“Bienaventurado
San José, deseo en este día presentarme ante ti, protector de la
Sagrada Familia y de mi corazón, para consagrarme a tu cuidado.
Quiero
imitar las virtudes que adornaron tu vida en esta tierra, para así
aprender a querer cada día más a Jesús y a María en mi corazón,
cuidarlos y sobre todo a dejarme cuidar por ellos.
Tú los
conociste mejor que nadie, por eso quiero que mi consagración en este
día sea un compromiso, para que bajo tu custodia mi corazón pueda sanar
desde el silencio que acoge; desde la obediencia que confía y desde la
mirada limpia que bendice a toda creatura, especialmente a mis hermanos
más necesitados.
Que la humildad crezca cada día más en mi alma,
y que ella sea la puerta que deje entrar todas las virtudes que tú
viviste junto a Jesús y María.
Que no tenga miedo de las pruebas
y dificultades, siguiendo tu ejemplo de confianza, para que, a través
de ellas, Dios pueda obrar la salvación en mi vida.
Que viva una
pobreza espiritual sembrada en la sabiduría divina, que vela y me cuida
con su misericordia, sabiendo que todo contribuye para el bien de los
que aman a Dios.
San José, quiero ser un reflejo de tu entrega
desinteresada y silenciosa, para que brille en mí la fuerza de Jesús y
la presencia de María.
Bajo tu mirada pongo mi vida para que me
lleves por los caminos de este mundo, con la fe que viviste como padre y
esposo junto a la Sagrada Familia de Nazaret. Amén.”
San José, varón prudente y justo, se nuestro acompañante permanente y fiel, amén