esta mañana elevo mi voz para bendecirte,
porque Tú eres quien fortalece las puertas de mi casa
y quien protege el corazón de los que amo.
Gracias por la paz que siembras en mi corazón,
por el pan que no falta en mi mesa,
y por la Palabra viva que envías cada día
para guiar mis pasos con sabiduría y amor.
Tú eres el Dios que corre veloz para socorrer a su pueblo,
el que no olvida a los suyos,
el que revela su corazón a quienes lo buscan.
Haz que mi vida sea alabanza,
que mis pensamientos sean reflejo de Tu querer,
y que cada palabra que pronuncie sea eco de Tu bendición.
Bendigamos al Señor, nuestro Dios,
porque Él habita en medio de su pueblo
y sostiene con ternura a quienes confían en Él.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
 
 
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