¿Pero, estarán ellas tan distantes realmente?
Aquello que llamamos "cielo" no es sino el azul que podemos admirar en los días serenos, derivado del hecho de que las partículas de aire reflejan a nuestros ojos solamente los componentes de este color de la luz solar. Así, cuando miramos hacia lo alto, lo que realmente vemos es el aire. Y la altura de este "cielo" no es muy considerable, pues tendrá -dependiendo del lugar donde se esté- ochenta a noventa kilómetros, lo que comparado con el tamaño del universo no es nada.
Sin embargo, el Cielo, morada eterna de los justos, puede estar muy próximo. Allá se llega por la Santidad y la visión que nos es permitida es la beatífica, la del propio Dios, que nos permite conocerlo todo, pero no totalmente, tanto más cuanto mayor fue nuestro amor por Él en esta tierra... Entonces, viajaremos por estas extensiones extraordinarias con la simple velocidad del pensamiento, a semejanza de los Ángeles. Cohetes así, los hombres aún no han inventado...
¿Para qué contentarnos con el cielo, cuando podemos llegar al Cielo? Seamos exigentes, exijamos lo imposible...
"Porque a los hombres es imposible, pero a Dios todo es posible" (Mt 19, 26).
Por Douglas Rodrigues
gaudiumpress.org
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