Mateo 6:7-15
Reflexión sobre la impresión
En el Evangelio de hoy, Jesús nos enseña a rezar, no con muchas palabras ni con grandes gestos, sino con una oración sencilla y profunda que conocemos tan bien: el Padre Nuestro. Es una oración que recitamos a diario, tan familiar que las palabras pueden salir de nuestros labios casi sin pensar. Y, sin embargo, no es una oración ordinaria, sino que sale directamente de la boca del mismo Jesús. Por eso, en la Misa, nos ponemos de pie para rezarla, igual que nos ponemos de pie para escuchar el Evangelio: ambos son dones que recibimos de Cristo. Por su importancia, vale la pena tomarse el tiempo de detenerse verdaderamente en cada línea, en cada petición, como si la escucháramos por primera vez. Cada frase es una oración dentro de la oración.
La primera parte del Padrenuestro atrae nuestros corazones hacia Dios: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Estas líneas nos orientan hacia la santidad de Dios, su reino y su voluntad.
La segunda parte se dirige a nuestras necesidades humanas: Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Juntas, estas peticiones forman una oración completa, que mantiene en perfecta tensión el cielo y la tierra, la gloria de Dios y nuestra fragilidad. Tal vez hoy podríamos dedicar unos minutos a rezar despacio cada una de las líneas, dejando que las palabras se asienten en nuestro corazón y escuchando cómo el Señor nos habla a través de esta oración que Él mismo nos dio. Nuestro grabado, publicado en 1876, que reproduce el Padrenuestro en una sola página e ilustrado con escenas bíblicas, puede ser una buena ayuda para la oración de hoy.
Padre nuestro que estás en los cielos (Padrenuestro)
Impresión ilustrada con escenas bíblicas,
Publicado en 1876,
Publicado por H.M.Crider, York; Horn & Co Engravers, Baltimore
© Alamy
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