Para apaciguar los ánimos en torno a la Nota Doctrinal del Dicasterio para la Doctrina de la Fe intitulado “Mater Populi Fidelis”, escuchemos al nuevo Doctor de la Iglesia, san John Henry Newman:
«Así creció su figura sin obra de afanes terrenos, y logró una sencilla victoria, y ejerce un gentil influjo que nunca buscó para sí.
Si alguna vez surgieron entre sus hijos discusiones acerca de ella, las silenció. Si se alzaron objeciones contra sus privilegios, dejó de insistir sobre ellos, y esperó.
Y ahora conseguirá finalmente, si es voluntad de Dios, su más brillante corona, y con el júbilo de toda la Iglesia y ninguna voz disonante, será bendecida como Inmaculada en su concepción.
Por eso eres, Santa Madre, en el Credo y en el culto de la Iglesia, la defensa de numerosas verdades, así como la gracia y la luz sonriente de toda devoción.
En ti se cumple, oh María, un antiguo propósito del Altísimo. Él había previsto venir a la tierra en su gloria divina, pero los hombres pecamos, y no pudo ya visitarnos, excepto con un esplendor velado y una majestad atenuada, porque era Dios.
Vino por lo tanto en debilidad, no en poder, y te envió a ti, una criatura, en lugar suyo, con el atractivo de una criatura y el brillo que tolera nuestra condición. Y ahora tu rostro y tu figura, querida Madre, nos hablan del Eterno, no como una belleza terrena, peligrosa de contemplar, sino como la Estrella de la mañana, que es tu emblema, clara y musical, respirando pureza e infundiendo paz.
¡Oh mensajera del día y esperanza de los peregrinos, condúcenos en la noche oscura, por el desnudo desierto, hacia nuestro Señor Jesús, y guíanos a la patria!
Maria, mater gratiae,
Dulcis parens clementiae,
Tu nos ab hoste protege
Et mortis hora suscipe». (S. J. H. Newman, Discursos sobre la Fe).
Fuente: MISLopez

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