24. La sobriedad y la vigilancia iluminan la conciencia haciéndola pura y luminosa. Entonces la conciencia sanada, es como una luz que hasta entonces estaba oculta y que de pronto ilumina grandes tinieblas. Una vez que ha sido expulsada la tiniebla de la conciencia, con una prolongada y genuina vigilancia, muestra lo que estaba escondido.
Con la sobriedad y la vigilancia, enseña las cosas y realidades relativas a la lucha invisible de la inteligencia (gr. “nous”) y la batalla de la razón. La inteligencia (“nous”) debe arrojar lanzas en el combate singular por Cristo y afectar a los pensamientos con dardos precisos, pero sin ser golpeada por ellos, protegida cerca de Cristo, deseada divina Luz increada, faz a las tinieblas. Quien ha experimentado y saboreado esta divina Luz increada, comprende lo que digo. El sabor de esta Luz da más deseo y nunca sacia. Más se gusta esa Luz, más se desea. Esta Luz increada atrae a la inteligencia como el sol a los ojos. Esta Luz divina no se explica con palabras sino con la experiencia del que ha sido herido por Ella, o mejor, que ha sido herido por Ella con el ágape-amor. Esta divina Luz increada ahora me ordena callar. (...)
29. El humo que sale de la madera encendida molesta a los ojos. Pero después muestra la luz y alegra a aquellos a quienes antes molestaba. Lo mismo, la atención en la vigilancia incesante provoca pesadez y fatiga. Pero si invocamos a Jesús en la oración, enseguida llega e ilumina tu corazón. Al recordar e invocar a Jesús, junto con su iluminación, él te aporta el mejor de todos los bienes.
Filoteo el Sinaíta
monje e higumeno del Monasterio de la Zarza Ardiente
Filocalia, Capítulos népticos 24.29 (Philocalie des Pères neptiques, DDB-Lattès), trad. sc©evangelizo.org
monje e higumeno del Monasterio de la Zarza Ardiente
Filocalia, Capítulos népticos 24.29 (Philocalie des Pères neptiques, DDB-Lattès), trad. sc©evangelizo.org
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