Suena bien la palabra esperanza. Hay una esperanza humana que abriga nuestro corazón en cuestiones temporales y hay una Esperanza como virtud teologal que abriga no solo el trampolín de lo temporal sino que recoge también el gran deseo de ir al Cielo. Como somos una unidad sustancial (persona) o dicho de otra manera estamos constituidos de materia y espíritu (alma), nuestra esperanza esta mezclada entre lo divino y lo humano siendo así que en este Año Jubilar de la Esperanza para los católicos y quizás no católicos, lancémonos a fomentar aquellos elementos básicos como : la alegría de vivir, el coraje de ser sinceros, la práctica de la confesión, el detalle de saludar, la petición del perdón humano, etc. Vaya por delante la sonrisa y el deseo de ser mejores personas. Juan Zayas
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