Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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domingo, 13 de mayo de 2018

Ascensión del Señor



Viri Galilaei, quid statis aspicientes in caelum? Hic Iesus, qui assumptus est a vobis in caelum, sic veniet quemadmodum vidistis eum euntem in caelum.

UN HAZ DE LUZ LEVANTADO SOBRE EL CIELO

Sostén una linterna apuntando con su luz hacia abajo, a apenas dos centímetros del suelo. Verás un pequeño círculo de luz. Si quieres alumbrar la habitación por entero, alza hasta el techo la linterna. Y, si su brillo es potente, el haz de luz lo alcanzarà todo, y podrás conocer el color de paredes y muebles. Es una lámpara. Si la alzases aún más, por encima del techo, y la elevases kilómetros y kilómetros sobre el suelo…Entonces, si la potencia de su luz lo permite, tendrías el sol. La tierra entera quedaría iluminada.

He aquí el misterio de la Ascensión del Señor. Vino a la Tierra, y, postrado en la carne, como nosotros, a menos de dos metros del suelo, iluminó a quienes tenía cerca, a los apóstoles y discípulos que en Israel se congregaron en torno a Él. Fue su pequeño círculo de luz. Pero, cumplida su misión en la Tierra, se alzó sobre las nubes para ser, con el brillo divino de su Espíritu, luz del mundo, y esclarecer la tierra entera y las almas.

Id al mundo entero y proclamar el evangelio a toda la creación. Ya lo ves: nosotros debemos ser sus rayos. ¿Lo somos?

OS DEJO CON ESTOS VERSOS DE LEÓN FELIPE SOBRE EL MISTERIO DE LA ASCENSIÓN QUE HOY Y MAÑANA CONMEMORAMOS. 

La Ascensión 

Aquí vino 
y se fue. 
Vino..., nos marcó nuestra tarea 
y se fue. 
Tal vez detrás de aquella nube 
hay alguien que trabaja 
lo mismo que nosotros, 
y tal vez las estrellas 
no son más que ventanas encendidas 
de una fábrica 
donde Dios tiene que repartir 
una labor también. 
Aquí vino 
y se fue. 
Vino..., llenó nuestra caja de caudales 
con millones de siglos y de siglos, 
nos dejó unas herramientas... 
y se fue. 
El, que lo sabe todo, 
sabe que estando solos, 
sin dioses que nos miren, 
trabajamos mejor. 
Detrás de ti no hay nadie. Nadie. 
Ni un maestro, ni un amo, ni un patrón. 
Pero tuyo es el tiempo. 
El tiempo y esa gubia 
con que Dios comenzó la creación. 
(León Felipe)


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