Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

miércoles, 27 de junio de 2012

LAS LLAGAS


"¿Dónde podrá hallar nuestra debilidad un descanso seguro y tranquilo, sino en las llagas del Salvador? En ellas habito con seguridad sabiendo que Él puede salvarme". Esto dijo San Bernardo conmovido por las llagas de nuestro Dios.

¡Qué poco meditamos las llagas, la Pasión de nuestro Redentor! Aquellos clavos taladradores se han convertido para nosotros en una llave que nos han abierto el conocimiento de la voluntad del Señor. ¿Por qué no mirar a través de estas hendiduras? Clavos y llagas, sangre y amor testifican la bondad de Dios por el mundo, y la reconciliación que se llevó a cabo en el monte Calvario. Hoy lo podemos contemplar en cada Misa.

La heridas de su cuerpo nos dejan ver los secretos que guarda Su corazón. Todo se resume en "amor infinito", desmedido, locura de amor por el hombre. Longinos, con aquella lanzada en su costado, abrió la fuente de la que brota la salud para el mundo.

Son llagas que nos confirman en la fe (Jn 20, 27). Son las puertas que abren de par en par la intimidad de Dios. El refugio de las almas, la hoguera ardiente de caridad, el seno que engendra la Iglesia (De la sangre y el agua fue constituida la Iglesia, San Juan Crisóstomo), manantial de todos los tesoros, fuente de la misericordia que nos purifica. Nos da un corazón nuevo, nos infunde el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, nos hace hijos de Dios, nos lava, purifica y justifica (Heb 9, 11-28; Rom 5,9).

Con María, quedémonos a los pies de la cruz. Adoremos a Cristo, prisionero de amor en el adorable Sacramento. Dejémonos empapar de la "fuente de donde corre agua viva y de donde llama a todos para que se acerquen a Él (Jn 7,38) que brota de Su corazón traspasado. No se puede estar ante Jesús Eucaristía, el mismo Dios muerto y resucitado que nos comunica su luz, sin empaparnos espiritualmente y crecer en la misma vida y santidad del mismo Señor. Recordemos la Escritura: "Vendrá a nosotros...como la lluvia tardía que riega la tierra" (Os. 6,3).

Jesús es el Dios que sale a nuestro encuentro. Salió al encuentro de sus discípulos, caminando por las aguas en la bruma de la noche (Mt 14,25-26), y salió también al encuentro en el camino de Emaús (Lc 24, 15-16). En ambos casos hizo falta una señal para que le reconocieran. En la primera, el tono de Su voz: "¡Ánimo!, soy Yo; no temáis" (Mt 14, 27). En la segunda, la señal fue la fracción del pan (Lc 24, 30-31). En ambos casos, es la falta de fe de los discípulos la que les impide descubrir a Jesús que sale caminando a nuestro encuentro. Hoy sucede exactamente lo mismo.

Cuando Pedro caminó sobre las aguas, ¿A qué se debió? A que caminaba fiado del poder de Jesús. Era Jesús el que le sostenía, pero Jesús pide su colaboración: la fe. En cuanto su fe flaqueó, comenzó a hundirse. ¿Qué debemos hacer nosotros? Muchos andan preocupados, sin ánimo, sin ganas de vivir, atrapados en una bruma espesa que les impide ver el rostro del resucitado, el rostro del Dios herido que sale a nuestro encuentro.

Debemos caminar a Jesús sobre las aguas turbulentas de nuestras dudas, sufrimientos, miedos. El Señor nos dice a cada uno: "Es hora de que bajes de esa barca de falsas seguridades humanas, y te atrevas a caminar hacía Mí 'sobre las aguas de la fe'. Fíate, y caminarás con paso firme, seguro, sin vacilar".

Si nos acecha la tentación, el miedo, la duda...si parece que nuestros pies se hunden en las aguas, calma. Sin retirar la mirada del Maestro, y movidos por la invitación de María Santísima, "Haced lo que Él os diga" (Jn 2, 1-11), volvamos a repetir: "Jesús, en Ti confío".

Dios nos siga bendiciendo.

De mi amigo y hermano Alejandro María 

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