejemplo, habéis querido pasar la mayor parte de vuestra vida, humilde y sujeto a María y a José en la pobre casa de Nazaret, santificando a aquella Familia que había de ser el modelo de todas las familias cristianas; acoged benigno la nuestra, que ahora se dedica y consagra a Vos.

Dignaos protegerla, guardarla y establecer en ella vuestro santo temor, con la paz y concordia de la caridad cristiana, para que imitando el ejemplo divino de vuestra Familia, pueda alcanzar toda entera, sin faltar uno solo, la eterna bienaventuranza.
María, Madre de Jesús y Madre nuestra, con vuestra piadosa intercesión haced que sea aceptable a Jesús esta humilde ofrenda, y obtenednos su gracia y bendición.
Oh San José, custodio Santísimo de Jesús y de María, socorrednos con vuestras plegarias en todas las necesidades espirituales y temporales, a fin de que en unión con María y con Vos, podamos bendecir eternamente a nuestro divino Redentor Jesús. Así sea
 
 


domingo, 29 de mayo de 2022

La Ascención

El amor de Jesús por nosotros también se puede ver en esto: la suya es una presencia que no quiere restringir nuestra libertad. Al contrario, nos hace un espacio, porque el verdadero amor siempre genera una cercanía que no aplasta, sino que nos hace protagonistas.

Así, ante los ojos del Padre, están y estarán siempre, con la humanidad de Jesús, nuestras vidas, nuestras esperanzas, nuestras heridas. Así, al hacer su ‘éxodo’ al cielo, Cristo ’nos abre camino’, va a preparar un lugar para nosotros y, desde ahora, intercede por nosotros, para que siempre estemos acompañados y bendecidos por el Padre.
 
 

 

La alegría por la felicidad de Dios

“¡El Señor asciende entre aclamaciones! Asciende al sonido de trompetas. ¡Canten, canten a nuestro Dios! ¡Canten, canten a nuestro Rey!” (Sal 47(46),6-7). (…) Los últimos versículos de este salmo se aplican a la gloria de Dios y, particularmente, a la Ascensión de nuestro Señor: “El Señor asciende entre aclamaciones”.

Está en la tierra y en el cielo, el fundamento sólido e inquebrantable de nuestra alegría: la felicidad que Dios es Dios, la felicidad que nuestro Señor “resucitó y no morirá nunca más” (Rom 6,9) y es eternamente bienaventurado. ¡Gracias mi Dios por darnos esta fuente infinita de alegría, ponerla en tus santos libros, en la santa liturgia y verterla por gracia en nuestros corazones, haciéndonos comprender y gustar esta bienaventurada verdad! ¡Qué bueno eres en compartirnos desde este exilio y en la medida de nuestro amor, la felicidad de los bienaventurados del cielo! (…)
 
Sobre la tierra habrá sombras, pero que esta visión de paz y felicidad infinita ponga en nuestras almas un fondo de paz y de felicidad invariable, que nada puede sacar, ya que su fundamento es eterno. Lleguen las tristezas si deben venir, Jesús las ha tenido. Pero que ellas estén sólo en la superficie de nuestras almas, que el fondo permanezca invariablemente sereno, cómo el fondo del alma de Jesús, siempre unido al Padre, siempre en posesión de la visión beatífica. No tenemos aún esta visión, es cierto, pero tenemos como el alba, la aurora. 
 
San Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
§ 92, salmo 46 (Méditations sur les psaumes, Nouvelle Cité, 2002), trad. sc©evangelizo.org



 

Oración

 AMOR del Corazón de Jesús, Abrasad mi corazón.

HERMOSURA del Corazón de Jesús, Cautivad mi corazón.

BONDAD del Corazón de Jesús, Atraed mi corazón.

CARIDAD del Corazón de Jesús, Derramaos en mi corazón.

CLEMENCIA del Corazón de Jesús, Consolad mi corazón.

DOMINIO del Corazón de Jesús, Sujetad mi corazón.

DULZURA del Corazón de Jesús, Penetrad mi corazón.

EQUIDAD del Corazón de Jesús, Reglad mi corazón.

ETERNIDAD del Corazón de Jesús, Llenad mi corazón.

FIDELIDAD del Corazón de Jesús, Proteged mi corazón.

FUERZA del Corazón de Jesús, Sostened mi corazón.

GLORIA del Corazón de Jesús, Ocupad mi corazón.

GRANDEZA del Corazón de Jesús, Confundid mi corazón.

HUMILDAD del Corazón de Jesús, Anonadad mi corazón.

INMUTABILIDAD del Corazón de Jesús, Fijad mi corazón.

JUSTICIA del Corazón de Jesús, No abandonéis mi corazón.

LIBERALIDAD del Corazón de Jesús, Enriqueced mi corazón.

LUZ del Corazón de Jesús, Iluminad mi corazón.

MISERICORDIA del Corazón de Jesús, Perdonad mi corazón.

OBEDIENCIA del Corazón de Jesús, Someted mi corazón.

PACIENCIA del Corazón de Jesús, No os canséis de mi corazón.

PRESENCIA del Corazón de Jesús, Aficionad mi corazón.

PROVIDENCIA del Corazón de Jesús, Velad sobre mi corazón.

REINO del Corazón de Jesús, Estableceos en mi corazón.

SABIDURÍA del Corazón de Jesús, Conducid mi corazón.

SANTIDAD del Corazón de Jesús, Purificad mi corazón.

SILENCIO del Corazón de Jesús, Hablad a mi corazón.

CIENCIA del Corazón de Jesús, Enseñad a mi corazón.

PODER del Corazón de Jesús, Asegurad mi corazón.

VOLUNTAD del Corazón de Jesús, Disponed de mi corazón.

CELO del Corazón de Jesús, Devorad mi corazón.

 

OREMOS

Oh Dios todopoderoso y eterno, mira el Corazón de tu amantísimo Hijo, las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te ofrece y concede el perdón a éstos que piden misericordia en el nombre de tu mismo Hijo, Jesucristo, el cual vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén

IcD=S


sábado, 28 de mayo de 2022

Mi guía y soberana

Oh Señora mía, Santa María: hoy y todos los días y en la hora de mi muerte, me encomiendo a tu bendita fidelidad y singular custodia, y pongo en el seno de tu misericordia mi alma y mi cuerpo; te recomiendo toda mi esperanza y mi consuelo, todas mis angustias y miserias, mi vida y el fin de ella: para que por tu santísima intercesión, y por tus méritos, todas mis obras vayan dirigidas y dispuestas conforme a tu voluntad y a la de tu Hijo. Amén.

 

“Perdida está el alma que antepone la salud a la santidad” 
 
San José de Calasanz
 
 
Cuando estais enfermos en el cuerpo acudíd al médico y buscaís medicina, pero cuando estais enfermo del alma, ni te esforzáis por encontrar la medicina espiritual que alivia no solo al alma, sino también al cuerpo.
Buscad al médico y que Él te sane, te cure, te alivie y te unja con el bálsamo de la Gracia.
Procura pues, estar sano en el alma y en el cuerpo, mente, corazón y espíritu.
 
 

 

Reflexión

 "Un señor que tenía muchos hijos, accediendo a la vocación religiosa de una de las hijas, la ingresó en un monasterio que se encontraba a la sazón completamente relajado, pues las religiosas sólo respiraban vanidad y frivolidad. El confesor, hombre fervoroso y devoto del santo Rosario, deseando dirigir a esta joven religiosa a la práctica de vida más perfecta, le ordenó rezar todos los días el Rosario en honor de la Santísima Virgen, meditando la vida, pasión y gloria de Jesucristo. Le agradó a ella mucho esta devoción, y poco a poco fue aborreciendo la relajación de sus hermanas, y empezaron a gustarle el silencio y la oración, a pesar del desprecio y burlas de otras religiosas, que interpretaban su fervor como gazmoñería. Habiendo ido por aquellos días a visitar el monasterio un santo abad, tuvo una extraña visión mientras oraba; le pareció ver una religiosa en oración en su celda ante una Señora de admirable hermosura, acompañada de un coro de ángeles, los cuales, con flechas encendidas, arrojaban multitud de demonios que pretendían entrar; y estos espíritus malignos huían a las celdas de las demás religiosas, en figura de sucios animales, para excitarlas al pecado en que muchas de ellas consentían.Conoció el abad por esta visión el mal espíritu de este monasterio y creyó morir de pena; llamó a la joven religiosa y la exhortó a la perseverancia. Reflexionando sobre la excelencia del santo Rosario, resolvió reformar estas religiosas con tal devoción; adquirió para ello hermosos rosarios, que regaló a todas las religiosas, persuadiéndolas que lo rezasen todos los días y prometiéndoles, si así lo hacían, no violentarlas para que se reformasen.
Recibieron complacidas los rosarios y prometieron rezarlo con esa condición. ¡Cosa admirable!: poco a poco dejaron sus vanidades, se dieron al recogimiento y al silencio y en menos de un año pidieron ellas mismas la reforma. EL ROSARIO PUDO EN SUS CORAZONES MÁS DE LO QUE HUBIERA CONSEGUIDO EL ABAD CON SUS EXHORTACIONES Y AUTORIDAD.”


Obras de San Luis María G. de Montfort, BAC, 1953, página 368.

Intimidad con Dios=Santidad 

 


 

Rezar con confianza y perseverancia


Recen con mucha confianza. Ella está fundada en la bondad y generosidad infinitas de Dios y en las promesas de Jesucristo. (…)
El deseo más grande que tiene para nosotros el Padre eterno es de comunicarnos las aguas salvadoras de su gracia y misericordia. Él exclama: “Vengan a beber mis aguas con la oración”. Cuando no rezamos, se lamenta diciendo que lo abandonamos: “Me abandonaron a mí, la fuente de agua viva” (Jer 2,13). Agradamos a Jesucristo cuando le pedimos sus gracias. Si no lo hacemos, se queja con amor: “Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen a la puerta y se les abrirá” (cf. Jn 16,14; Mt7,7; Lc 11,9; Apoc 3,20). Para darnos más confianza al rezar, se ha comprometido con su palabra, afirmando que el Padre eterno nos acordará todo lo que le pediremos en su Nombre.
A nuestra confianza sumemos la perseverancia en la oración. Sólo quien persevere para pedir, buscar y llamar, será el que recibirá, encontrar á y entrará.
 
 San Luis María Grignion de Monfort (1673-1716) predicador
fundador de comunidades religiosas
Los secretos del rosario (“Le secret du Rosaire”, Traditions monastiques, 2003), trad. sc©evangelizo.org

viernes, 27 de mayo de 2022

Nadie os quitará vuestra alegría

Estas palabras del Salvador: «Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría» no deben ser referidas a este tiempo en que, después de su resurrección, se dejó ver en su misma carne por sus discípulos y les dijo que le tocaran, sino a ese otro tiempo del cual él mismo ya había dicho: «El que me ama, lo amará mi Padre y lo amaré yo y me mostraré a él» (Jn 14,21). Esta visión no es para esta vida sino para la vida del mundo venidero. No es por un tiempo sino que no tendrá fin. «La vida eterna es que te conozcan a ti al único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo» (Jn 17,3). El apóstol Pablo dice sobre esta visión y conocimiento: «Ahora vemos como en un espejo de adivinar, entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora inmaduro, entonces podré conocer como Dios me conoce» (1C 13,12).
Este es el fruto del trabajo de la Iglesia, ésta lo da a luz ahora en el deseo, entonces lo dará a luz en la visión; ahora en el dolor, entonces en el gozo, ahora en la súplica, entonces en la alabanza. Este fruto no tendrá fin porque nada nos va a satisfacer sino lo que es infinito. Es ese deseo el que hizo decir a Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14,8).
 
 
San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermones sobre san Juan, nº 101

jueves, 26 de mayo de 2022

Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría

“Al ir iban llorando, llevando la semilla” ¿Van a llorar siempre? Ciertamente no: “Al volver vuelven cantando, trayendo sus gavillas” (Sal 125,8). Y tendrán razón de alegrarse porque traerán gavillas de gloria. Pero, me diréis, eso no llegará hasta el último día, cuando la resurrección, y la espera es muy larga. No perdáis el ánimo, no cedáis a estos infantilismos. Esperando, recibiréis “las primicias del Espíritu” (2Co 1,22), suficientes para sembrar desde hoy en el gozo. Sembrad en justicia, dice el Señor, y cosecharéis la esperanza de la vida. Ya no os envía al último día, en el que todo os será dado realmente y ya no sólo en esperanza. Os habla del presente. Ciertamente, nuestro gozo será grande, nuestra alegría infinita, cuando empezará la verdadera vida. Pero la esperanza de un gozo tan grande no se puede dar sin gozo ya desde ahora.

  San Bernardo (1091-1153)
monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Homilías sobre el Cantar de los Cantares, nº 37

evangelizo.org

miércoles, 25 de mayo de 2022

Miércoles de San José

Todos pueden encontrar en san José —el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad. 

San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación. 

CARTA APOSTÓLICA PATRIS CORDE DEL SANTO PADRE FRANCISCO CON MOTIVO DEL 150.° ANIVERSARIO DE LA DECLARACIÓN DE SAN JOSÉ COMO PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL. 8 DE DICIEMBRE DE 2020.

MISLopez



Riega nuestra aridez

25 de Mayo

El Espíritu Santo también es como una lluvia, agua que penetra la tierra seca. Somos tierra que cruje y que llora, seca y agrietada. Pero cuando llueve la gracia, nuestro desierto reverdece y se llena de flores, rebosa de vida.

Nosotros hemos regalado nuestra vida a tantas cosas de este mundo, hemos desgastado nuestras energías en tantas tonterías que nos han dejado secos por dentro, sin vida, sin amor, sin hermosura.

Invoquemos al Espíritu Santo para que se derrame como lluvia fecunda, para que haga brotar las semillas buenas que él mismo puso en nosotros.

Él lo ha prometido: "Derramaré agua sobre el suelo sediento y torrentes sobre la tierra seca" (lsaías 44,3).

Pidámosle que riegue, que refresque, que renueve con sus gotas divinas, que nos devuelva la vitalidad y la energía, que resucite nuestros sueños y nuestra esperanza. Así se cumplirá la promesa del profeta Oseas:

"Seré como rocío para Israel. Él florecerá como el lirio, y hundirá sus raíces como el Líbano. Sus ramas se desplegarán y su esplendor será como el olivo. Estará perfumado como el Líbano, volverán a sentarse a su sombra, harán crecer el trigo, florecerán como la vid" (Oseas 14,6-8).

 5 Minutos con el Espíritu Santo 
(Mons. Víctor Manuel Fernández)

Puede adquirir el libro en la tienda de Amazon oficial del Monseñor:

 https://tinyurl.com/5MES02 .

 




El Espíritu de la verdad de lo mío y se lo anunciará a ustedes.

El Paráclito, el Consolador que es una sola cosa con el Hijo, siendo el Espíritu que procede del Hijo ¿cómo, manifestándose él mismo, habría podido hacer otra cosa que manifestar el Hijo al mundo? ¿Cómo podía hacer otra cosa que proyectar una luz nueva sobre aquel cuya muerte en cruz abrió al Espíritu Santo el acceso al corazón del hombre?...

Cristo mismo ¿no dijo a sus apóstoles: ‘él me glorificará.'? ¿Cómo glorifica el Espíritu al Hijo de Dios? Revela que aquel que se tenía por hijo del hombre es el Hijo único de Dios. Nuestro Señor había declarado todo lo que nos hacía falta, pero sus apóstoles no lo habían comprendido. Incluso, confesando su fe con convicción bajo la acción secreta de la gracia, no comprendieron todo lo que ellos afirmaron...
¿No tuvo a bien el Salvador velar su secreto? ¿No parece que él haya querido que conociéramos su secreto, no en un principio sino después? Como si sus palabras tuvieran que esperar todavía mucho tiempo para adquirir su interpretación divina. Esto es lo que el Señor reservó para el momento de la venida de aquel que él enviaría. El Espíritu revelará a plena luz sus palabras... Sólo después de la Resurrección de Cristo, e incluso después de la Ascensión, el Espíritu desciende sobre ellos. Entonces los apóstoles comprenden, por fin, quien había estado con ellos.
 
 
San John Henry Newman (1801-1890)
teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
PPS IV, 17; 17 de mayo 1837)
 

 

martes, 24 de mayo de 2022

Madre Auxiliadora

 Nosotros, hijos y consagrados de Nuestra Señora, debemos entablar la lucha contra el pecado, mortal y venial, del espíritu y de la carne, de orgullo y de lujuria, de injusticia y de intemperancia; contra el pecado de toda naturaleza y de todo nombre. Juntamente con Satán, el pecado es para nosotros el enemigo número uno. Fortalezcamos nuestra voluntad en el firmísimo propósito de no admitir jamás el pecado en nuestra vida, sobre todo de propósito plenamente deliberado. Y estemos decididos a apartar y recortar de nuestra vida todo lo que de algún modo pudiese inclinarnos del lado de Satán...

 
J M Hupperts

MARIA MADRE AUXILIADORA, HOY MÁS QUE NUNCA NECESITAMOS DE TU PROTECCIÓN MATERNAL

VEN EN NUESTRO AUXILIO.



 

ORACIÓN

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor. Lucas 4,18-19
Te damos gracias, amado Padre que estás en el cielo, por las muchas veces que nos permites experimentar que no debemos perder las esperanzas por causa de la oscuridad, la debilidad ni la enfermedad. Tú escuchas los deseos de nuestros corazones. Cuando amamos al Salvador y alabamos su nombre, tú nos amas por causa de lo que nosotros amamos. Permítenos seguir en este espíritu. Ven a nosotros con muchas pruebas de tu poder, para gloria de tu nombre. Hazte presente en el silencio interior del corazón, por el que podemos entender lo que significa que tú eres nuestro Padre en Jesucristo. 
Amén.



Lava nuestras manchas


Imaginemos un valle lleno de basura y suciedad, atravesado por un pequeño río que baja de los cerros, donde nadie se atreve a colocar sus pies desnudos por temor a ensuciarse. Pero de pronto el río empieza a crecer, y su caudal es cada vez mayor. El río crecido, con su fuerza, arrastra todas las basuras y limpia completamente el valle. Al día siguiente, todo está en calma, y corren aguas limpias, que sirven para beber y para bañarse.


Imaginemos todas las manchas y suciedades de nuestro interior. Pensemos no sólo en nuestros pecados, sino en las inclinaciones que han dejado esos pecados; pensemos también en las tristezas y perturbaciones interiores que han quedado por nuestras malas acciones. Y roguémosle al Espíritu Santo que pase como un río caudaloso, que lave, que limpie todo, que se lleve toda suciedad y nos deje blancos, relucientes, verdaderamente liberados.

Cinco minutos con el Espíritu Santo

Mons. Víctor Manuel Fernández




lunes, 23 de mayo de 2022

Ofrecer un sacrificio a Dios

“Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo” (Rm 12,1). Por este ruego el Apóstol promueve a todos los hombres a la altísima dignidad del sacerdocio… El hombre no ha de buscar fuera de sí qué ofrecer a Dios, sino que aporta consigo, en su misma persona, lo que ha de sacrificar a Dios… Os exhorto —dice—, por la misericordia de Dios. Este sacrificio, hermanos, es semejante al de Cristo, quien inmoló su cuerpo vivo por la vida del mundo: él hizo realmente de su cuerpo una hostia viva, ya que murió y ahora vive. Esta víctima admirable pagó su tributo a la muerte, pero permanece viva, después de haber castigado a la muerte ...Por esta razón, los mártires nacen al morir, su fin significa el principio, al matarlos se les dio la vida, y ahora brillan en el cielo, cuando se pensaba haberlos suprimido en la tierra.

Es lo que había cantado el profeta: No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo (Heb 10, 5). Sé, pues, oh hombre, sacrificio y sacerdote para Dios; no pierdas lo que te ha sido dado por el poder de Dios; revístete de la vestidura de santidad, cíñete el cíngulo de la castidad; sea Cristo el casco de protección para tu cabeza; que la cruz se mantenga en tu frente como una defensa; pon sobre tu pecho el misterio del conocimiento de Dios; haz que arda continuamente el incienso aromá-tico de tu oración; empuña la espada del Espíritu; haz de tu corazón un altar; y así, puesta en Dios tu con-fianza, lleva tu cuerpo al sacrificio.
Ofrece tu fe para castigar la incredulidad; ofrece tu ayuno para poner fin a la voracidad; ofrece tu castidad para que muera la sensualidad; sé ferviente para que cese la maledicencia; haz obras de misericordia para poner fin a la avaricia; y para suprimir la tontería, ofrece tu santidad. Así tu vida se convertirá en tu ofrenda si no ha sido herida por el pecado. Tu cuerpo vive, sí, vive, cada vez que matando el mal en ti, ofreces a Dios virtudes vivas.
 
 
 
San Pedro Crisólogo (c. 406-450)
obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia
Sermón 108; PL 52, 499

domingo, 22 de mayo de 2022

El que me ama... y vendremos a él y haremos morada en él

Estaba una vez recogida con esta compañía que traigo siempre en el alma y parecióme estar Dios de manera en ella, que me acordé cuando san Pedro dijo: «Tú eres Cristo, hijo de Dios vivo» (Mt 16,16); porque así estaba Dios vivo en mi alma. Esto no es como otras visiones, porque lleva fuerza con la fe; de manera que no se puede dudar que está la Trinidad por presencia y por potencia y esencia en nuestras almas. Es cosa de grandísimo provecho entender esta verdad. Y como estaba espantada de ver tanta majestad en cosa tan baja como mi alma, entendí: «No es baja, hija mía, pues está echa a mi imagen» (Gn 1,27).

Estando una vez con esta presencia de las tres Personas que traigo en el alma, era con tanta luz que no se puede dudar el estar allí Dios vivo y verdadero... Yo estaba pensando cuán recio era el vivir que nos privaba de no estar así siempre en aquella admirable compañía, y... díjome el Señor: «Piensa, hija, cómo después de acabada no me puedes servir en lo que ahora, y come por Mí y duerme por Mí, y todo lo que hicieres sea por Mí, como si no lo vivieses tú ya, sino Yo, que esto es lo que dice san Pablo» (Gal 2,20).
 
 
Santa Teresa de Ávila (1515-1582)
carmelita descalza y doctora de la Iglesia
Relaciones, 46 y 48

sábado, 21 de mayo de 2022

María Madre Nuestra

Madre, Nuestra Señora, de cierto; quiero aprender de Ti la entrega amorosa, la serenidad profunda, la fortaleza viva, el amor incondicional a los pies de la cruz junto a tu Hijo!

¡Te doy gracias, María, por tu enseñanza, por tu ofrecimiento como corredentora del género humano! ¡Me siento muy unido a Tí, Madre, y te doy gracias por acogernos a todos cuando asentiste ante las palabras de tu Hijo del «¡ Ahí tienes a tu Madre!» ¡ Quiero recibirte en mi corazón, en mi vida, en mi hogar como hizo Juan cuando asintió ante las palabras de Tu Hijo: «¡Aquí tienes a tu Madre!»
 
¡María, Señora de los Dolores, acudo a Tí y te entrego todas mis necesidades, mis sufrimientos, mis fragilidades, mis angustias, mis desesperanzas para que las acojas y las sanes! ¡Dame mucha fe para aceptar las cruces que se me presentan y ayúdame a mirar siempre a Tu Hijo para acoger con amor el sufrimiento que me sobrevenga!
¡Concédeme la gracia, María, de ver mas allá del sufrimiento y de la muerte y ayúdame a abrir siempre el corazón para seguir amando y sirviendo en medio de las dificultades y de las pruebas! 
Amén
 
 
 

 

Sábado de María

El trono de María, como el de su hijo, es la Cruz. Y durante el resto de su existencia, hasta que subió en cuerpo y alma a los Cielos, es su callada presencia lo que nos impresiona. San Lucas, que la conocía bien, anota que está junto a los primeros discípulos, en oración. Así termina sus días terrenos, la que habría de ser alabada por las criaturas hasta la eternidad.


¡Cómo contrasta la esperanza de Nuestra Señora con nuestra impaciencia! Con frecuencia reclamamos a Dios que nos pague enseguida el poco bien que hemos efectuado. Apenas aflora la primera dificultad, nos quejamos. Somos, muchas veces, incapaces de sostener el esfuerzo, de mantener la esperanza. Porque nos falta fe: ¡bienaventurada tú, que has creído! Porque se cumplirán las cosas que se te han declarado de parte del Señor (Lc I, 45.). (Amigos de Dios, 286) San Josemaría
 



Vosotros no sois del mundo, sino que yo os he escogida sacándoos del mundo

Todos los fieles y buenos cristianos, pero sobre todo los mártires gloriosos, pueden decir: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?» (Rm 8,31). Era contra ellos que se amotinaban las naciones, los pueblos planeaban un fracaso y los príncipes conspiraban (Sl 2,1); se inventaban nuevos tormentos e imaginaban increíbles suplicios contra ellos. Se les llenaba de oprobios y acusaciones mentirosas, se les encerraba en calabozos insoportables, labraban sus carnes con uñas de hierro, se les mataba a golpes de espada, eran expuestos a las bestias, se les quemaba vivos, y estos mártires exclamaban: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?»

 
El mundo entero está contra vosotros y aún decís: «¿Quién estará contra nosotros?» Pero los mártires nos responden: «¿Qué es para nosotros este mundo entero siendo así que morimos por aquél por quien el mundo ha sido hecho?» Que lo digan, pues, y lo repitan los mártires y nosotros escuchemos y digamos con ellos: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?» Pueden desencadenar su furia contra nosotros, pueden injuriarnos, acusarnos injustamente, colmarnos de calumnias; pueden no sólo matar sino incluso torturar. ¿Qué harán los mártires? Repetirán: «Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida» (Sl 53,6)... Entonces, si el Señor sostiene mi vida, ¿qué daño puede hacerme el mundo ?... Es él quien recuperará mi cuerpo... «Todos mis cabellos están contados» (Lc 12,7)... Digamos, pues, con fe, con esperanza, con un corazón ardiendo de caridad: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?»
 
San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 334, para los santos mártires, §1
evangelizo.org

viernes, 20 de mayo de 2022

Amar a Dios y al prójimo

Cuanto más se está unido al prójimo, más unido se está a Dios. Para que comprendáis el sentido de esta frase os voy a poner una imagen sacada de los Padres: Suponed un círculo trazado sobre la tierra, es decir, una línea redonda dibujada con un compás, y un centro. Precisamente se llama centro el punto más interior del círculo. Poned atención con vuestro espíritu a lo que os voy a decir. Imaginaos que el círculo es el mundo, el centro Dios, y los radios los diferentes caminos o maneras de vivir que tienen los hombres. Cuando los santos, deseando acercarse a Dios, caminan hacia el centro del círculo, tanto cuanto más penetran en el interior, se acercan los unos a los otros y al mismo tiempo de Dios. Cuanto más se acercan a Dios, tanto más se acercan los unos de los otros; y cuanto más se acercan los unos de los otros, más se acercan a Dios.

Y ya comprendéis que igual ocurre en sentido inverso: cuanto más uno se aleja de Dios para retirarse hacia lo exterior, es evidente que cuando uno se aleja de Dios, más se aleja de los demás, y cuanto más uno se aleja de los demás, más se aleja también de Dios.
Así es la naturaleza de la caridad. En la medida en que estamos en lo exterior y que no amamos a Dios, en esa misma medida nos alejamos cada uno del prójimo. Pero si amamos a Dios, tanto nos acercamos a Dios a través de la caridad para con él, tanto estamos en comunión de caridad con el prójimo; y tanto estamos unidos al prójimo cuanto lo estamos de Dios.
 
 
Doroteo de Gaza (c. 500 -?)
monje en Palestina
Instrucciones, VI, 76-78 evangelizo.org
 
 

jueves, 19 de mayo de 2022

Cinco minutos con Espíritu Santo

19 de Mayo

Te propongo que hagas esta oración, que es parte de una antigua plegaria de la Iglesia, que se reza en todo el mundo el domingo de Pentecostés, y que en los próximos días vayamos meditando y haciendo oración cada una de sus partes:


"Ven, Espíritu Santo,

y envía desde el cielo,

un rayo de tu luz.

Ven, padre de los pobres,

ven a darnos tus dones,

ven a darnos tu luz.

Consolador,

lleno de bondad,

dulce huésped del alma.

Penetra con tu santa luz

en lo más íntimo

del corazón de tus fieles.

Sin tu ayuda divina

no hay nada en el hombre,

nada que sea inocente.

Lava nuestras manchas,

riega nuestra aridez,

cura nuestras heridas."


Fragmentos de la Secuencia de Pentecostés


Mons. Víctor Manuel Fernández

Nota:Puede adquirir el libro en la tienda de Amazon oficial del Monseñor:

https://tinyurl.com/5MES02 




Jueves Eucarístico

Cuando dicen que hay “Happy hour”, la dichosa “hora feliz” de muchos sitios, los ojitos se nos iluminan porque quiere decir que lo que consumamos o es gratis, o es que hay promoción. Pues bien, hoy es jueves, “Jueves Eucarístico” y en la parroquia, seguramente Jesús estará expuesto. Y habrá un “Happy hour”, pero para nosotros será LA HORA SANTA. El mejor momento del día; un momento donde puedes dejar las apariencias, pues te reunirás con quien te conoce más que tú, Jesús, el que te mira, te oye y te quiere. Un momento para descansar de tu yugo. Un momento para abrirte a la posibilidad de ser el hombre o la mujer, más feliz del lugar.

Solo recordemos, …Jesús nos da la paz, pero no como la da el mundo. Jesús quiere que seamos felices, pero no con la “felicidad” que el mundo nos vende. Estamos acostumbrados a llamar felicidad a la satisfacción de nuestros deseos y necesidades. La felicidad a la que Jesús nos invita, va más allá del sentimiento, es la plenitud de gozarse en la presencia de Dios.
La experiencia con Jesús, es personal. Habrá quienes sintamos paz, o alegría, o vergüenza, o nada, absolutamente nada. Si sentimos algo, ¡qué bien!, pero lo importante no es lo que podamos sentir, pues eso es limitar el momento a un resultado y nuevamente estaríamos buscando la felicidad que el mundo nos ha enseñado.
“Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor…” Pero ¿Cómo puedo ser feliz cumpliendo mandamientos que prohíben hacer lo que me apetece?, cuando podamos responder a esto, empezaremos a saborear la alegría de gozarse en la presencia de Dios. No hay nada mejor.
 
Bendecido Jueves Eucarístico
 
Del santo Evangelio según san Juan 15, 9-11
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena”.
 

 
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