Bendíceme, Oh querido padre amado, San José;
bendice mi cuerpo y mi alma;
bendice mis decisiones, mis palabras y hechos,
todas mis acciones y omisiones, cada uno de mis pasos;
Bendice todo lo que poseo,
todos mis bienes interiores y exteriores,
para que todos redunden en el mayor honor a Dios.
Bendíceme por el tiempo y la eternidad,
Bendíceme por el tiempo y la eternidad,
y protégeme de todo pecado.
Obtén para mí la gracia de hacer expiación por todos mis pecados
con el amor y la contrición aquí en la tierra,
para que después de mi último aliento pueda,
sin demora, postrarme a tus pies
y darte gracias en el cielo por todo el amor
y la bondad que tú,
Oh querido padre, me has mostrado aquí en la tierra.
Amén.