JUNIO 1º
Pasó ya el tiempo en que se pensaba y afirmaba que entre ciencia y fe había
una oposición irreconciliable; hoy se sabe que cada una tiene sus propios campos, sus cánones y sus categorías.
Pero la ciencia nos enseña cómo es el cielo, y la fe nos dice cómo se va al cielo.
La ciencia sirve al hombre de fe para reconocer la realidad temporal; la fe sirve al hombre de ciencia para iluminar esa realidad temporal, orientándola hacia lo eterno.
Debemos esforzarnos para, desde el interior de la ciencia, rescatar la verdad de la fe y, desde el alma de la fe, enriquecer las perspectivas de la ciencia.
El hombre de poca ciencia encuentra dificultades para llegar a la fe; el hombre de mucha ciencia tiene despejado el camino para llegar a la fe. El hombre de poca fe no se sentirá satisfecho con la ciencia; el hombre de mucha fe nunca tendrá miedo de la mucha ciencia.
"Si das acogida a mis palabras y guardas en tu memoria mis mandatos, prestando tu oído a la sabiduría, inclinando tu corazón a la prudencia... entonces entenderás el temor de Yahvéh, y la ciencia de Dios encontrarás. Porque Yahvéh es el que da la sabiduría, de su boca nacen la ciencia y la prudencia" (Prov, 2, 1-6).
La verdadera sabiduría está en saber encontrar a Dios, en descubrirlo en todas las cosas y acontecimientos.
Padre nuestro...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma