Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
gadgets para blogger

ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

martes, 12 de abril de 2022

«Y untando el pan, se lo dio a Judas»

Cuando el Señor, Pan de Vida (Jn 6,35), hubo dado pan a este hombre muerto, y entregándole el pan, señalaba al que iba a traicionar al pan vivo, le dice: «Lo que tienes que hacer, hazlo en seguida». No le mandaba hacer el crimen, sino que descubría su mal a Judas y nos anunciaba nuestro bien. Que Cristo fuera entregado ¿no era lo peor para Judas y lo mejor para nosotros? Judas, pues, que se hacía daño a sí mismo, actuó en favor nuestro sin saberlo.

«Lo que tienes que hacer, hazlo en seguida». Palabra de un hombre que está dispuesto, no de un hombre irritado. Palabra en la que se anuncia menos el castigo del que traiciona que la recompensa del redentor, del que rescata. Porque diciendo: «Lo que tienes que hacer, hazlo en seguida», Cristo, más que acusar el crimen del infiel, busca apresurar la salvación de los creyentes. «Fue entregado por nuestros pecados; amó a la Iglesia y se entregó por ella» (Rm 4,25; Ef 5,25). Es lo que hace exclamar al apóstol «Me amó y se entregó por mí» (Gal 2,20). De hecho nadie hubiera entregado a Cristo si él mismo no se hubiera entregado... Cuando Judas le traiciona, es Cristo que se entrega; uno negocia su venta, y el otro nuestro rescate. «Lo que tienes que hacer, hazlo en seguida»: no que eso esté en tu poder, sino que es la voluntad del que todo lo puede...
«Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.» Y el que salía era él mismo noche. Seguidamente, cuando la noche hubo salido, Jesús dijo: « ¡Ahora es glorificado el Hijo del hombre!» Es entonces cuando «el día al día le pasa el mensaje» (Sl 18,3), es decir, Cristo lo confía a sus discípulos para que lo escuchen y lo sigan en el amor... Algo semejante sucederá cuando este mundo vencido por Cristo, pasará. Entonces la cizaña, ya no se juntará con el grano porque «los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre» (Mt 13,43).
 
San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermones sobre el evangelio de san Juan, 62-63

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...