Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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viernes, 23 de febrero de 2024

La confesión nos prepara para el tiempo de Pascua


¿Por qué, mis hermanos, la Iglesia ha establecido el tiempo de Cuaresma? Me dirán que es para prepararnos a celebrar dignamente el santo tiempo de Pascua que es un tiempo donde el buen Dios parece duplicar sus gracias e incita al remordimiento de nuestras conciencias para hacernos salir del pecado. (...)

 Examinemos la cuestión de más cerca. Para hacer una buena confesión, que pueda reconciliarnos con Dios, es necesario detestar nuestros pecados de todo corazón. No porque podríamos escondernos de nosotros mismos, sino porque es necesario arrepentirnos de haber ofendido a un Dios tan bueno, haber permanecido tanto tiempo en el pecado, haber menospreciado todas las gracias con las que él nos solicitaba de salir. He aquí, mis hermanos, lo que debe hacernos derramar lágrimas y romper nuestro corazón. Dígame, mi amigo, si usted tuviese este verdadero dolor, ¿no se apresuraría a reparar el mal que es su causa y rápidamente entrar en la gracia con Dios? ¿Qué diría usted de un hombre que, inoportunamente, se ha peleado con su amigo, pero reconociendo su falta, se arrepiente luego busca la manera de reconciliarse? Si su amigo hace algunos pasos frente a él con este fin, ¿no aprovechará la ocasión? Pero al contrario, si él despreciara todo, ¿no tendría usted razón diciendo que a él le da igual estar en buenos o malos términos con esta persona? La comparación es sensible. Aquél que ha tenido la infelicidad de caer en el pecado, sea por debilidad o sorpresa, o incluso por malicia, si tiene de ello verdadero arrepentimiento, ¿podría permanecer más tiempo en ese estado? ¿No recurrirá luego al sacramento de la Penitencia? (...)

 Suspiremos sin cesar tras nuestra verdadera patria que es el cielo, nuestra gloria, nuestra recompensa y nuestra felicidad. Es lo que les deseo…

  San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Sermón para el domingo de Quasimodo (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d'Ars, Ste Jeanne d'Arc, 1982).evangelizo.org

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