Hoy es la fiesta de San Cayetano de Thiene, el santo del pan y del trabajo, pero sobre todo, el apóstol de la confianza en la divina Providencia. En este hilo te cuento quién fue y por qué su testimonio sigue siendo actual.
San Cayetano nació en Vicenza (Italia) en 1480. Fue doctor en Derecho, pero lo dejó todo para responder a la llamada de Cristo. Ordenado sacerdote en 1516, entregó su vida al servicio de los pobres, enfermos y más necesitados.
No fundó una ONG. Fundó una familia religiosa: los Teatinos, con el deseo de renovar el clero desde dentro y vivir una pobreza evangélica radical. Su vida fue oración constante, caridad sin medida y confianza plena en Dios.
En Nápoles, en medio de una crisis económica brutal, San Cayetano dedicaba su tiempo a socorrer a los más desesperados. De ahí viene su fama de intercesor en tiempos de escasez y desempleo. Muchos lo invocan hoy como patrono del trabajo.
La clave de su espiritualidad es esta: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura” (Mt 6,33). San Cayetano vivía literalmente esta palabra. Sin pedir limosnas ni cobrar por los sacramentos, confiaba solo en Dios.
Rechazó todo cargo eclesiástico. No quiso mitras ni dignidades. Su mayor tesoro era la Eucaristía, el Sagrario y el servicio a los pobres. Veía a Cristo en la Hostia y en los rostros sufrientes. Por eso, sigue siendo tan actual.
Murió el 7 de agosto de 1547. En el lecho de muerte pidió que colocaran un crucifijo a su lado y exclamó: “María, Madre mía, salgo de esta vida. ¡Dame a Jesús!”.
Hoy, muchos lo invocan pidiendo trabajo. Pero él no fue un “proveedor de empleos”, sino un profeta de la confianza, de esa fe sencilla que espera en Dios cuando todo falla, y que no se olvida del hermano más pobre.
En un mundo que busca seguridades, San Cayetano nos recuerda que sólo el amor de Dios es eterno. Todo lo demás pasa. Pero el pan compartido, la fe vivida y la caridad concreta tienen sabor de eternidad.
Hoy podrías hacerle esta oración:
“San Cayetano, que confiaste plenamente en Dios, intercede por mí. Ayúdame a vivir con fe, a trabajar con dignidad, y a servir con alegría. Que nunca me falte lo necesario, ni la caridad para compartirlo. Amén.”
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