Hoy celebramos a San Agustín, doctor de la Iglesia, pastor incansable y buscador apasionado de la Verdad.
Uno de los más grandes conversos, pensadores y santos de toda la historia cristiana.
Uno de los más grandes conversos, pensadores y santos de toda la historia cristiana.
1 Agustín fue un hombre con sed de sentido.
Probó caminos, ideas, placeres… y todo le dejaba vacío.
Hasta que descubrió que el corazón humano solo descansa en Dios.
2 La frase que mejor lo define es una oración:
«Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti» (Confesiones, I, 1, 1).
No es una teoría. Es una experiencia que aún hoy toca las almas.
3 Fue bautizado por San Ambrosio a los 33 años.
Poco después volvió a África, donde vivió como monje, sacerdote y obispo.
No buscó cargos, pero los aceptó por amor a la Iglesia.
4 Sus Confesiones no son solo autobiografía.
Son una alabanza a la gracia, un testimonio de que Dios actúa en la historia concreta de cada uno.
5 Luchó contra el maniqueísmo, el pelagianismo y el donatismo.
Defendió la fe católica con inteligencia, oración y una profunda vida interior.
6 Su alma enamorada se expresa así:
«Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé...»
No es reproche, es adoración. La gracia llegó cuando por fin la dejó entrar.
7 Fue un hombre con debilidades reales: genio fuerte, tentaciones, orgullo...
Pero su vida muestra que la santidad es fruto de la gracia acogida con humildad y constancia.
8 Murió con los salmos en los labios, mientras su ciudad era sitiada.
Su corazón seguía esperando al Señor hasta el final.
«Ama y haz lo que quieras», porque si amas bien, ya vives en Dios.
9 Hoy es un buen día para releerlo, imitarlo e invocarlo.
San Agustín nos enseña que nunca es tarde para dejarse alcanzar por Dios, y que la Verdad no se inventa: se encuentra y se ama.
Fuente:Sacerdos in æternum
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