Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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miércoles, 12 de marzo de 2014

¡Por Cuaresma!



Como ciertos utensilios, también las personas necesitamos una revisión personal de nuestra vida. El mejor escáner es la Palabra de Dios. Escúchala y medítala con cierta frecuencia. Te dará pistas para situar aquellos aspectos de tu persona que no están en armonía con Jesús

Participar en una fiesta implica el revestirse interior y exteriormente en consonancia con la situación. La Pascua, la cruz, el amor de Dios, la muerte de Jesús y su Resurrección, nos exige derribar esos muros que nos impiden vivir cerca de Él.

En cuaresma, durante 40 días, intentamos recuperar el brillo perdido de nuestra fe cristiana. Acompañar a Jesús en el camino hacia la cruz. En definitiva tenemos un reto: recuperar y consolidar el estilo de los primeros cristianos que celebraban con gran alegría la Pascua del Señor.

Aprovechemos este tiempo para convertirnos (regresar de caminos equivocados), para entrar en una comunión más perfecta con Dios (la oración) y para no olvidar los sufrimientos de los demás (la limosna).

La cuaresma es un espacio de tiempo en el que peregrinamos hacia el interior de nosotros mismos. Ante tanta dispersión, estas semanas, nos invitan al recogimiento, a la reflexión y a encontrarnos con nosotros mismos. Jesús nos acompaña.

La cuaresma es un camino que nos lleva al Señor. No nos detengamos en ninguno de sus cuarenta peldaños. Este tiempo tiene un fin: llevarnos al encuentro personal con la misericordia de Dios. Lo hace por nosotros. Por nuestra salvación.

Que contemplando la cruz, y arropados por María y por Juan, acompañemos al Señor que ofrece todo lo que es por la humanidad. En Juan tendremos un amigo y, en la Virgen, una buena Madre.

Muchos son los ídolos que llaman nuestra atención.
Que no nos acostumbremos a tener al Señor como una especie de legado, de herencia de tiempos pasados. Es mucho más: ¡es el Señor! ¡El Salvador que nos revela plenamente el amor que Dios nos tiene!

Saltar al camino de la cuaresma es saber que estamos llamados a despojarnos de aquello que nos impide ser “otros cristos”. La oración, el ayuno y la limosna nos abrirán una ventana a Dios, una oportunidad para el dominio personal y una mano para el que vive en dificultades.

Los cuarenta días de la cuaresma pueden ser un noviazgo entre el Señor y cada uno de nosotros. Es la hora de tomar posiciones: ¿El pecado o la gracia? ¿La vida o la muerte? ¿La conversión o la mediocridad? ¿La verdad o la mentira? ¿La oración o la dispersión?

La cuaresma es un tiempo de conocimiento de Jesús.
Que no falte su Palabra y la eucaristía diaria. Sólo así podremos comprender y entender lo qué quiere de nosotros y seremos fuertes en el duro combate de la vida.

La cuaresma es un “volver a casa”. Como el hijo pródigo meditamos nuestros errores y nuestras traiciones a Dios Padre. Pensándolo es bueno dar marcha atrás, examinar y clarificar nuestra conciencia y blanquear nuestro interior con una buena confesión sacramental

La cuaresma es discernimiento y, también, afán identitario de lo que somos: cristianos. Jesús va por delante y nos muestra esa opción desde la proclamación pausada del Evangelio diario.

Igualmente, este periodo pre-pascual, es una oportunidad para dar testimonio de nuestra fe. Los discípulos, camino de Jerusalén, acompañaron al Señor. Se dejaron seducir por su Palabra, oración y milagros. Que no nos perdamos en el inmenso carnaval que nos rodea.

La cuaresma no es un fin en sí misma; es un camino que desemboca en la Pascua. En la pasión, muerte y resurrección de Jesús. No aventurarnos a recorrer este camino no nos facilitará el vivir con intensidad esos misterios que nos aguardan.

Toda obra escrita tiene un índice. La gran obra redentora de Jesús fue su “semana santa”. La cuaresma es un índice que nos ayuda a centrar y nos conduce a celebrar la obra de la salvación que Jesús nos trae en la Pascua.

P. Javier Leoz

 
 

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