Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

viernes, 30 de septiembre de 2022

Consentir en la conversión

Dios incita al hombre a levantarse del pecado. Luego, con la luz de la fe le ilumina la inteligencia; más tarde, gracias a un gusto y una cierta dulzura le enciende la voluntad. Todo esto lo hace Dios en un instante, aunque nosotros tengamos que expresarlo por muchas palabras e introduciendo un intervalo de tiempo.

 
Dios obra todo esto en el hombre según el fruto que prevé. A cada uno se le otorga gracia y luz suficiente para que, haciendo lo que está a su alcance, pueda salvarse, sólo dando su consentimiento a la obra de Dios. Este consentimiento se realiza de la manera siguiente: Cuando Dios ha hecho su obra, basta al hombre con decirle: “Estoy contento, Señor, haz de mí lo que quisieres, me decido a no pecar más y dejar todas las cosas del mundo por tu amor.”

 
Este consentimiento y este movimiento de la voluntad se realizan con tanta rapidez que el hombre se une a Dios sin que se dé cuenta de ello, ya que se realiza en el silencio. El hombre no ve el consentimiento pero le queda una impresión interior que le empuja a seguir en él. En esta operación se encuentra inflamado y aturdido, estupefacto, sin saber qué hacer y a dónde volverse. Por esta unión espiritual el hombre queda ligado a Dios por un lazo casi indisoluble, porque Dios hace casi todo, habiendo consentimiento por parte del hombre. Si éste se deja conducir, Dios lo conduce y lo encamina a la perfección que le tiene destinada.

 Santa Catalina de Génova (1447-1510)
esposa, mística
El libre albedrío.evangelizo.org

jueves, 29 de septiembre de 2022

Santos Arcángeles MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

MIGUEL

Brillaron en tus manos los rayos de Dios que limpiaron el Cielo de rebeldes endiosados.

Tu mirada es una flecha presta a matar el pecado, y ante tu espada poderosa, la soberbia se transformó en miedo y abandonaron las tierras de Dios esas almas orgullosas ante la voz de “¡Quién como Dios!”

Cúbrenos con tu escudo y que siempre ondee en la lucha de nuestra alma tu bandera victoriosa. 


GABRIEL

Dios reservó tu voz para anunciar la Salvación a su hija predilecta, a María.

Fuiste mensajero de los deseos divinos y le anunciaste a ella que sería el vientre de Dios.

“No temas,…” (bálsamo). “Has hallado gracia ante Dios…”  (ánimo). 

“Concebirás en tu seno….”(ilusión) . “El Espíritu Santo te cubrirá…” (milagro).

Gabriel, gracias por dejar en nuestra Madre el sello de Dios. 


RAFAEL

Defensor del indefenso, que tiendes tu mano a quien lo necesita.

Invisible retaguardia, auxilio imprevisto, ayuda inesperada, eterna compañía, nunca dejarán tus ojos de vigilarnos aunque saboreemos la soledad o sea el silencio nuestro aliado. 


Santos Arcángeles, bienhechores de Dios, velad, desde vuestros tronos, por estos mortales que os suplican; sed nuestros escudos, nuestros mensajeros, nuestros aliados hasta que veamos, como vosotros, cara a cara a Dios. 


Abel De Miguel Sáenz




Miguel, Gabriel, Rafael

Miguel, Gabriel, Rafael,
los espíritus señeros
y arcángeles mensajeros
de Dios, que estáis junto a él.
A vuestro lado se siente
alas de fiel protección,
incienso de la oración
y el corazón obediente.
«¿Quién como Dios?» es la enseña,
es el grito de Miguel,
y el orgullo de Luzbel
al abismo se despeña.
Gabriel trae la embajada
divina, y le lleva al Padre
el «sí» de la Virgen Madre,
del Sol de Cristo alborada.
Por la ruta verdadera
Rafael nos encamina
y nos da la medicina
que cura nuestra ceguera.
Dios que nos diste a los ángeles
por guías y mensajeros,
danos el ser compañeros
del cielo de tus arcángeles. 
Amén.
 

 

Bendecid al Señor, todos sus ángeles... servidores que cumplís sus deseos” Sal 102,20-21

Celebramos hoy la fiesta de los santos ángeles... Pero ¿qué podemos decir acerca de estos espíritus angélicos? Esta es nuestra fe: creemos que gozan de la presencia y de la visión de Dios, que tienen una felicidad sin fin, son propiedad del Señor "que el ojo no vio, ni oído oyó, incomprensible para el corazón del hombre "(1 Cor 2,9). ¿Qué puede decir un simple mortal de ellos, a otros hombres mortales, siendo como es, incapaz de entender tales cosas? ... Si no es posible hablar de la gloria de los santos ángeles de Dios, por lo menos podemos hablar de la gracia y el amor que nos muestran, ya que no sólo tienen una dignidad incomparable, sino también una servicialidad llena de bondad...Si no podemos entender su gloria, nos centramos más en la misericordia de la que están repletos estos familiares de Dios, estos ciudadanos del cielo, los príncipes de los cielos.


El mismo apóstol Pablo, que ha contemplado con sus ojos la corte celestial y que ha conocido sus secretos (2 Cor 12,2), certifica que “todos los ángeles son espíritus encargados de un ministerio, enviados para servicio para los que van a heredar la salvación”(Hb 1,14). ¿No ves nada sorprendente, ya que el Creador, el Rey de los ángeles mismo “no vino para ser servido sino a servir y a dar su vida por la multitud de hombres”? (Mc 10,45). Entonces, ¿qué ángel se burla de este servicio, en la que aventajó al de los ángeles en el cielo con presteza y alegría?

 

  San Bernardo (1091-1153)
monje cisterciense y doctor de la Iglesia
1er sermón para la fiesta de san Miguel.evangelizo.org

miércoles, 28 de septiembre de 2022

El Hijo del hombre, no tiene dónde reposar la cabeza

Enamorado de tu belleza, el hijo del altísimo Padre se unió solamente contigo en el mundo y te halló fidelísima en todo. En efecto, antes de que Él descendiera a la tierra procedente de la patria luminosa, ya le tenías dispuesto un lugar adecuado, un trono donde sentarse y un lecho en que descansar: la Virgen pobrísima de la que nació, iluminando este mundo. Cierto es que saliste fielmente al encuentro del recién nacido, de suerte que en ti y no entre delicias hallara Él su morada preferida. Fue puesto -dice el evangelista- en un pesebre, porque no había sitio para Él en la posada. Y lo acompañaste siempre, sin separarte jamás de Él durante toda su vida, de modo que -cuando apareció en la tierra y vivió entre los hombres-, mientras las zorras tenían madrigueras y las aves del cielo nidos, Él, en cambio, no tuvo dónde reclinar la cabeza. Después, cuando abrió su boca para enseñar -Él que en otro tiempo había despegado los labios de los profetas-, de entre las muchas cosas que habló, fuiste tú la primera a quien alabó, la primera a quien enalteció al decir: Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,3).

 
Además, en el momento de elegir a algunos testigos fidedignos de su santa predicación y gloriosa vida para la salvación del género humano, no escogió, ciertamente, a unos ricos mercaderes, sino a pobres pescadores, dando a entender con semejante predilección cómo deberías tú ser estimada de todos. Finalmente, para que se hiciera patente a todos tu bondad, tu magnificencia, tu fortaleza y dignidad; para dejar en claro que tú aventajas a todas las virtudes, que sin ti no puede haber ninguna y que tu reino no es de este mundo, sino del cielo, fuiste tú la única que permaneciste unida al Rey de la gloria cuando todos sus elegidos y personas queridas lo abandonaron cobardemente.

 
Pero tú, como fidelísima esposa y tiernísima amante, no te separaste ni un solo instante de su compañía; incluso te mantenías más firmemente unida a él cuando veías que era más despreciado de todos. Y en verdad que, si tú no lo hubieras acompañado, nunca habría podido recibir Él un menosprecio tan universal. Sólo tú le consolabas. No lo abandonaste hasta la muerte, y una muerte de cruz. Y en la misma cruz -desnudo ya el cuerpo, extendidos los brazos y elevadas las manos y los pies- sufrías juntamente con Él, de suerte que en el Crucificado nada aparecía más glorioso que tú.

  Un compañero de San Francisco de Asís (siglo XIII)
Sacrum commercium, 19 y 20 . Alianza de San Francisco con la dama Pobreza. (Trad: Salvador Biain, o.f.m.- BAC 399- Madrid, 1998, 7ª edición –reimpresión-)evangelizo.org

Oración a San José

  Oh, bienaventurado José, 
muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. 
Hoy en tu canasto donde conseguías la provisión para la Sagrada Familia de Nazareth dejamos nuestras peticiones y deseos, concédenos la gracia que te pedimos en esta Oración,  intercede para que la misericordia de Dios nos proteja y defienda de todo mal. 
Amén.


 

San José

 Oh Padre mío, Señor San José, en este miércoles consagrado por tus devotos a tu culto, quiero manifestarte mi alegría por tu grandeza y mi confianza en tu poder.
Bendigo de corazón a la Santísima Trinidad por haberse dignado elegirte desde toda la eternidad como representante del Padre en la tierra, como custodio del verbo hecho carne y como esposo dignísimo de la Reina del cielo. Esta predestinación divina te elevó maravillosamente sobre todos los ángeles y santos del cielo y ella es la que infunde en mi corazón una confianza ilimitada.
Alcánzame del cielo la gracia santificante, el perdón de mis pecados y las cosas necesarias para mi conservación y mi sustento. Haz, oh santo mío, que crezca más y más mi cariño hacia ti ya que siéndote profundamente devoto, lograré un día, contemplarte en el cielo, en compañía de Jesús y de María. 

Así sea. 

 
Se Reza un PADRENUESTRO, y la oración

 
Salve San José hombre justo, la sabiduría está contigo, bendito es Jesús el fruto de María tu fiel esposa. San José digno padre protector de Jesucristo, ruega por nosotros pecadores y alcánzanos de Dios la Divina Misericordia, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Gloria.

 San José, Padre y Custodio del Redentor


 

martes, 27 de septiembre de 2022

Ángel de la guarda

Oh mi Ángel de la guarda, cuida mi alma y mi cuerpo. Ilumina mi mente para que pueda conocer mejor al Señor mi Dios y amarlo con todo el corazón.
Vigílame cuando rezo para que no ceda a las distracciones de la vida.
Sostenme con tus consejos para vivir como un buen cristiano y ayúdame a cumplir obras de generosidad.
Defiéndeme de los engaños del maligno y socórreme durante las tentaciones para que pueda vencer en la lucha contra el mal.
Oh mi querido Ángel de la guarda, recito esta oración para pedirte que permanezcas siempre a mi lado y para pedirte que no ceses nunca de ser mi ángel de la guarda, hasta que no sea llamado al recinto del Señor, donde adoraremos juntos, por toda la eternidad a Dios nuestro Señor. Amén
- Padre Pío
 
 


Valientemente cogió el camino de Jerusalén

Hermanos, es verdad que vosotros habéis comenzado ya a caminar hacia la ciudad en la cual habitaréis; no es en las espesuras que habéis avanzado, sino sobre el camino. Pero temo que esta vida os haga vivir en la ilusión de que va a ser larga y, de esta manera, lleguéis a obtener no una consolación, sino más bien la tristeza. Sí, temo que, para algunos, el pensamiento de que les queda todavía un largo camino a recorrer, les haga sentir un desaliento espiritual, y pierdan la esperanza de poder soportar tantos trabajos durante un tiempo tan largo. Es como si creyeran que las consolaciones de Dios no llenaran ampliamente de gozo las almas de los elegidos de manera mucho más grande que la multitud de trabajos que llenan su corazón.

 
Es verdad que, actualmente, estas consolaciones no las reciben más que a la medida de sus trabajos; pero, una vez alcanzada la felicidad, ya no serán sólo consolaciones, sino delicias sin fin lo que encontrarán a la derecha de Dios (sl 15,11). Hermanos, deseemos esta derecha que abraza enteramente nuestro ser. Deseemos ardientemente esta felicidad a fin de que el tiempo presente nos parezca breve (lo cual es verdad) comparado con la grandeza del amor de Dios. «Los sufrimientos del tiempo presente no son nada comparados con la gloria que muy pronto se nos revelará» (Rm 8,18). ¡Dichosa promesa que hace que nuestros deseos sean todavía más fuertes! 

  

San Bernardo (1091-1153)
monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermones « Sobre diversos », n° . evangelizo.org

 

lunes, 26 de septiembre de 2022

Venid y aprended de mí (Mt 11,29)

Los grandes en la fe de ninguna manera se vanagloriaban del poder que tenían de obrar maravillas. Confesaban que no eran sus propios méritos los que actuaban sino que era la misericordia del Señor la que lo había hecho todo. Si alguien se admiraba de sus milagros, rechazaban la gloria humana con estas palabras tomadas de los apóstoles: «Hermanos, ¿por qué os admiráis de esto, o por qué nos miráis fijamente, como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho caminar a éste?» (Hch 3,12). Nadie, a su juicio, debía se alabado por los dones y maravillas que sólo son propias de Dios...

 
Pero sucede, a veces, que hombres inclinados al mal, reprobables por lo que se refiere a la fe, echan demonios y obran prodigios en nombre del Señor. Es de esto que un día los apóstoles se quejaron al Señor: «Maestro, decían, hemos visto un hombre que echa a los demonios en tu nombre, y se lo hemos prohibido porque no es de los nuestros». Inmediatamente Cristo respondió: «No se lo impidáis, porque el que no está contra vosotros está con vosotros». Pero cuando al final de los tiempos esta gente dirá: «Señor, Señor, ¿no es en tu nombre que hemos profetizado? ¿No hemos echado demonios en tu nombre? ¿Y en tu nombre hemos hecho muchos milagros?» él asegura que replicará: «Nunca os he conocido; alejaos de mí, malvados». (Mt 7,22s).

 
A los que ha concedido la gloria de los signos y milagros, el Señor les advierte de no creerse mejores a causa de ello: «No os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos» (Lc 10,20). El autor de todos los signos y milagros llama a sus discípulos a recoger su doctrina: «Venid, les dice; y aprended de mí» –no a echar a los demonios por el poder del cielo, ni a curar leprosos, ni a devolver la vista a los ciegos, ni a resucltar a los muertos, sino que dice: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,28-29).

 

  San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella
Conferencias, n°15, 6-7 evangelizo.org

domingo, 25 de septiembre de 2022

A su puerta... yacía un pobre

Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad. Sean las que sean las formas de la propiedad, adaptadas a las instituciones legítimas de los pueblos según las circunstancias diversas y variables, jamás debe perderse de vista este destino universal de los bienes. Por tanto, el hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás.

 
Por lo demás, el derecho a poseer una parte de bienes suficientes para sí mismos y para sus familiares es un derecho que a todos corresponde. Es este el sentir de los Padres y de los doctores de la Iglesia, quienes enseñaron que los hombres están obligados a ayudar a los pobres, y por cierto, no sólo con los bienes superfluos. Quien se halla en situación de necesidad extrema tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario para sí. Habiendo como hay tantos oprimidos actualmente por el hambre en el mundo, el sacro Concilio urge a todos, particulares y autoridades, a que, acordándose de aquella frase de los Padres: “Alimenta al que muere de hambre, porque, si no lo alimentas, lo matas”, según las propias posibilidades, comuniquen y ofrezcan realmente sus bienes, ayudando en primer lugar a los pobres, tanto individuos como pueblos, a que puedan ayudarse y desarrollarse por sí mismos.

Concilio Vaticano II
Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual “Gaudium et Spes”, § 69 - Copyright © Libreria Editrice Vaticana. evangeliza.org

sábado, 24 de septiembre de 2022

Virgen de la Merced

 

 

Fuente de toda bondad, gloria de los desamparados, mensajera de libertad y misericordia, refugio de los que sufren, de los pobres y olvidados consoladora del afligido, medicina del enfermo, socorro en las necesidades, fuerza en las tribulaciones, ayuda del cautivo, amparo del oprimido redentora de injusticias, cárceles, prisiones y exilios patrona de las familias y defensa de los hogares: RUEGA POR NOSOTROS.

MM

Oración del Padre Pío a la Santísima Virgen Inmaculada y Madre mía María:

Sábados consagrados a María

"A ti que eres la Madre de mi Señor,
la Reina del mundo, la Abogada, la Esperanza, el Refugio de los pecadores,
recurro hoy,
yo que soy el más miserable de todos, te venero, oh gran Reina
y te agradezco por todas las gracias me has dado hasta ahora,
especialmente haberme librado del infierno, tantas veces merecido por mí.
Yo te amo, Señora amabilísima,
y por el amor que te tengo, prometo querer servirte siempre
y hacer todo lo que pueda para que tú seas amada más por los demás.
Pongo en ti, después de Jesús, todas mis esperanzas, toda mi salud,
acéptame como tu siervo, y acógeme bajo tu manto,
tú, Madre de Misericordia.
Y ya que eres tan poderosa ante Dios,
líbrame de todas las tentaciones
o si no obténme la fuerza de vencerlas hasta la muerte.
A ti te pido el verdadero amor a Jesucristo,
de ti espero tener una buena muerte, Madre mía,
por el amor que tienes a Dios, te ruego me ayudes siempre,
pero más en el último momento de mi vida.
No me abandones hasta no verme salvo en el cielo,
bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad."
Amén.

MISLopez
 

viernes, 23 de septiembre de 2022

Padre Pio

 Bienaventurado Padre Pio, testigo de fe y de amor. Admiramos tu vida como fraile capuchino, como sacerdote y como testigo fiel de Cristo. El dolor marcó tu vida y te llamamos "Un crucificado sin cruz".
El amor te llevó a preocuparte por los enfermos, a atraer a los pecadores, a vivir profundamente el misterio de la Eucaristía y del perdón.
Fuiste un poderoso intercesor ante Dios en tu vida, y sigues ahora en el cielo haciendo bien e intercediendo por nosotros.
Queremos contar con tu ayuda. Ruega por nosotros.
Lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. 

Amén.

SCyM

 


 

¿Quién soy yo, para vosotros?

¿Quién es Jesús para mí?
Para mí, Jesús es
El Verbo hecho carne. (Jn 1,14).
El Pan de la vida. (Jn 6,35).
La víctima sacrificada en la cruz por nuestros pecados. (1Jn 4,19).
El Sacrificio ofrecido en la Santa Misa por los pecados del mundo y por los míos propios. (Jn 1,29).
La Palabra, para ser dicha. (Jn 14,6)
La Verdad, para ser proclamada.
El Camino, para ser recorrido. (Jn 14,6)
La luz, para ser encendida. (Jn 8,12)
La Vida, para ser vivida.
El Amor, para ser amado.
La Alegría, para ser compartida.
El sacrificio, para ser dados a otros.
El Pan de Vida, para que sea mi sustento.
El Hambriento, para ser alimentado. (Mt 25,35)
El Sediento, para ser saciado.
El Desnudo, para ser vestido.
El Desamparado, para ser recogido.
El Enfermo, para ser curado.
El Solitario, para ser amado.
El Indeseado, para ser querido.
El Leproso, para lavar sus heridas.
El Mendigo, para darle una sonrisa.
El Alcoholizado, para escucharlo.
El Deficiente Mental, para protegerlo.
El Pequeñín, para abrazarlo.
El Ciego, para guiarlo.
El Mudo, para hablar por él.
El Tullido, para caminar con él.
El Drogadicto, para ser comprendido en amistad.
La Prostituta, para alejarla del peligro y ser su amiga.
El Preso, para ser visitado.
El Anciano, para ser atendido.
Para mí, Jesús es mi Dios.
Jesús es mi Esposo.
Jesús es mi Vida.
Jesús es mi único amor.
Jesús es mi Todo.

 Santa Teresa de Calcuta (1910-1997)
fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
Jesús, la palabra para ser hablada, cp. 12 evangelizo.org

jueves, 22 de septiembre de 2022

Espíritu Santo

 "Ven Espíritu Santo, y enséñame a esperar.
Porque las cosas que deseo no llegan rápidamente, enséñame a esperar.
Porque no puedo pretender que los demás cambien de un día para el otro, enséñame a esperar.
Porque yo mismo voy cambiando muy lentamente, enséñame a esperar.
Porque la vida tiene sus estaciones y todo llega a su tiempo, enséñame a esperar.
Para que acepte que no estoy en el cielo sino en la tierra, enséñame a esperar.
Para que no le exija a este día lo que no me puede dar, enséñame a esperar.
Para que reconozca que el mundo no puede estar a mi servicio, enséñame a esperar.
Ven Espíritu Santo, y enséñame a aceptar que muchas cosas se posterguen, para que valore lo que la vida me propone ahora, aunque sea pequeño, aunque parezca poco.
Ven Espíritu Santo, enséñame a esperar.
Amén."




Herodes Antipas trata de ver a Jesús

Las vías de acceso al conocimiento de Dios: Creado a imagen de Dios, llamado a conocer y amar a Dios, el hombre que busca a Dios descubre ciertas "vías" para acceder al conocimiento de Dios. Se las llama también "pruebas de la existencia de Dios", no en el sentido de las pruebas propias de las ciencias naturales, sino en el sentido de "argumentos convergentes y convincentes" que permiten llegar a verdaderas certezas.

 
Estas "vías" para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creación: el mundo material y la persona humana. El mundo: A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo. San Pablo afirma refiriéndose a los paganos: "Lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad" (Rm 1,19-20; cf. Hch 14,15.17; 17,27-28; Sb 13,1-9)…

 
El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En todo esto se perciben signos de su alma espiritual...; su alma, no puede tener origen más que en Dios. El mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin último, sino que participan de Aquel que es el Ser en sí, sin origen y sin fin. Así, por estas diversas "vías", el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin último de todo, "y que todos llaman Dios" (San Tomás de Aquino).

 
Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en la intimidad de Él ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelación. Sin embargo, las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la razón humana.

  Catecismo de la Iglesia Católica
§ 31-35 - Copyright © Libreria Editrice Vaticana

miércoles, 21 de septiembre de 2022

San José

San José, tu presencia tiene olor a santidad. Te miro y no puedo más que emocionarme.

Contemplo tus ojos y veo una mirada capaz de llegar al interior del corazón.
Contemplo tus oídos y puedo vislumbrar tu obediencia inexplicable a Dios.
Contemplo tus labios y soy capaz de callar ante tu silencio que edifica.
Contemplo tus manos y agradezco por el bien que puedo hacer con mis manos.
San José, tu presencia transforma mi alma.
Aunque no hables, aunque no aparezcas en los primeros lugares, aunque tu gloria sea sólo por hacer de “número dos” o de “sombra”. Aun así, aunque a grandes rasgos no seas el “principal”, el “protagonista”, tú presencia transforma y de una u otra manera, me acerca a la santidad.
¿Acaso podría ser indiferente ante tu presencia que sólo habla (en el silencio) de Dios?
¿Cómo no intentar abrigar en mi alma la vida de Dios, al contemplar tu vida?
Vos, San José, me enseñas a anhelar ser número dos, a ser sombra, en este mundo donde todos quieren los primeros puestos. Porque es ahí, en el silencio y en el anonimato donde Dios es Dios, Todo Él en el que capaz de amarlo, servirlo y adorarlo.
Te miro y no puedo más que emocionarme. Mi corazón se estremece ante Dios por tu vida en mi vida, querido San José.
 

Uno de los primeros testimonios históricos de los evangelistas

Los apóstoles se fueron hasta los extremos de la tierra proclamando la buena noticia de los beneficios que Dios nos regala y anunciando a los hombres la paz del cielo. (cf Lc 2,14) Ellos poseían, cada uno en particular y todos en común, la buena noticia de Dios. Mateo precisamente, entre los hebreos, difundió en su propia lengua una forma escrita del evangelio, mientras que Pedro y Pablo evangelizaron en Roma y fundaron la Iglesia. Después de la muerte de ellos, Marcos el discípulo e intérprete de Pedro (1P 5,13) nos transmitió también, por escrito, la predicación de Pedro. Asimismo, Lucas, el compañero de Pablo, ha consignado en un libro el evangelio predicado por éste. Por fin, Juan, el discípulo del Señor, el mismo que reposó sobre el costado de Jesús (Jn 13,25) ha publicado a su vez el evangelio durante su estancia en Efeso.

 
Mateo, en su evangelio presenta la genealogía de Cristo como hombre: “Genealogía de Jesús, Mesías, Hijo de David, Hijo de Abrahán:...el nacimiento de Jesús fue así:..” (cf Mt 1,1-18) Este evangelio presenta a Cristo en su condición humana. Por esto encontramos en él a un Cristo animado siempre por sentimientos de humildad, siendo un hombre lleno de ternura... El apóstol Mateo conoce un solo y único Dios que prometió a Abrahán multiplicar su descendencia como las estrellas del firmamento (Gn 15,5) y que nos ha llamado, gracias a Jesucristo su Hijo, del culto a las piedras al conocimiento del Dios verdadero (cf Mt 3,9), de manera que “al que no es mi pueblo lo llamaré “Pueblo mío”, y “Amada mía” a la que no es mi amada.”(Os 2,25; Rm 9,25)

  San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208)
obispo, teólogo y mártir
Contra los herejes, III 11,8; 9,1evangelizo.org

lunes, 19 de septiembre de 2022

Reflexión

 Mi Señor, en este día me presento ante Ti para pedir tu amor y tu paz. Espero este momento siempre con muchas ansias porque saberme amado es lo más importante para mí, y cuando hablo contigo, cuando te cuento lo que tengo dentro, me siento amado y eso me impulsa a dar lo mejor de mí. Gracias por hacerme sentir tuyo y por desbordarte en amor por mí. Hoy te solicito que sanes las heridas que las envidias y los ataques de los demás me han generado, no dejes que esas heridas me hagan sufrir más. Sabes que sólo no puedo hacerlo, pero con tu ayuda soy capaz de conquistar mis sueños y de hacer todo lo que he planeado. Te amo y confío que ahora mientras me preparo para esta jornada, me bendices y me haces estar listo para afrontar los retos que se me presentarán. Confío en tu poder y en tu misericordia. Amén.


 

domingo, 18 de septiembre de 2022

El que es de fiar en lo poco, también en lo importante es de fiar

Debes saber de donde te viene la existencia, el aliento, la inteligencia y lo que en ti hay de más precio, el conocimiento de Dios, de donde viene la esperanza del Reino de los cielos y la de contemplar, un día, su gloria que hoy ves de manera oscura, como en un espejo, pero que verás mañana en toda su pureza y esplendor (1C 12,12). ¿De dónde viene que seas hijo de Dios, heredero con Cristo (Rm 8,16-17) y, me atrevo a decir, que tú mismo seas un dios? ¿De dónde te viene todo esto y por quién?


O bien, para hablar de cosas menos importantes, las que se ven: ¿quién te ha dado la posibilidad de ver la belleza del cielo, el recorrido del sol, el ciclo de la luna, las innumerables estrellas y, en todo eso, la armonía y el orden que las conducen?... ¿Quién te ha dado la lluvia, la agricultura, los alimentos, las artes, las leyes, la ciudad, una vida civilizada, unas relaciones familiares con tus semejantes?

 
¿No es Aquel que, antes que todas las cosas y a cambio de todos esos dones, te pide amar a los hombres?... Si él, nuestro Dios y nuestros Señor, no se avergüenza de ser llamado nuestro Padre, ¿nosotros vamos a renegar de nuestros hermanos? No, hermanos y amigos míos, no seamos gerentes deshonrados de los bienes que se nos confían. 

 

  San Gregorio Nacianceno (330-390)
obispo y doctor de la Iglesia
Homilía 14, sobre el amor a los pobres, § 23-25; PG 35,887 evangelizo.org

sábado, 17 de septiembre de 2022

Sábado de María

Salve, Señora, Protección, Refugio y Salvación de nuestras almas. Madre de Dios de la zarza ardiente, protégenos de los incendios.

 


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5 Minutos con el Espíritu Santo

 En Juan 20,19-23 vemos que, a pesar de la resurrección, los discípulos se encierran, llenos de miedo. Porque todavía debían recibir la fuerza del Espíritu Santo que los impulsara a la misión liberándolos del temor y la cobardía.

No significa esto que el Espíritu Santo no estuviera presente de ninguna manera, ya que según el Evangelio de Juan Jesús derrama el Espíritu cuando muere en la cruz. Pero Jesús iba produciendo poco a poco una efusión cada vez más plena y liberadora en sus discípulos que finalmente les haría vivir la explosión evangelizadora de la Iglesia naciente en Pentecostés.

El Espíritu Santo nos saca del encierro, del aislamiento, y nos impulsa hacia fuera. Por eso tenemos que convencernos de que el Espíritu Santo nos quiere hacer vivir una espiritualidad en la acción. No tenemos que pensar que sólo tenemos espiritualidad cuando nos encerramos a orar, porque cuando estamos evangelizando, o cuando estamos prestando un servicio bajo el impulso del Espíritu Santo, eso también es espiritualidad. Y esto vale sobre todo para los laicos, que están llamados a impregnar el mundo con la presencia del Espíritu.

Todo lo bueno que Jesús produce en nuestras vidas se realiza por la acción íntima y profunda del Espíritu Santo que él envía. Todo consuelo, toda luz interior, todo regalo de la gracia, todo carisma y todo impulso de amor, nos llegan por la acción interior del Espíritu Santo. Y con ese poder es posible cambiar el mundo.

Por eso, si queremos liberar y embellecer nuestras vidas, y el mundo entero, tenemos que pedirle a Jesús resucitado que derrame en nosotros un poco más del poder del Espíritu Santo que llena su humanidad gloriosa.

Mons. Víctor Manuel Fernández

“El ha dado el fruto abundante”

El ha caído en tierra y ha muerto y ha dado mucho fruto(Jn 12,24). Se ha dejado caer como una semilla para recolectar en la siega al género humano. ¡Dichoso el seno de María donde la misma semilla ha tomado raíz! Dichosa ella a quien se ha dicho: “Tu seno es como un montón de trigo, rodeado de licor”(Ct 7,3). ¿No es como un montón de trigo, el seno de la Virgen, dilatado bajo la acción del que ha caído en él, y dónde ha levantado toda la siega de los rescatados? Si, nosotros mismos muertos al pecado, renacemos en Cristo en la fuente bautismal por el baño de la regeneración, a fin de vivir en el que ha muerto por todos. También el apóstol dice: “Vosotros todos que habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo”(Gal 3,27). De un solo grano vienen por tanto numerosas cosechas, de un grano salido del seno de la Virgen María.

 
El es llamado “montón” de trigo, no tanto a causa del nombre de los rescatados, sino a causa de la fuerza de esta semilla, por la eficacia del sembrador, más bien que por la abundancia del aquellos que cosechan. ¡Es tú Hijo, María! El es el que por ti ha resucitado de los muertos y en tu carne ha subido por encima de los cielos, para llenar todas las cosas. Tú estás en posesión de la alegría, oh Bienaventurada; tú has recibido en herencia el objeto de tu deseo, la corona de tu cabeza... Alégrate y sé dichosa, pues ha resucitado el que es tu gloria. Tú te alegras de su concepción, tu has sido afligida en su Pasión. Tú te alegras de su resurrección ahora. Nadie te quitará tu alegría, pues Cristo resucitado no muere más, la muerte no tiene dominio sobre él(Rm 6,9).

 San Amadeo de Lausanne (1108-1159)
monje cisterciense, obispo
Homilía VI; SC 72.  evangelizo.org

viernes, 16 de septiembre de 2022

«Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres»

Desde el comienzo de la misión de Cristo, la mujer muestra, con relación a él y a todo su misterio, una particular sensibilidad que corresponde a una de las características de su feminidad. Además conviene señalar que esta verdad se confirma de manera particular en el misterio pascual, no solamente en el momento de la crucifixión sino todavía más al amanecer del día de la resurrección. Las mujeres son las primeras en estar junto al sepulcro. Son las primeras que lo encuentran vacío. Son las primeras en oír: «No está aquí: ha resucitado, como había dicho» (Mt 28,6). Son las primeras en abrazar sus pies (Mt 28,9). También son las primeras llamadas a anunciar esta verdad a los apóstoles (Mt 28,1-10; Lc 24,8-11).

 
El Evangelio de Juan (cf también Mc 16,9) pone de relieve el papel particular de María de Magdala. Es la primera que se encuentra con Cristo resucitado... Por eso mismo se la ha llamado «apóstol de los apóstoles». María de Magdala fue, ante los apóstoles, testimonio ocular de Cristo resucitado y, por esta razón, fue también la primera en dar testimonio de él ante los mismos.

 
Este acontecimiento es, en un sentido, como el coronamiento de todo lo que se ha dicho anteriormente sobre la transmisión, hecha por Cristo, de la verdad divina a las mujeres, en un plano de igualdad con los hombres. Se puede decir que así se han visto cumplidas las palabras del profeta: «Derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán» (Jl 3,1). Cincuenta días después de la Resurrección de Cristo, estas palabras son de nuevo confirmadas en el Cenáculo de Jerusalén, al descender el Espíritu Santo, el Paráclito (Hch 2,17). Todo lo que aquí se ha dicho sobre la actitud de Cristo respecto a las mujeres confirma e ilumina, en el Espíritu Santo, la verdad sobre la igualdad del hombre y la mujer.

 

  San Juan Pablo II (1920-2005)
papa
Mulieris Dignitatem, § 16 evangelizo.org

jueves, 15 de septiembre de 2022

Madre Dolorosa

Salve, dolorosa, llena de piedades Ruega por nosotros, Dolorosa Madre. Después del destierro muéstranos afable, a Jesús tu hijo fruto deleitable. Todos tus esclavos a tu pies leales piden de sus culpas, perdón les alcances. Ruega por nosotros, Dolorosa Madre


 

«Ahí tienes a tu madre»

Maria ha engendrado un hijo; y tal como es el Hijo único del Padre de los cielos, es el hijo único de su madre en la tierra... Sin embargo, esta sola virgen madre, que ha tenido la gloria de dar a luz al Hijo único de Dios, abraza a este mismo Hijo en todos los miembros de su Cuerpo y no se avergüenza de ser llamada la madre de todos aquellos en quienes ella reconoce a Cristo ya formado o a punto de serlo. Eva, que antaño legó a sus hijos la condena a muerte incluso antes que nacieran, ha sido llamada «la madre de los vivientes» (Gn 3,20)... Pero puesto que no realizó el sentido de su nombre, es María la que realiza el misterio. Como la Iglesia, de la cual ella es símbolo, es la madre de todos los que renacen a la vida. Es, verdaderamente, la madre de la Vida que da vida a todos los hombres; y engendrándola, en alguna manera, regenera a todos los que van a vivir de ella...

 
Esta bienaventurada madre de Cristo, que se sabe madre de los cristianos en razón de su misterio, muestra ser también su madre por su solicitud para con ellos y por el afecto que les demuestra. No es dura para con ellos como si no fueran suyos. Sus entrañas, fecundadas una sola vez pero no agotadas, no dejan de dar a luz al fruto de la bondad. «El fruto bendito de tu vientre» (Lc 1,42), dulce madre, te ha llenado de una bondad inagotable: nacido de ti una sola vez, permanece en ti para siempre.

 Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157)
abad cisterciense
1er sermón para el día de la Asunción; PL 185A, 187 evangelizo.org



 

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Miércoles de San José

"En los últimos años de vida, San José pasó por un verdadero calvario, que consumió sus fuerzas y salud. Su corazón fiel y paterno había adherido con tal vehemencia al plano de la salvación, que padeció anticipadamente los misterios dolorosos de su Hijo. 

Él participó de los tormentos de Jesús el Viernes Santo, acompañándolo en espíritu y experimentando en sí el océano de angustia que afligiría los Corazones de su Hijo y de su Esposa Inmaculada. 

Con eso se tornó corredentor del género humano, unido a la Redención de Jesucristo, por la mediación de María Santísima". 

Texto: João Scognamiglio Clá Dias, en su magnífica obra: "San José: ¿Quién lo conoce?". 


Cuadro: "Cristo corona a san José", de Francisco de Zurbarán. 

Fuente: 

http://es.catholic.net/op/articulos/68619/whatsapp.html

MISLopez



La cruz, un puente echado sobre el abismo de la muerte

Nuestro Señor fue pisoteado por la muerte, pero Él, a su vez, pisoteó la muerte, trazando un camino que aplasta a la muerte. Se sometió a la muerte y la soportó deliberadamente para acabar con la obstinada muerte. En efecto, nuestro Señor “salió cargado con su cruz” (Jn 19,17). Pero desde la cruz gritó, llamando a los muertos que yacían en el abismo...


Él es el admirable “hijo del carpintero” (Mt 13,55) que, sobre el carro de su cruz vino hasta la gola voraz del país de los muertos, y condujo así al género humano a la mansión de la vida (Col 1,13). Y la humanidad entera, que a causa del árbol del paraíso había sido precipitada en el abismo inferior, por otro árbol, el de la cruz, alcanzó la mansión de la vida. En el árbol pues en que había sido injertado un esqueje de muerte amarga, se injertó luego otro de vida feliz, para que reconozcamos en él al jefe ante el cual no resiste nada de lo que ha sido creado.
¡Gloria a ti que con tu cruz has echado un puente sobre el abismo de la muerte para que las almas pudieran pasar por él desde la región de la muerte a la región de la vida!... ¡Gloria a ti que asumiste el cuerpo de Adán, mortal, e hiciste de él fuente de vida para todos los mortales! ¡Sí, tú vives para siempre! Tus verdugos se comportaron contigo como unos agricultores: sembraron tu vida en las profundidades de la tierra como se entierra el grano de trigo, para que luego brotara e hiciera levantar con él a muchos granos (Jn 12,24).

 
Venid, hagamos de nuestro amor como un incensario inmenso y universal; elevemos cánticos y plegarias a aquel que ha hecho de su cruz un incensario a la Divinidad y, por su sangre, nos ha colmado de riquezas.

 

  San Efrén (c. 306-373)
Diácono en Siria, doctor de la Iglesia
Homilía sobre nuestro Señor evangelizo.org

martes, 13 de septiembre de 2022

« Joven, a ti te digo: Levántate»

Incluso si los síntomas de la muerte han quitado toda esperanza de vida, incluso si los cuerpos de los difuntos yacen cerca de la tumba, con la voz de Dios, los cadáveres ya listos para descomponerse se levantan, recuperan la palabra; el hijo es regresado a su madre, es llamado de la tumba, fue arrancado de ella. ¿Cuál es tu tumba? Tus malas costumbres, tu falta de fe. Es de esa tumba que Cristo te libera, de esa tumba que resucitarás, si escuchas la Palabra de Dios. Incluso si tu pecado es tan grave que no puedes lavarlo por ti mismo por las lágrimas de tu arrepentimiento, la Iglesia, tu madre, llorará por ti, ella que interviene por cada uno de sus hijos como una madre viuda por su hijo único. Pues ella se compadece de una forma de sufrimiento espiritual que es natural para ella cuando ve que sus hijos son arrastrados hacia la muerte a causa de vicios funestos…


Que llore entonces, esta piadosa madre; que la muchedumbre la acompañe; que no solamente una muchedumbre sino una multitud considerable se compadezca de esta dulce madre. Entonces resucitarás en tu tumba, serás liberado; quienes cargan el féretro se pararán y te pondrás a decir palabras de vida, todos quedarán sorprendidos. El ejemplo de uno sólo corregirá a muchos y alabarán a Dios de habernos dado tales remedios para evitar la muerte.

 

 San Ambrosio (c. 340-397)
obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, 5, 89, 91-92 (Véricel, El Evangelio comentado, p.132)  (Trad. ©Evangelizo.org)

lunes, 12 de septiembre de 2022

“No soy digno de que vengas a mi casa.” (Lc 7,6)

Por el amor de Dios, suplico a todos los hermanos, --los que predican, los que oran, los que trabajan con sus manos, clérigos y laicos--, de crecer en la humildad en todo, de no gloriarse vanamente, de encontrar su gozo o enorgullecerse interiormente por las buenas palabras y las buenas acciones que Dios dice o cumple a veces en ellos o a través de ellos. Según la palabra del Señor: “No os alegréis que los espíritus se os sometan.” (Lc 10,20) Estemos plenamente convencidos: no tenemos nada más que nuestras faltas y pecados. Alegrémonos más bien en las pruebas cuando hemos de soportar, en el cuerpo o en el alma, toda clase de tribulaciones en este mundo por amor de la vida eterna.


Hermanos, guardémonos de todo orgullo y de toda vana gloria. Guardémonos de la sabiduría de este mundo y de la prudencia egoísta. El que es esclavo de sus tendencias egoístas pone mucho interés en preparar discursos, pero pone poco interés en pasar a las obras. En lugar de buscar la religión y la santidad interior del espíritu, desea una religión y una santidad exteriores bien visibles a los ojos de los hombres. De ellos dice el Señor: “Os lo digo en verdad, ya han recibido su paga.” (cf Mt 6,2) En cambio, aquel que es dócil al espíritu del Señor quiere humillarse por ser egoísta, vil y bajo en esta carne. Se ejercita en la humildad y en la paciencia, en la pura simplicidad y en la paz verdadera del espíritu. Desea siempre y por encima de todo el temor filial de Dios, la sabiduría de Dios y el amor de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

 San Francisco de Asís (1182-1226)
fundador de los Hermanos menores
Primera Regla 17 evangelizo.org

ABRAZADA A TI, MI MAESTRO

Sé mi fortaleza, cuando las fuerzas no me alcancen.

Sé mi paciencia, cuando me supere la situación.

Sé mi sonrisa, cuando no pueda sacar una.

Sé mi dulzura, con aquel que menos siento serlo.

Sé mis brazos, para que abrace si el amor falte.

Pon en mis ojos la dulzura de tu mirada, cuando deba mirar a quien me incomoda o me enfurece.

Pon sabiduría en mis palabras, para que a través de ellas repare, sane o aconseje.

Sé mi Maestro, para que mirándote como mi ejemplo, camine en tus huellas y sobre ellas.

Y cuando todo parezca desbordarse...ayúdame a volver al centro de Ti, desde donde brota la paz y la ternura.

Que mi vida sea tu reflejo con ayuda de tu gracia.

maestro a imagen del Divino Maestro.

 https://www.instagram.com/ps_teresita



domingo, 11 de septiembre de 2022

Los cinco minutos de Dios.

 Septiembre 11 

Hazte de vez en cuando esta pregunta: 

-¿Para qué estoy yo en la vida? 

Quizá no te la hagas por temor de que te quite el sueño.

 Te puedo asegurar, que 

es todo lo contrario. 

Cuando uno no sabe a ciencia cierta para qué está en el mundo, indudablemente no tiene la paz suficiente para conciliar el sueño; al menos un sueño 

reparador. 

Mientras que, cuando se tiene lúcido el horizonte, cuando se sabe a ciencia 

cierta de dónde se viene y a dónde se va, la tranquilidad del espíritu se trasvasa al 

mismo cuerpo y éste puede entregarse al descanso y gozar de él de un modo más 

profundo y reparador. 

Es preciso fijarse metas, mirar hacia el futuro y no ahogarse con las limitaciones 

del presente. 

Es preciso recordar que sobre la tierra está el cielo; y el azul del firmamento es 

siempre más hermoso que el ocre de la tierra. 

"Desde ahora me aguarda la corona de la justicia, que aquel día me entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su manifestación" (2 Tim, 4,8). Nadie es tan generoso como el Señor; de nadie debes tener tanta confianza como de El; nada de lo que haces por El, cae en el vacío.

Padre nuestro...

UaCdM



La indescriptible hermosura de Cristo en la Cruz.

 Feliz Día del Señor. 

"Mira a aquel por quien has sido hecho bello" (San Agustín, Comentario a la Primera carta de San Juan, IX, 9).

Es el amor con que Cristo nos ha amado lo que transfigura el rostro del crucificado en el rostro hermoso. Su belleza es trasladada a nuestra naturaleza. El amor del crucificado es la belleza que salva. 

«La experiencia de lo bello recibe una nueva profundidad, un nuevo realismo. Aquel que es la Belleza misma se ha dejado desfigurar el rostro, escupir encima y coronar de espinas. […] Precisamente en este rostro desfigurado aparece la auténtica y suprema belleza: la belleza del amor que llega hasta el extremo y por eso se revela más fuerte que la mentira y la violencia» (Benedicto XVI: la contemplación de la belleza). 

Hoy la verdad se hace humana, el bien es posible, la belleza es total, el Camino y la Vida es una Persona. En este rescate amoroso se revela la totalidad del hombre; ya podemos hablar de la auténtica belleza.

📷: Parroquia de San Miguel de Miramar (Málaga).

MISLopez 



“Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará” (Ef 5,14)

“Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti” (Lc 15,18). Esta es nuestra primera confesión al Creador, al Señor de misericordia, al juez de la falta. Aunque Dios conoce todo, espera la expresión de ese reconocimiento, ya que “con la boca se confiesa para obtener la salvación” (Rom 10,10). (…)

Aunque aquello se dijo el hijo menor, hablar no es suficiente, es necesario volver al Padre. “Entonces partió”. ¿Dónde buscarlo, dónde encontrarlo? Tú, primero levántate y parte, tú que hasta ahora estabas sentado o somnoliento. El apóstol Pablo escribe: “Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos” (Ef 5,14). (…) Levántate, corre a la Iglesia, ahí está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El que te escucha hablar en lo secreto de tu alma viene a tu encuentro y cuando estás todavía lejos te ve, corre. Él ve en tu corazón, corre para que nadie te atrase, te abraza. (…) Cristo se arroja a tu cuello para liberar tu nuca del yugo de la esclavitud y poner su yugo de ternura. (…) Se arroja a tu cuello mientras proclama: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio” (Mt 18,27-28). Esta su forma de abrazarte, si te conviertes.


"Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies” (Lc 15,22). La ropa es la vestimenta de la sabiduría (…), hábito espiritual y vestido nupcial. El anillo es el sello de una fe sincera y la marca de la verdad. En cuanto a las sandalias, es la predicación de la Buena Noticia.


  San Ambrosio (c. 340-397)
obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Comentario del Evangelio según Lucas, (SC 52, Traité sur l’évangile de Luc, Cerf, 1958), trad.sc©evangelizo.org

sábado, 10 de septiembre de 2022

“Entre dos pisos a encerar, yo rezaba mi Rosario”

El renombrado escritor francés André Frossard (1915-1995), comunista convertido, publicó un libro titulado Hay otro mundo, en el que evoca a la Virgen María. Huyendo de todo conformismo, sin burlarse ni de los sacerdotes, ni de las devociones, ni de las imágenes piadosas, contempla a la Virgen María en su deslumbrante pureza.

Escribe lo siguiente en las páginas 45 y 46: "El avemaría es a veces puesto en entredicho, incluso por predicadores que creerían en los hombrecitos verdes del planeta Marte con más gusto que en los ángeles... ¿Cuántas veces habremos sido advertidos sobre los excesos de una devoción cuyos efectos nos gusta describir y de cuyas expresiones nos gusta burlarnos, como si el siglo fuera propenso a las aberraciones místicas y como si hubiera ingenio para burlarse de tantas miserias y sufrimientos que se habrán retirado del mundo con sólo las cuentas del rosario, semilla de esperanza entre las manos?".

De este ardiente converso, iluminado por la gracia, recordemos las siguientes líneas: “Por la tarde, entre dos pisos encerados (Nota del editor: era soldado), rezaba mi Rosario, que me resultaba corto. No me cansaba de repetir esos «yo te saludo» que se vuelven maravillosamente meditativos cuando los dejas seguir su destino en lugar de retenerlos con tu rosario, como si estuvieran atados con una correa”.


Citado por Josse Alzin, en La voix de Beauraing del 11 de septiembre de 1976 (“La Voz de Beauraing”). 
 

© GO69, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons. Tableau de la dation du Rosaire à Saint-Dominique et Sainte-Catherine-de-Sienne, collégiale Saint-Martin de Clamecy (58), France

 
UnMinutoconMaría
 
 

Sábado de María

 A lo largo de su vida y hasta su última prueba cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, la fe de María nunca vaciló. Nunca dejó de creer en el cumplimiento de la palabra de Dios. Y así la Iglesia venera en María la más pura realización de la fe. 

CIC 149

 


 

«Arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla»

«Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles» (Sl 126,1). «Sois el templo de Dios, y el Espíritu del Dios habita en vosotros» (1C 3,16). Esta casa es este templo de Dios, lleno de las enseñanzas y de las gracias de Dios, esta morada que contiene la santidad del corazón de Dios, y que el mismo profeta ha dado testimonio de ello: «Tu templo es santo, maravilloso por la justicia» (Dan 3, 53)???. La santidad, la justicia, la castidad del hombre son un templo para Dios.


Esta casa, pues, debe ser construida por Dios. Una construcción levantada con el trabajo de los hombres, no dura; lo que ha sido instituido por las doctrinas de este mundo no se aguanta; nuestras vanos trabajos y nuestros desvelos son guardianes inútiles. Será preciso, pues, construir de otra manera, guardar de otro modo esta casa. Es preciso no fundamentarla sobre el suelo, sobre arena movediza; es necesario poner sus fundamentos sobre los profetas y los apóstoles.

 
Es preciso levantarla con piedras vivas, mantenerla a través de la piedra angular, hacerla subir con estructuras progresivas hasta alcanzar la talla del hombre perfecto, la estatura del cuerpo de Cristo (1P 2,5; Ef 2,20; 4,12-13). Se la debe decorar con el esplendor y la belleza de las gracias espirituales. Si así debe ser construida por Dios, es decir, según sus enseñanzas, no caerá. Y esta casa se extenderá a muchas otras, porque lo que edifica cada fiel aprovecha a cada uno de nosotros para el embellecimiento y crecimiento de la ciudad bienaventurada.

 

  San Hilario (c. 315-367)
obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Comentario al salmo 126, PL 9, 696 evangelizo.org



jueves, 8 de septiembre de 2022

Natividad de María

 Te entrego, Virgen Niña, mi corazón para que lo presentes a Jesús. Por el amor y complacencia con que te aceptó, cuando a la temprana edad de tres años te consagraste a El, suplícale acepte el mío e imprima en él las virtudes que le faltan, para que, a imitación del tuyo, le sea agradable. 

Enséñame o despreciar las honras vanas del mundo; haz que siempre sea mi único anhelo crecer en el amor de Dios, cumpliendo siempre su divina Voluntad. 

Te presento también los corazones de los que no te conocen y no pueden amarte. 

Oh Virgen Niña, atráelos con tus inspiraciones para que, amándote todos como hijos, vayamos a cantar las glorias y magnificencias de tu hijo Jesús, nuestro Señor en el Cielo. 

Amén.



¿Ya saludaste a nuestra Madre? Hoy es el cumpleaños de María.“Sería su cumpleaños. ¿Y qué se hace cuando la mamá cumple años? Se la saluda, se la felicita”.Papa Francisco


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