Despreció el mundo… y conquistó los corazones.
Se hizo pobre… y reflejó el rostro de Cristo.
Hoy, en su fiesta, un hilo sobre San Francisco de Asís, el “hermano universal”:
1️⃣ ¿Qué tiene Francisco que sigue atrayendo siglos después?
Quizá esta verdad:
No se miró a sí mismo, miró a Dios.
Y al mirarlo, lo imitó.
Hasta las llagas.
2️⃣ Nació rico, soñando con gloria caballeresca.
Pero Dios tenía otros planes.
No lo quería vencedor de batallas…
Lo quería desarmado, para conquistar almas.
3️⃣ Su conversión no fue un fogonazo emocional.
Fue un despojo lento, una rendición progresiva:
Primero dejó sus riquezas,
luego su apellido,
y finalmente, todo apoyo que no fuera Dios.
4️⃣ Un día escuchó el Evangelio:
“No llevéis oro ni plata, ni dos túnicas, ni sandalias…”
Y no necesitó más.
No lo interpretó…
Lo vivió.
5️⃣ Fundó una fraternidad sin más reglas que el Evangelio.
Sin cargos, sin honores.
Solo hermanos que caminaban juntos,
siguiendo las huellas del Crucificado.
6️⃣ ¿Y qué hizo?
Predicó con la vida.
Bendijo a las criaturas.
Rezaba con lágrimas.
Abrazó a los leprosos.
Construyó en ruinas.
Cantaba al sol…
y se unió al sufrimiento.
7️⃣ Cuando ya no tenía fuerza, Dios le regaló las llagas.
No pidió ser como Cristo.
Se dejó configurar por Él.
Lo amó hasta parecerse.
8️⃣ Hoy muchos lo usan como símbolo de paz, de ecología o de humanidad.
Pero Francisco no se predicaba a sí mismo.
“Mi Dios y mi todo”, decía.
Y solo eso basta para entenderlo.
9️⃣ ¿Por qué sigue interpelándonos?
Porque no hizo teoría.
Vivió el Evangelio al pie de la letra.
Y cuando uno vive así…
hasta los lobos se amansan.
🔟 San Francisco no fue un revolucionario.
Fue un enamorado de Cristo pobre y crucificado.
Y eso lo hizo nuevo.
Eso lo hizo libre.
“Comencemos, hermanos, a servir al Señor, porque hasta ahora poco o nada hemos hecho.”
Sacerdos in æternum
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