Antes de orar, procura comprender a qué presencia te acercas y a quién vas a hablar. Nunca podremos comprender plenamente cómo debemos comportarnos con Dios, ante quien tiemblan los ángeles.
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¡Reza, reza, reza! Fija un horario para la oración (preferiblemente por la mañana) y cúmplelo. Reza el Rosario todos los días. Medita los misterios; no te apresures ni murmures las palabras de las oraciones
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—¿...Y quién eres tú?
—Yo, Teresa de Jesús...
—¡Pues yo soy Jesús de Teresa!
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"Cuando el diablo te recuerde tu pasado, recuérdale su futuro."
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Vivo sin vivir en mi, y tan alta vida espero, que muero porque no muero
"Que nada te turbe, que nada te asuste, todo pasa, sólo Dios no cambia; la paciencia todo lo logra. Quien a Dios tiene nada le falta."
Santa Teresa de Ávila, ruega por nosotros. (1515-1582)
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