Nadie lo mira. Todos miran hacia arriba, pero no al Cielo.
Jesús está ahí, en medio del ruido, sin publicidad, sin espectáculo, con el mismo corazón que latía en Galilea.
Times Square brilla, pero no ilumina el alma. Jesús no compite con las luces: Él es la Luz.
Muchos corren buscando sentido, mientras el Sentido los mira a los ojos. Muchos tienen todo, pero están vacíos.
Jesús permanece, silencioso, firme, esperando que alguien se detenga.
Porque no vino a impresionar, vino a salvar. Y aun en el centro del mundo, sigue preguntando en voz baja:
“¿Me amas?”
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