Señor, Dios nuestro,
que en este segundo domingo de
Adviento nos regalas la voz fuerte de
Juan Bautista clamando en el desierto de
nuestro mundo: Despierta en nosotros
el deseo ardiente de tu venida.
Haz que escuchemos hoy su grito:
«Preparad el camino del Señor, allanad
sus senderos».
Quita de nuestro corazón todo lo que es
torcido: el orgullo que nos separa de
los demás, la indiferencia que nos hace
pasar de largo ante el dolor, la mentira
que oscurece nuestra vida.
Endereza los caminos de nuestra
existencia, allana las colinas de nuestro
egoísmo, rellena los valles de nuestra
pereza espiritual.
Ven, Señor Jesús, tú que eres la Luz
que ilumina a todo hombre, disipa las
tinieblas de nuestro miedo y nuestra
duda. Que hoy sea un día de conversión
verdadera: que perdonemos de corazón,
que compartamos con generosidad,
que anunciemos con nuestra vida la
alegría de tu Evangelio.
María, la Virgen de la espera,
enséñanos a decir cada mañana nuestro
«hágase» para que Cristo nazca de
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro
Señor, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y Dios,
por los siglos de los siglos.
Amén
¡Que este segundo domingo de Adviento
sea una nueva oportunidad
para preparar el corazón y acoger
al Señor que viene!
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